Borrar
La novelista Marta Sanz fue alumna de la Escuela de Letras, antes que profesora. :: JOSÉ RAMÓN LADRA.
Aprende a escribir
CULTURA

Aprende a escribir

Los centros que enseñan a manejar la trama y los personajes se multiplican en España y llegan a tener hasta mil alumnos, que comparten y discuten sus primeros textos literarios La literatura es talento, y también oficio. Los futuros autores lo saben y se preparan en escuelas especiales

IÑAKI ESTEBAN

Domingo, 29 de agosto 2010, 04:42

El padre de Marta Sanz no se inmutó cuando su hija le avisó de que quería ser escritora. Le había visto escribir desde niña y estudiaba Filología Hispánica, así que esa vocación entraba dentro de lo normal. Eso sí: una vez terminada la Universidad, le obligó a apuntarse en una escuela para aprender el oficio. La chica había hecho toda la escolaridad y los estudios universitarios en centros públicos, y ya era hora de gastarse algo de dinero en su educación.

Finalista del Premio Nadal con 'Susana y los viejos', Marta Sanz (1967) se matriculó en el primer centro en España de estas características: la Escuela de Letras de Madrid, fundada en 1989, de la que hoy es profesora. «Ir a clase fue como salir del armario. Te expones a las críticas y las sabes asimilar. Conoces a gente inquieta, aprendes las cosas que no debes hacer y a leer con sentido crítico», resume la autora, que acaba de publicar 'Black, black, black' (Anagrama), un juego literario sobre la novela negra.

El tópico del escritor que se abandona a su ingenio y a su inspiración -el genio romántico- ha tenido muy buena salud en España durante los dos últimos siglos. En un país donde han existido talleres de pintores como los de Velázquez o Goya, el hecho de que alguien expresara su deseo de recibir clases para aprender a escribir literatura se ha visto como un síntoma de falta de talento. En las universidades norteamericanas, sin embargo, se ha enseñado a escribir desde siempre. Los resultados están a la vista: Raymond Carver fue alumno de un posgrado en Escritura Creativa y a su vez enseñó a Richard Ford, lo mismo que Philip Roth se ha dedicado a dar clases sobre cómo perfilar personajes e historias la mayor parte de su vida.

Javier Pascual, de 28 años, se ha hecho funcionario porque quiere tiempo para dedicarlo a la escritura y estudia en la Escuela de Escritores, también de Madrid, ciudad en la que se concentran la mayor parte de estos centros, cuyos cursos cuestan desde los 200 euros si son de doce horas hasta los 2.000 si duran el curso entero. «Escribir tiene esa parte de oficio que requiere mucho esfuerzo y mucha técnica. Hay que ser concreto en lo que cuentas en vez de abstracto, porque si no te queda vaporoso. Para ello nada mejor que los ejercicios, como describir un cenicero. Tienes que pulverizar los tópicos, aprender a leer y a elaborar una mirada, un discurso propio».

El director de la Escuela de Escritores, Javier Sagarna, es farmacéutico de formación, de 46 años, y trabajó en la industria hasta que decidió dedicarse a su propia escritura y al centro, del que primero fue alumno, y que ahora acoge a más de mil matriculados por curso académico. «En los primeros días de clase, lo fundamental es quitarles una falsa idea de lo literario. Muchos estudiantes sienten fascinación por las palabras, por su sonoridad, adjetivan demasiado y hay que recalcarles que las historias, para que tengan sentido, no son nada sin un conflicto entre los personajes».

Quitarse la pereza

Lo primero que debe aprender un alumno -asegura Juan Carlos Suñén, fundador de la Escuela de Letras junto al crítico Constantino Bértolo y al novelista Alejandro Gándara- es a justificar por qué ha elegido un estilo, un desarrollo, un punto de vista. «Una descripción, como decía Gabriel Ferrater, debe ser tan ajustada a su propósito como una carta comercial», añade.

Según Pablo Mahaux, alumno de 35 años de la escuela Hotel Kafka, uno de los últimos centros en llegar al panorama, estudiar en ellos sirve también para «quitarse la pereza y adquirir el hábito de escribir todos los días y llegar a un buen punto de autocorrección para saber detectar los fallos».

