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Sor Hortensia con algunas de las piezas que se elaboran para la tómbola solidaria. :: A. L.
«El dinero de la tómbola es para un pozo de agua, que allí es la vida»
GUIPÚZCOA

«El dinero de la tómbola es para un pozo de agua, que allí es la vida»

La hermana Hortensia ha conseguido crear un pozo en Sangue, en parte con el dinero de la Tómbola de Ermua Hortensia Perosanz Misionera de las 'Hermanas Azules' en Africa

AINHOA LASUEN

Domingo, 18 de julio 2010, 04:46

Tiene en mente una multitud de proyectos, pero lo mejor es que poco a poco ella los pone en marcha para ayudar a las personas para las que trabaja desde hace 44 años en tierras de África. La hermana de la orden de la Inmaculada Concepción de Castres, Sor Hortensia Perosanz, a sus 67 años sigue ligada a Ermua gracias a su hermana Pilar que la ayuda en lo que puede desde la villa. Cada año le envía el dinero que le ofrecen las mujeres de la Tómbola Solidaria que se organiza en Navidad en Ermua.

Sor Hortensia se encuentra en un pueblecito a 80 kilómetros de Dakar, llamado Sangue ( Senegal), que cuenta con 4.000 habitantes.

Ella sabe que debe ir poco a poco, aunque su confianza en la providencia y su carácter optimista no le permiten descansar ni siquiera estos días de asueto en los que se encuentra en casa de su hermana en Ermua. En pocos días estará de vuelta, ya que está deseando ponerse a trabajar.

-¿Para qué ha servido el dinero que se ha enviado desde Ermua?.

-Para crear un pozo. Tenemos un dispensario de salud, la maternidad, una escuela de parvulitos, la promoción para la mujer, pero ahora estamos también atendiendo a los hombres para darles trabajo. En este lugar llevo sólo 3 años, pero he estado en otro llamado Mbour y allí he visto lo bonito que es cuando los hombres tienen un empleo, porque lo cambia todo . Antes se pasaban meses jugando a cartas y bebiendo y desde que hemos hecho pozos ha cambiado la vida completamente en Mbour y alrededores.

-¿Eso es lo que está intentando lograr eso en el pueblo en el que está ahora?.

-Llevó sólo 3 años y me desanimaban y me decían que no podía conseguir nada con los hombres, pero ví que había allí una perforación de agua y un depósito sin utilizar, porque no tenían medios para hacerlo funcionar, y ahora ya tenemos agua. Pregunté a un ingeniero de Mali y me gustó el proyecto que hizo para hacer funcionar ese lugar, por 7.000 euros. Entonces llamé a la tómbola, a la Caja Laboral que también nos ha ayudado mucho, a las hermanas de Barcelona y con un poco de todos los lados lo hemos conseguido. Dos días antes de venirme ya estaba saliendo agua del pozo. Yo creo que estoy más emocionada que ellos, porque les veía como estaban de entusiasmados trabajando en ello. Además me decían que si eso funcionaba quizá los jóvenes que habían ido a Dakar volverían al pueblo.

-Es importante el agua allí ¿no es así?.

-El agua allí es la vida.

-¿Para qué se va a usar el pozo?.

-La vamos a canalizar para regar las 25 hectáreas de terreno que tenemos. Vamos a comenzar con 4 hectáreas en las que puedan cultivar lo que puedan comer y vender en los mercadillos de allí y conseguir tener algo, porque no hay nada. Para comprar una lechuga o algo tienes que irte a otro pueblo a 10 kilómetros a pie. De todos modos, ya hemos montado un mercadillo, porque las mujeres vienen a nuestra casa ha hacer jabones, lejía, latas de guindillas en conserva, y ya los vendimos en un mercadillo que montamos. Conseguimos hacer todo lo que se puede inventar para que ellas no tengan que irse del pueblo y dejar a sus niños allí durante todo el día. Además ahora si los hombres trabajan en el terreno podrán alimentar ese mercadillo. De este modo, el pozo permite hacer funcionar otro proyecto.

Nuevos proyectos

-Los proyectos son como las fichas del dominó.

-Sí y la primera ficha es el agua. Así las mujeres podrán conservar alimentos para las fechas en que no haya cosecha. Ya hicimos en su día conservas de tomate. Y después de ese proyecto tengo dos más.

-¿Usted no para nunca?

-No conviene. El otro proyecto es el de crear una pequeña presa porque cuando llueve mucho baja por allí algo de agua y así se podría luego criar y vender pescado en el mismo pueblo. Y luego tengo ganas de crear un centro de formación, en una casita de paja, pero que tengan un lugar para que los que no sepan leer aprendan, que los que sepan un poco más aumenten sus conocimientos y los que están en la agricultura reciban charlas de los ingenieros que acuden a veces a nuestros pueblos. También me gustaría contar con luz solar en el dispensario, ahora hay que ir con la linterna. Ellos tienen entusiasmo y sólo hay que acompañarlos.

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