
OLATZ BARRIUSO o.barriuso@diario-elcorreo.com
Sábado, 3 de julio 2010, 13:02
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Las encuestas siguen propinando un varapalo al lehendakari Patxi López al medir la confianza de los ciudadanos en la capacidad de su Gobierno para resolver los problemas y la satisfacción con su gestión. Pero, al mismo tiempo, mantiene intactos sus apoyos iniciales a pesar del ánimo sombrío de los encuestados -el pesimismo respecto a la situación económica afecta a siete de cada diez vascos- y ve cómo los indicadores considerados clave por los socialistas para valorar la aceptación del cambio político (el grado de crispación social, la sensación de libertad, la política antiterrorista) le son favorables.
La tercera oleada del Euskobarómetro realizada durante el mandato de López -en la práctica la segunda, porque la primera se elaboró apenas unos días después de su investidura- no mejora las expectativas que provoca en los vascos, sobre todo respecto a sus predecesores, ni muestra una mayor aceptación del acuerdo de estabilidad alcanzado entre socialistas y populares, que sigue generando un mayoritario desagrado (63%).
No obstante, el sondeo hecho público ayer revela que para los vascos el clima político es notablemente más respirable hoy que hace seis meses y que la valoración pormenorizada de las políticas diseñadas desde los despachos de Lakua -con especial mención para la antiterrorista- no resulta especialmente negativa. De hecho, ya son más los que ven «más eficaz» la lucha contra ETA de este Gobierno (tres de cada diez) que el 21% que se decanta por la estrategia anterior y se saludan políticas emblemáticas como el plan de deslegitimación de la violencia o la retirada de carteles de presos. Aprueban el transporte y la sanidad y rozan el aprobado la seguridad ciudadana y las políticas de igualdad y bienestar social, quedando lejos la política económica y la de vivienda. Una tendencia que, según el director del estudio, Francisco Llera, indica que el Gobierno vasco «necesita tiempo».
Lo cierto es que la encuesta -que, según los propios autores, podría tener un «ligero sesgo» de al menos cinco puntos «a favor de las opciones nacionalistas» por el «rechazo a las entrevistas por parte de un sector», aunque han preferido no corregirlo- deja claro que los vascos no reconocen mejoras al Ejecutivo al año de iniciarse su andadura. No remonta el vuelo: cuatro de cada diez ciudadanos suspende su gestión, sólo un 18% le ve condiciones para hacerlo «mejor» que Ibarretxe y únicamente dos de cada diez consultados confían en su capacidad resolutiva, mientras que los que recelan de él llega al 57%. Hace medio año, el porcentaje de quienes aseguraban tener «poca o ninguna» confianza en el Gobierno de Vitoria era del 71%.
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Tampoco su actuación para paliar la crisis económica -con mucho, la principal preocupación para los vascos en todas sus variantes- sale bien parada: siete de cada diez están convencidos de que está haciendo «poco o nada». Todo ello, eso sí, en un contexto general muy negativo y claramente más corrosivo para Zapatero, que agudiza su desgaste. A fin de cuentas, quienes creen que la situación política en España es «mala» (57%) superan ampliamente al tercio largo que piensa lo mismo de la coyuntura vasca.
Máximo pesimismo
Pero no todo son sinsabores para un Ejecutivo que prefiere relativizar unos datos que achaca no sólo al endémico disgusto que la alianza PSE-PP provoca en buena parte de la ciudadanía, sino también a la profunda crisis -el pesimismo y el recelo ante el devenir de la economía alcanzan máximos históricos y atrapan al 70%- y a la polarización crónica entre nacionalistas y no nacionalistas. De hecho, los sentimientos identitarios permanecen inalterables: la división entre abertzales y no abertzales se decanta ligerísimamente del lado de estos últimos, que suman un 52%.
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Al margen de la ligera subida de tres décimas que experimenta la valoración ciudadana del lehendakari López -a quien ahora puntúan con un cuatro frente al cinco que obtiene Aintzane Ezenarro, la única que aprueba-, las mejoras se refieren al clima político. Los vascos que perciben «tensión, discusiones y crispación en su entorno cotidiano» como consecuencia del enfrentamiento entre nacionalistas y no nacionalistas siguen siendo mayoría (56%) pero el indicador cae once puntos en un solo semestre. Además, tras dos años de empeoramiento continuado, los ciudadanos dicen sentirse más libres para hablar de política y el miedo a participar en los asuntos públicos cae catorce puntos respecto a la oleada anterior.
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