El director de Hotel Kafka, Eduardo Vilas, es originario de San Sebastián. Un sábado vio un anuncio de una escuela de escritura en un periódico y el lunes llamó para matricularse en ella. En 2006 creó este centro madrileño que, además de enseñar a escribir, funciona como librería y como espacio para conferencias y encuentros con los autores.

Entre sus profesores se encuentran Eloy Tizón, Elvira Lindo, Javier Azpeitia y Antonio Orejudo. Y entre sus alumnos destacan dos tipos: «el recién licenciado, o casi, que escribe pero toca de oído y quiere aprender; y el profesional, abogados que quieren mejorar la redacción de sus informes, el economista que tiene que escribir los estudios de mercado o el publicitario que quiere dar más gancho a su trabajo».

Sagarna también divide a sus alumnos en dos grupos, esta vez por edad. «Los que tienen entre 25 y 35 años y están empezando a escribir, y los que tienen entre 40 y 60, y tienen ya experiencia pero notan cierto estancamiento. También, claro, hay amas de casa, por qué no».

Gente muy motivada

La implicación en la escritura es necesaria, pero también hay que poner unos límites, matiza el director de la Escuela de Escritores. «Para ser un buen autor hace falta meter horas, tener una gran vocación y saber aguantar muchas frustraciones», explica. «Aun así, yo siempre recomiendo que la gente se lo piense mucho antes de dar el paso a la profesionalización. De escribir novelas sólo viven unos veinte escritores en España».

Otra cosa es que las escuelas tengan contactos con editoriales, como Hotel Kafka con Lengua de Trapo, o que sus profesores puedan interceder por los alumnos que ellos ven como mejor dotados. Esto es lo que le pasó a Marta Sanz con Constantino Bértolo, su profesor y además editor en Debate, donde publicó su primera novela, 'El frío', en 1995.

Los alumnos tienen claro que se puede aprender a escribir novelas. Pero ¿y los profesores? ¿Cómo se puede enseñar algo que también depende de la invención personal? «La gente viene muy motivada, con muchísimo interés, y hay que estar a la altura. La exigencia es máxima», apunta Sanz, que se dedica fundamentalmente a dar clases de lectura, un paso necesario para saber escribir. 'El gran Gatsby' de Francis Scott Fitzgerald, 'El guardián entre el centeno' de J.D. Salinger y 'El extranjero' de Albert Camus figuran entre los textos obligatorios.

En cierto modo, la enseñanza se practica en negativo, argumenta Begoña Huertas, novelista y profesora de Hotel Kafka. «Yo les enseño que lo primero que les sale no vale, ni lo segundo ni lo tercero. Hay que reescribir sin tener miedo a perder la espontaneidad. Pero, además de evitar los errores, hay técnicas para provocar los aciertos. Es como un alfarero. Si pones un dedo en el barro de una determinada forma, sale este u otro efecto».

Isabel Cañelles, de la Escuela de Escritores, afirma que «casi todo el mundo, si pone el empeño suficiente y aprende a alimentarse del error, puede hacer grandes avances. Y de hecho aquellos que perseveran, los hacen». Los peores alumnos, según Cañelles, son aquellos que acuden a clase para oír halagos; los mejores, los que encajan bien las críticas y se empeñan en superarlas.

Pero, como la escritura es también un asunto del corazón, hay que andarse con cuidado para no herir los sentimientos. «En las primeras sesiones casi imponemos a los alumnos tomar unas cañas después de clase. Y es que crear un clima de confianza con los demás, incluido el profesor, desinhibirse y perder de alguna forma el pudor es imprescindible para lanzarse a escribir algo que merezca mínimamente la pena», destaca la profesora.

Las escuelas y cursos proliferan. En Vizcaya, la Diputación organizó en 2008-2009 un taller coordinado por Karmentxu Pérez Urresti, que asimismo ha impartido clases de escritura creativa en la Universidad del País Vasco y en las aulas de cultura de Basauri, Leoia y Algorta, entre otros lugares. La afición a escribir es grande y crece, tanto que algunos editores ven, con algo de catastrofismo, un futuro en el que habrá más escritores que lectores.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Aprende a escribir