
PABLO M. DÍEZ
Sábado, 15 de mayo 2010, 04:51
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Nueva jornada de violencia en Tailandia, que se despeña hacia un conflicto civil de imposible resolución. Al menos ocho personas murieron y un centenar resultaron heridas ayer cuando el Ejército intentó sellar y aislar a los miles de manifestantes que se han atrincherado en un campamento levantado en pleno centro de la capital, Bangkok, en medio de los rascacielos que pueblan el distrito financiero y comercial.
Desde el pasado 12 de marzo, esta caótica ciudad de nueve millones de habitantes se encuentra paralizada por decenas de miles de 'camisas rojas' que piden el regreso del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, quien fue derrocado en septiembre de 2006 por un golpe militar incruento y se encuentra en el exilio para evitar la cárcel por una condena por corrupción. Aunque su partido ganó las elecciones celebradas a finales de 2007, un fallo judicial, multitudinarias protestas que cortaron el aeropuerto internacional de Bangkok y el apoyo del Ejército devolvieron el poder justo un año después al actual Gobierno del primer ministro, Abhisit Vejjajiva.
En estos dos meses, los partidarios del populista Shinawatra, en su mayoría campesinos procedentes de las pobres zonas rurales que se autodenominan los 'sin nada' o 'plebeyos', han lanzado un órdago al Ejecutivo, apoyado por las élites urbanas fieles al anciano rey Bhumibol, de 82 años. Aunque venerado, la larga enfermedad que sufre el monarca, tradicional árbitro de las disputas sociales, le impide poner fin a la fractura que amenaza con romper en dos a Tailandia, hasta ahora uno de los países más estables y turísticos del sudeste asiático.
Debido a la presión popular y a los 37 muertos y cientos de heridos contabilizados hasta ahora, el Gobierno se había comprometido a celebrar elecciones el próximo noviembre. Pero la posibilidad de una resolución pacífica se ha esfumado por las nuevas exigencias de la oposición, que pide juzgar a los responsables de la represión militar que se cobró veinticinco vidas en los violentos enfrentamientos del pasado 10 de abril.
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Además, las protestas de los 'camisas rojas' se han recrudecido después de que un general que apoya su causa, Khattiya Sawasdiphol, entrara en coma tras ser tiroteado en la cabeza, al parecer por un francotirador, mientras hablaba con los periodistas el jueves. «El primer ministro Abhisit ya ha empezado la guerra civil», alertó el cabecilla de los manifestantes, Nattawut Saikuar, quien pidió al Gobierno que retirara las tropas y detuviera la violencia.
Por su parte, un portavoz del Ejecutivo, Panitan Wattanayagorn, negó que el objetivo de la Policía y los antidisturbios fuera dispersar a los 'camisas rojas'. «Queremos establecer controles y fortalecer la seguridad en la zona de las protestas, pero ha habido intentos para provocar a los agentes y soldados», explicó. Además, el Ejército ha negado que uno de sus francotiradores disparara sobre el general Khattiya, apodado 'Seh Daeng'. «No tiene nada que ver con los soldados. Nuestra política nunca ha sido el asesinato», insistió el coronel Sansern Kaewkamnerd.
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Caos y explosiones
Sea como fuera, las imágenes que proceden de Tailandia muestran una ciudad en estado de guerra, con los manifestantes de la oposición levantando barricadas con alambre de espino y quemando neumáticos para cortar las avenidas y el tren elevado que recorre el centro urbano. En medio del caos reinante y de explosiones en pleno centro de Bangkok, el Ejército les responde lanzando gases lacrimógenos y pelotas de goma, y hasta disparando con munición real al aire o sobre la multitud. «Nunca he visto nada igual, esto es como una guerra civil», explicó a las agencias internacionales Kornvika Klinpraneat, dependiente de 28 años, quien criticó que «se está librando una batalla en medio de la ciudad con gente inocente muriendo y siendo herida».
Entre estos últimos figuran tres periodistas, uno de ellos canadiense, y dos extranjeros, por lo que varias embajadas se han visto obligadas a cerrar y han alertado a sus nacionales del peligro que acecha en el hasta ahora País de la Sonrisa.
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