
MARÍA MUÑOZ
Domingo, 5 de mayo 2013, 03:03
El Naturhouse La Rioja no pudo hacer realidad su gran sueño. La ilusión de ganar el primer título de la historia del club, la Copa del Rey, se quedó en el camino porque el Atlético de Madrid, que partía como claro favorito, no dio opción a la sorpresa y revalidó el campeonato conquistado un año antes en Torrevieja.
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Para los rojiblancos, la Copa suponía la gran oportunidad de salvar una temporada en la que se han visto superados por el Barcelona. Para el Naturhouse, en cambio, estar en la final ya era todo un premio. Un reconocimiento al gran torneo y a la magnífica temporada que ha realizado. El deseo de conquistar el título era aún mayor al estar delante de la afición riojana. La grada volvió a responder con un lleno casi absoluto del Palacio y un gran ambiente. Un ambiente de final.
Los de Jota González pusieron las cosas difíciles al Atlético en la primera mitad, pero se vieron claramente superados por el ritmo vertiginoso y la intensidad defensiva de los de Dujshebaev en la segunda parte. Pese a la diferencia insalvable del último tramo de partido, los riojanos tiraron de casta y se ganaron una enorme ovación al final del encuentro. El orgullo por la actitud del equipo era evidente, pese a la tristeza por la derrota.
Había comenzado el equipo riojano totalmente lanzado, al mismo ritmo trepidante de la semifinal frente al Puerto Sagunto. Llevado en volandas por la grada, el Naturhouse se puso por delante en el marcador de la mano de Thiagus Petrus, que anotó tres de los primeros cuatro goles locales, antes de ser castigado con dos minutos por una acción defensiva. El Atlético de Madrid reaccionó bien al ímpetu de los riojanos, y aprovechó su primera superioridad para ponerse con una ventaja de dos tantos (4-6 en el minuto 10).
Las dos defensas se mostraron serias, en ocasiones contundentes, lo que motivó protestas desde la grada por la dureza de algunas acciones rojiblancas en las que los colegiados no apreciaron falta. La eficacia atrás de ambos conjuntos hizo que los ataques se resintieran. La distancia se mantuvo en los dos goles durante muchos minutos.
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Si los de Jota aguantaron a dos goles en el marcador fue en buena parte 'culpa' de Jorge Martínez. El guardameta, al igual que Gurutz Aginagalde ante el Puerto Sagunto, se erigió en muro para los lanzadores desde los siete metros. Le detuvo un penalti a Lazarov y otro a Cañellas en la primera parte. Pero también el Atlético tenía en Hombrados un seguro contra los ataques riojanos.
Se notaban en el Naturhouse ciertas dificultades para hacer circular el balón. Niko Mindegia apenas tuvo minutos en la primera parte, y Sasha Tioumentsev tampoco estaba al 100%. Sin esa dirección costaba más encontrar el hueco en la férrea defensa rojiblanca. Thiagus, el más enchufado, había sufrido la segunda exclusión en el minuto 15, lo que limitó su participación.
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Tampoco los de Dujshebaev encontraban el lanzamiento fácil, pero Cañellas se echó al equipo a la espalda y con sus cañonazos puso a los visitantes cuatro goles arriba (14-18). La réplica de Capote en el último suspiro dejaba las ilusiones del Naturhouse intactas para la reanudación, pero también marcaba que el Atlético quería hacer valer su superioridad en la cancha.
Comenzó la segunda parte marcando el Naturhouse, en una acción en la que Marko Curuvija se lesionó en la muñeca. Volvieron los fallos en el ataque riojano. Eso, sumado a la gran calidad en ataque del Atlético de Madrid, hizo que la ventaja se ampliase. En muchas jugadas el Naturhouse no llegaba a hacer el balance y ese desajuste no lo perdonaron los de Dujshebaev.
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Velocidad e intensidad
En apenas cinco minutos, los visitantes mostraron su clara superioridad. Imprimieron más velocidad a su juego y se emplearon con aún más contundencia e intensidad en defensa, ampliando la renta a seis goles (17-23 en el minuto 36). Jota González se vio obligado a pedir tiempo muerto.
Pareció surtir efecto, ya que Miralles anotó en la jugada siguiente y el Naturhouse volvió a quedarse en superioridad por exclusión de Källman. Pero fue un espejismo. Jota volvió a pedir tiempo muerto apenas cuatro minutos después del primero (19-26 en el minuto 40). Ya no logró detener la sangría y el Atlético metió la directa, comandado por un pletórico Julen Aginagalde (ocho goles en ocho lanzamientos, al igual que Jurkiewicz y Thiagus). El pivote rojiblanco anotó tres seguidos para poner la máxima diferencia hasta entonces (22-32). La máxima renta fue de 12 goles.
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Con el partido totalmente decantado a favor del Atlético, los jugadores del Naturhouse hicieron un esfuerzo para dejar con buen sabor de boca a la afición. Al final, una derrota abultada (28-38) para concluir la primera gran final a la que ha llegado el balonmano riojano.
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