Barack Obama. :: REUTERS
Junto a los menores han muerto seis adultos

Una clase de Primaria desaparece en Connecticut

Un joven de 24 años mata a su madre en casa y acaba con la vida de 20 alumnos a los que ella enseñaba

JUAN PABLO NÓBREGA

Sábado, 15 de diciembre 2012, 12:01

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«Más allá de lo imaginable». «¡¿Por qué, por qué, por qué?!». A los testigos y familiares de las víctimas de la masacre que segó ayer la vida de 27 personas 20 niños, 6 adultos y el propio autor en una escuela de Primaria en el Estado de Connecticut les costaba encontrar palabras para describir el último mazazo de un pistolero solitario de EE UU. Una estela de horror que paralizó también al país, como antes sucedió con los asesinatos masivos en el instituto de Columbine, la Universidad Virginia Tech y tantos otros espacios públicos.

Según el relato policial, todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos una vez el supuesto asesino, identificado anoche por la Policía comoAdam Lanza, logró penetrar en el centro educativo de Newtown. Armado hasta los dientes y protegido por un chaleco antibalas, el joven de 28 años vació sus cargadores contra todo lo que encontró a su paso.

La espiral de muerte desencadenada por el tirador no se habría limitado al recinto de la Sandy Hook Elementary School. La madre de Adam Lanza apareció muerta en su domicilio de Nueva Jersey, en circunstancias no divulgadas. El hermano menor del autor de la masacre, Ryan, y su padre, divorciado, fueron interrogados, y aparentemente no tiene nada que ver con el tiroteo. La Policía explicó que Adam Lanza se quitó la vida en una de las aulas. Los agentes hallaron su cadáver cuando peinaban el centro educativo.

Un emocionado Barack Obama compareció en la Casa Blanca para dar el pésame a los familiares. «Hemos sufrido demasiadas masacres», señaló con lágrimas en los ojos el presidente. «Sé que no hay un padre en Estados Unidos que no sienta la misma pena devastadora que siento yo», añadió al recordar que entre las víctimas del tiroteo figuran niños de entre cinco y diez años.

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Aunque sus referencias al control de armas no fueron tan extensas como en otras ocasiones, dejó claro que el país tiene un grave problema por la libertad que impera en este comercio. Varios dirigentes políticos, tanto demócratas como republicanos, lamentaron las consecuencias del nuevo suceso violento, evitando referirse a medida alguna para controlar la posesión de armas. Para el presidente de la Campaña Brady grupo cívico que lucha contra la violencia armada, Dan Gross, «lo que importa no es lo que hacemos después de las tragedias extraordinarias, sino lo que hacemos entre esas tragedias para que se oiga la voz de la opinión pública de EEUU».

Medidas de seguridad

«Quién iba a decir que esto iba a ocurrir en un sitio tan pequeño», lamentaba una madre que se sentía enormemente afortunada de que su hijita de siete años no hubiera sufrido ni un rasguño. Newtown es el típico suburbio de Connecticut en el que residen familias de clase media cuyo centros de trabajo están la capital del Estado, Hartford, o en Nueva York, situada a una hora de distancia en coche.

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Pese a la tranquilidad que rodeaba a esta escuela con un censo de 700 alumnos, su director había enviado recientemente un informe a los padres donde argumentaba la necesidad de reforzar las medidas de seguridad. El procedimiento es parecido al que siguen las autoridades educativas en otros Estados a raíz de las periódicas masacres que se suceden el país y busca que cualquier persona ajena al centro sea sometida a un estricto control de seguridad antes de acceder.

En teoría conocedor de las rutinas de maestros y alumnos gracias a su madre, el tirador se habría introducido sin mayores problemas en el recinto en torno las 9,30 de la mañana. La Policía no tardó en acudir a las primeras llamadas de socorro, pero cuando se personaron los primeros agentes solo hallaron un reguero de sangre y muerte. Poco se sabe todavía de la resistencia que pudo encontrar el agresor por parte del personal educativo, aunque dada la artillería que portaba al menos cuatro armas y el centenar de balas disparadas, sorprende que no causara aún más víctimas.

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Un segundo sospechoso, detenido en los primeros momentos en las cercanías de la escuela y que al parecer vestía ropas de camuflaje, estaba siendo sometido anoche a un intenso interrogatorio, aunque la Policía no había presentado acusación formal contra él.

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