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GERARDO ELORRIAGA
Martes, 4 de septiembre 2012, 04:14
Las muchachas vírgenes de Suazilandia cumplieron una vez más con el ritual del 'Umhlanga' o 'danza de los juncos' y participaron ayer en los bailes en homenaje a su rey Mswati III. Es el último rey absolutista de África y una figura contestada por su rol en la difícil situación social y económica que vive el país, situado entre Sudáfrica y Mozambique y carente de salida al mar. El espectáculo, que tuvo lugar a lo largo del pasado fin de semana en la periferia de la capital, Mbabane, ha sido utilizado tradicionalmente por el monarca para elegir a sus esposas y es considerado como una excepcional ocasión para las jóvenes de huir de la pobreza e ingresar en la opulenta Casa Real.
La tradición de danzar con el pecho al descubierto y portando atuendos tribales es defendida por el soberano y buena parte de la población, y se ha convertido en una seña de identidad del Estado, poblado por 1,2 millones de habitantes, de origen bantú. Mientras dos terceras partes de los ciudadanos permanecen bajo el umbral de la pobreza, el rey hace gala de un ostentoso tren de vida gracias a una fortuna estimada en unos 200 millones de dólares (más de 158 millones de euros).
Las demandas de liberalización del régimen no han sido escuchadas. El pasado año, la Policía reprimió violentamente las manifestaciones multitudinarias de trabajadores y estudiantes que reclamaban democracia y protestaban por la reducción del gasto público y los salarios. El país manifiesta una absoluta dependencia de su vecino sudafricano y la Administración hubo de reconocer su incapacidad para hacer frente a sus pagos ante los efectos de la recesión en la potencia austral.
El rey, su madre, conocida como la Gran Elefanta, y sus doce o trece cónyuges permanecen ajenos al descontento y los requerimientos populares. Aunque poseen una decena de palacios en Suazilandia, mantienen su cosmopolita estilo de vida con frecuentes estancias en Norteamérica y los emiratos árabes. El partido opositor Pudemo, prohibido, denuncia que este tipo de rituales suponen una distracción para «los pobres, una práctica alejada de un verdadero proceso para encontrar soluciones a las cuestiones de fondo».
La ceremonia reúne a entre veinte y treinta mil jóvenes solteras de todo el país. La reunión es utilizada para las ONG para prevenir sobre el riesgo de contagio de enfermedades por la vía sexual. El 38% de su población adulta está infectada por el Sida y el peso de la enfermedad y la suerte de los 100.000 huérfanos existentes lastran inevitablemente el futuro de la última monarquía feudal del continente negro.
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