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MARTA PECIÑA
Domingo, 23 de septiembre 2012, 11:30
La señora de Murga ha cambiado su tocado de lino por los planos, su vestido de terciopelo por un buzo de trabajo y sus vasallos por una enorme lista de facturas que se acumulan desde hace veinte años, pero María Teresa Murga Iznardi está satisfecha porque a pesar de los grandes esfuerzos y el inmenso trabajo que ella y su familia han realizado, ahora, puede disfrutar del patrimonio familiar. Y no sólo ella, porque la casa-torre estará disponible para celebrar eventos. Su hija, Ania, se encarga de todos los detalles, desde el catering al equipo de proyección, las invitaciones o las flores.
María Teresa es descendiente directa del primer señor de Murga, Juan Sánchez Chiquelín, hijo bastardo del séptimo señor de Ayala, del que recibió también el molino situado junto a la casa-torre y las tierras que rodean al edificio. Con este mismo espíritu la familia ha mantenido parte del 'vínculo', el compromiso que impedía vender el patrimonio sin permiso del Rey.
Han sido años de limpieza y restauración del entorno y el edificio y el resultado salta a la vista. Basta con bajar por el camino que bordea una viña de txakoli en la que se pueden encontrar las cinco variedades de uva autorizadas para elaborar el caldo en Arabako Txakolina. Según se avanza por el sendero, puede verse un hermoso edificio al que se acceder por un estrecho puente que sólo permitía el paso de «xente y cavallerías», según reza un cartel explicativo. Los carros debían vadear el río. Los surcos que desembocan en el idílico cauce del Izoria dan fe de las rodaduras que todavía hoy siguen siendo paso obligado para los vehículos.
La fortaleza
Llegados a este punto, aparece la casa torre del siglo XIII a la que se accede desde un añadido posterior, del siglo XVI, que le da un aspecto palaciego con enormes arcos de piedra y una estructura de madera que se ha mantenido sin apenas cambios. En este pórtico espectacular, que durante años fue una cuadra, se encuentran los baños.
-¡Cuidado, hay un foso!
-¿¿¿????
-Es una cata arqueológica en la que se puede ver la roca original sobre la que se asienta la torre, cubierta con un cristal transparente para dar acceso a los lavabos y bajo el que se aprecia un casco metálico y varias piezas de barro.
-Uff!!!
Una escalera de piedra jalonada con espadas de la época da acceso a la antigua entrada de la casa torre que quedaba a salvo de visitantes inoportunos con una escalera de madera que se retiraba a tiempo para impedir su entrada. La misma que da entrada a un inmenso salón en forma de 'L' que bordea el exterior de la torre en el que se puede encontrar una deliciosa reliquia, una pequeña capilla que conserva el suelo original de losas de barro cocido.
Para entrar en la torre hay que atravesar un arco de un metro y medio de anchura de piedra de sillería con forma apuntada. Se cierra con una puerta de madera maciza que conserva la tranca que impedía la entrada de extraños. En el interior del edificio, la escalera original da acceso al piso superior, pero esa ya es otra historia, porque la rehabilitación todavía tiene un largo camino por recorrer.
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