OLATZ BARRIUSO
Domingo, 1 de mayo 2011, 11:40
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Tres rosas rojas. Luces bajas y un solo foco recortando la figura del lehendakari López sobre el escenario del bilbaíno teatro Campos. Fue el broche final, emotivo, del acto cargado de simbolismo con el que los socialistas vascos se homenajearon a sí mismos y reivindicaron su papel en los Ejecutivos de Vitoria y de Madrid y en los tiempos de la Transición y del gobierno preautonómico -el Consejo General Vasco- que presidió Ramón Rubial. Todo un ejercicio de autoafirmación en tiempos nada boyantes para el socialismo si se hace caso a las encuestas, con el que el partido pareció querer insuflarse ánimo además de rubricar la conmemoración del 125 aniversario del PSE. Precisamente, una de las tres rosas, roja «como el mineral de hierro», que el jefe del Ejecutivo vasco depositó en el escenario quiso recordar a los mineros de La Arboleda que fundaron el partido; la segunda, roja «como el corazón», fue para los militantes que sufrieron «cárcel, exilio o paredón» en el franquismo; la tercera, del color «de la sangre», se convirtió en un recuerdo a las víctimas del terrorismo.
De hecho, la memoria de los asesinados por ETA impregnó la hora y media larga que duró el acto, que logró aglutinar en una misma fotografía a los principales rostros del PSE en los últimos treinta años y contar con la presencia de dos de los tres ministros vascos del Gabinete Zapatero, Ramón Jáuregui y Ángel Gabilondo. Estuvieron, una veintena larga, consejeros y exconsejeros, ministros y exministros, con un rasgo en común: haber salido de la 'cantera' vasca. Entre el público, no faltaron la viuda de Isaías Carrasco, Marian Romero, con otra víctima de ETA, Esther Cabezudo, y el exdirector de la Policía Víctor García Hidalgo, hoy en el ojo del huracán por el 'caso Faisán'.
Los cargos y exdirigentes fueron subiendo al escenario -donde les esperaba López con una moneda conmemorativa- anunciados por megafonía y entre los aplausos del público, que se esmeró en la ovación al exministro del Interior José Luis Corcuera. Otros rostros históricos de los gobiernos de Felipe González -Carlos Solchaga, Enrique Múgica, Juan Manuel Eguiagaray, Claudio Aranzadi, Luis Atienza y Joaquín Almunia- compartieron tarima con consejeros de la etapa preautonómica -como el exsecretario general del PSE 'Txiki' Benegas, que fue titular de Interior, o José Antonio Maturana- y de los ejecutivos de coalición con el PNV. Allí estuvieron, entre otros, Paulino Luesma, Francisco Egea y José Ramón Recalde, que emocionó con su homenaje a las víctimas.
A todas ellas las consideró «compañeras» -él sobrevivió a un disparo de ETA en la boca- y se acordó de sus amigos asesinados. «Yo me libré de la muerte mientras ellos caían». Todos los oradores recordaron a las víctimas y hablaron de funerales: Benegas recordó ochenta en un año y Jáuregui dijo haber asistido a no menos de 300.
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El que fuera vicelehendakari de Ardanza y hoy ministro de la Presidencia se «rebeló», ahora que se está «tocando con la punta de los dedos el final de la violencia», contra quienes, en alusión al PP, «siembran de cizaña nuestra gestión» de ese final de ETA. El lehendakari también arremetió contra quienes «debilitan la democracia» por «un puñado de votos» pero se centró en el mensaje que dio sentido al acto: reivindicar la aportación del PSE al ocaso del terrorismo -«hemos sido un muro contra el totalitarismo etarra»-, su defensa «en primera línea» del autogobierno, sus esfuerzos por poner fin al «enfrentamiento identitario» en Euskadi y su apego a los valores de la izquierda.
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