MARÍA REGO
Jueves, 27 de enero 2011, 03:41
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Ocho meses de obras han puesto fin a más de tres décadas de desencuentros entre el Ayuntamiento vitoriano y las familias de dos de los artistas que alumbraron uno de los rincones más singulares de la ciudad. La plaza de Los Fueros renació ayer con un aspecto más cercano al proyecto original del arquitecto Luis Peña Ganchegui y el escultor Eduardo Chillida, quienes no pudieron pisar la 'versión 2011' del espacio abierto con polémica en 1979. Fallecido el primero hace casi dos años y, siete antes, el coautor del Peine del Viento, ninguno llegó a ver la puesta en marcha del proyecto de reforma. Su resultado «no es sólo nuestro, está con nosotros por proximidad física, pero es un patrimonio de la sociedad vasca», destacó el alcalde de la capital alavesa, Patxi Lazcoz, junto a los hijos de ambos creadores, durante la reinauguración.
La nueva cara de la plaza lleva el sello de los herederos de los dos genios vascos. Rocío Peña y Luis, Gonzalo e Ignacio Chillida pisaron ayer de nuevo el recinto y juntos han supervisado de manera directa cada uno de los anteriores pasos dados por el Consistorio a lo largo del último año. Las tres partes hicieron las paces en 2009. El anhelado acuerdo puso sobre la mesa la necesidad de reorientar el rumbo que había tomado el espacio tras las diferentes reformas acometidas y había alejado su forma del proyecto inicial hasta convertirse en «un tesoro» que durante mucho tiempo pasó «desapercibido», admitió el regidor socialista durante la recepción a las familias y autoridades asistentes al acto. A la cita asistió, por ejemplo, la consejera de Cultura del Gobierno vasco, Blanca Urgell, que destacó el buen entendimiento alcanzado entre todos los implicados para «poner en valor» una obra levantada «al servicio de la ciudad».
«Buen uso» de los fondos
Acercarla a sus vecinos se convirtió precisamente en el principal objetivo de la reforma, que arrancó el pasado verano gracias a los casi 950.000 euros procedentes de la segunda edición del Plan E. Con esta inversión se decidió elevar la cota del suelo de la plaza, restaurar la escultura en homenaje a los fueros vascos antes de colocarla en su nueva altura -desaparece también su particular mirador, que se cierra al unir los dos muros-, mejorar la iluminación o eliminar la valla instalada en los 90 tras un accidente. El proyecto se centró además en la revisión de los alcorques de alrededor, la reforma de la bolera o la plantación del conocido como árbol de las libertades después de encontrar una solución a los anteriores problemas de drenaje que impidieron su agarre. En total, una larga lista de detalles que, a juicio del delegado del Gobierno en Euskadi, Mikel Cabieces, da «ejemplo del buen uso de los recursos» procedentes de los fondos estatales. Además, añadió, la recuperación del recinto permite que Vitoria se presente como «una ciudad atractiva» para el turismo.
A disfrutar del lugar les ayudará una réplica del espacio en bronce colocada a la entrada por la plaza de Correos donde se explica en castellano, euskera e inglés la motivación que guió a Chillida y Peña Ganchegui en el diseño del recinto. «Es parte de la identidad del País Vasco y especialmente de los vitorianos», resumió Lazcoz antes de animar a los ciudadanos a bajar al foso y tocar la escultura realizada en acero corten. Para el regidor, «se salda una deuda» con las familias de los artistas y con una parte del «corazón de la ciudad».
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