«Ponen la música a tanto volumen que hasta vibra la cuna de nuestra niña»

Los usuarios de una lonja juvenil se han convertido en el suplicio de unos vecinos de Aldapa. Los más afectados son un matrimonio y su bebé, residentes en el número 3 de esta calle, pues cada fin de semana tienen que soportar los ruidos exagerados que salen de un local que fue un negocio de pesca que acabó cerrando sus puertas. Su hija de un año no para de llorar y no duerme porque las vibraciones del sonido hacen vibrar la cuna. Las constantes denuncias y hasta una medición de sonido en la que superaron el máximo permitido por ley no han arredrado a los usuarios del local, que persisten en su actitud.

«La lonja está justo debajo de mi casa. Todos los fines de semana hay un ruidos tremendos y un alboroto constante», protesta Íñigo de la Rica. Este vecino confiesa su hartazgo porque la situación se prolonga ya desde hace cuatro meses.

De la Rica ha bajado en varias ocasiones para solicitar a los usuarios del local que bajen el volumen de la música, ya de madrugada. Pero nunca le han hecho ni caso. «Hasta se han reído en mi cara», dice incrédulo. Lo que más le molesta es «el elevadísimo volumen al que la ponen». Desesperado, este vecino asegura que «he llamado hasta una docena de veces a la Policía Municipal por la noche». El caso es que los agentes se presentan en el local y consiguen su objetivo, pero al día siguiente la historia se vuelve a repetir.

«Ponen la música a tanto volumen, es tan exagerado, que hasta vibra la cuna de la niña, que tiene un año». Según relata De la Rica, eso se traduce en un llanto constante de su hija, que es incapaz de dormir cada viernes y cada sábado. «Si no estuviera ella, nos pondríamos unos tapones y ya está», justifica.

Música hasta el amanecer

El viernes de la pasada semana vivieron otra situación similar. A medianoche avisaron a comisaría y se presentaron un agentes. Pero cuál sería su sorpresa cuando, de madrugada, unas pocas horas después, volvió a retumbar la música hasta entrada la mañana. «La habían puesto a un volumen increíble», recuerda De la Rica. Los agentes llegaron y realizaron una medición que fue «superior al doble de lo permitido a esas horas». Pero los agentes se encontraron la lonja vacía, mientras el ruido siguió igual hasta bien entrada la mañana.

Este vecino ya ha denunciado el caso. Confiesa que se siente «indefenso» ante unos jóvenes que incumplen la normativa de forma reiterada sin que se tomen medidas. «El local ni siquiera está insonorizado», se queja De la Rica. Anteriormente era una tienda de pesca de la que, aunque cerró, aún permanecen los rótulos. Las personas afectadas por este tipo de locales claman por la existencia de una normativa que regule el uso de estos espacios en Getxo y que penalice los hábitos que resultan molestos a los vecinos.