Gordexola recupera como hotel y restaurante un convento del siglo XVI

Ningún vecino de Gordexola menor de 30 años recuerda haber acudido a una misa en el convento Santa Isabel. «No he entrado nunca», reconoce una joven que pasea a su perro en las inmediaciones. Sólo los más mayores se acuerdan de la congregación de monjas de clausura que vivía en su interior desde tiempos inmemoriales. Situado a las afueras del municipio, hasta 1985 aún se podían oír los cantos de las hermanas a las horas que prescribe la regla. Un edificio del siglo XVI que incluía las celdas de las religiosas y una iglesia anexa que fue consagrada en 1682.

Durante siglos la historia del monasterio discurrió entre rezos y el afán cotidiano de las religiosas para mantenerse. El eterno 'ora et labora' medieval que parecía ajeno al discurrir de los tiempos, hasta que estos se echaron encima y, ante la falta de vocaciones, se decidió que era inviable la continuidad de la comunidad. Hoy se ha reconvertido en el hotel-restaurante Ibaia. Un lugar que conserva el pasado y permite a cualquier persona realizar su ceremonia religiosa y la posterior celebración en el mismo sitio.

El director, Roberto Delgado, nos introduce en un lugar recuperado para el culto que puede albergar más acontecimientos. La Diputación ha autorizado, de hecho, cuatro clases de explotación en el recinto sagrado. «Ahora tiene uso religioso, educativo, cultural y musical», detalla. El claustro y el coro de la iglesia han sido reformados dejando atrás un cuarto de siglo de abandono.

«Primero nos dejaron poner un tejado nuevo y hacer una ampliación para la segunda planta», explica Fermín, el párroco. Pero fue en junio de 2009 cuando los habitantes de Gordexola empezaron a notar que las obras en Santa Isabel se aceleraban. La excavación, la escollera y la parte nueva se empezó a levantar hace año y medio ya con vistas a crear el hotel Ibaia.

39 habitaciones

Los vecinos ya se han acercado al recinto para preguntar si se pueden realizar misas y sacramentos. Son 6.000 metros cuadrados con la particularidad de que los invitados que salgan de una ceremonia pueden disfrutar del cóctel en el claustro y tomar asiento en algunas de las 250 mesas del comedor principal. La oferta se remata con 39 habitaciones, salones y la propia iglesia, capaz de convertirse en centro de reuniones.