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MAITE ÍNIGO
Domingo, 29 de septiembre 2013, 02:43
El Grupo Espeleológico Cameros conmemora su 30 aniversario sacando a la luz piezas hasta ahora inéditas para muchos y halladas a lo largo de los años en diversas cavidades riojanas. El colectivo reunirá en una exposición restos óseos y de cerámica cedidos por el Museo de La Rioja y el Instituto Sagasta. La muestra permitirá contemplar, por primera vez en un mismo espacio, el cráneo del oso cavernario de Brieva y el cráneo humano, del primer riojano documentado que se encontró en 1866 en Cueva Lóbrega. La exposición se podrá visitar en el Centro Cultural de Ibercaja de la calle Portales a lo largo de esta semana y está enmarcada dentro de las Jornadas de Espeleología de La Rioja que se desarrollarán estos próximos días, organizadas por el Grupo Cameros.
Este colectivo está integrado por algo más de medio centenar de personas que defienden «la práctica de las distintas modalidades deportivas en el medio natural». La espeleología es algo más. Es una ciencia repleta de atractivos lúdicos y científicos que permite estudios geográficos y geológicos, el origen y formación de las cuevas, descubrir la fauna e incluso los vestigios del hombre prehistórico.
El Grupo Cameros lleva treinta años trabajando no sólo en expediciones a grutas riojanas, sino también en la difusión de esta apasionante ciencia. Su trabajo se ha centrado estas tres décadas en explorar, documentar y luchar por la conservación de las diferentes cuevas que se esconden a lo largo de la geografía riojana, un patrimonio natural en algunos casos desconocido. De hecho, han dedicado los últimos años a elaborar el catastro de cavidades de La Rioja. «El trabajo se dividió en las siete cuencas», describe Rosa Díaz, secretaria técnica del Grupo Cameros. Hasta el momento han catalogado 220 cavidades, «la mayoría en la zona de los Cameros».
En la actualidad están explorando la Cueva Halcón en Canales. Llevan inspeccionados «más de mil metros de recorrido», explica Juan Armendáriz, otro de los espeleólogos del grupo. «Tiene tres pisos, galerías que cruzan, puede ser una de las cuevas más interesantes de nuestra Comunidad», se atreve a adelantar.
Fruto de ese minucioso trabajo, el grupo Cameros localizó el cráneo del oso cavernario que se podrá ver por primera vez en esta muestra. Lo hallaron «por casualidad, en la cueva Gonzalo», recuerda con la misma emoción de aquel día la secretaria del Grupo. «Llamamos al paleontólogo y lo llevamos al Museo donde está depositado», describe. El oso de las cavernas (especie distinta de los osos actuales) es el plantígrado mayor que ha existido y llegó a alcanzar más de dos metros de altura. Los huesos encontrados en Cueva Gonzalo estaban en buen estado, sin fosilizar.
«Todas las piezas que hallamos, por pequeñas que sean, las entregamos en el Museo de La Rioja», subraya Rosa Díaz. El Grupo ha localizado numerosos restos a lo largo de sus años de estudio, además de este valioso cráneo. Otros hallazgos reseñables en sus expediciones han sido «una mandíbula entera de hiena, un molar de rinoceronte», localizados en Santa Engracia de Jubera. «Nosotros cuando encontramos una pieza podemos saber si es herbívoro o carnívoro, humano o animal, pero lo llevamos al Museo porque corresponde a los especialistas identificarlas, analizarlas correctamente y conservarlas», responde Díaz.
Primer riojano
La otra pieza estrella que se podrá admirar en la muestra es el cráneo del hombre de Cueva Lóbrega, el primer riojano documentado. Estos restos fueron localizados en 1866 por el Doctor Zubía y el antropólogo francés Louis Lartet en Torrecilla y desaparecieron en el siglo XIX cuando fueron enviados al Museo francés de Saint Germain para su estudio. Se les perdió la pista durante años, aunque en el Museo francés tenían registrado que los habían devuelto a su lugar de procedencia. Hace unos años, el cráneo del primer riojano documentado apareció, junto a otros restos, en un cajón del Instituto Sagasta. Se trata del cráneo de un varón que vivió en el neolítico.
En la exposición del Grupo Cameros además de estos dos cráneos, el del oso cavernario y el hombre de Cueva Lóbrega, se podrán ver otras piezas «todas originales de La Rioja e inéditas» hasta el momento.
Entre las cuevas más preciadas de La Rioja se pueden citar Santa Engracia de 3.200 metros de longitud o El Maestro, en Nestares, la más profunda. Los espeleólogos destacan también la cueva Tejón en Ortigosa «es una preciosidad», subrayan. En su enumeración no faltan Cueva Lóbrega en Torrecilla o Calera en Canales «cada una tiene su encanto».
Armendáriz y Díaz piden sobre todo «respeto» a la hora de adentrarse en una cavidad. Aconsejan a las personas que comienzan ir «poco a poco» y advierten que «la persona que se va a meter en una cueva debe estar preparada para lo que se va a encontrar y ser consciente de que te puedes despistar».
«En una cueva puedes encontrar el negro absoluto, pero no el silencio absoluto», subrayan, al mismo tiempo que confiesan «en el interior encuentras la tranquilidad».
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