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LUIS ALFONSO GÁMEZ l.a.gamez@diario-elcorreo.com
Jueves, 11 de mayo 2006, 02:00
El mar se habrá comido en 2050 una media de quince metros de cada playa del Cantábrico, según el informe sobre 'El impacto del cambio climático en las zonas costeras' que presentó ayer en San Sebastián Raúl Medina, investigador de la Universidad de Cantabria (UC) y director del trabajo. Sin la intervención del hombre, muchos de los arenales que este verano se llenarán de bañistas desaparecerían dentro de cincuenta años y otros se verían reducidos a la mínima expresión; pero eso, gracias a los vertidos de arena, no ocurrirá.
Un grupo de científicos expuso el alcance del cambio climático a responsables municipales de toda España y les pidió que lo incorporen como variable a los planes de ordenamiento urbano. «El cambio climático no es de mañana, es de ayer: la ola de calor de 2003 en Europa mató a más de 30.000 personas», dijo José Manuel Moreno, biólogo de la Universidad de Castilla-La Mancha y coordinador del informe del Ministerio de Medio Ambiente sobre el impacto de este fenómeno en España. Ese trabajó cuantifica el aumento de la temperatura media en nuestro país hacia 2100 en un máximo de 7º C y alerta de una disminución importante de las precipitaciones, si bien los efectos del cambio climático serán menores en el litoral. Las zonas costeras se enfrentan, por su parte, a otro problema: el ascenso del nivel el mar.
Medina, director del Grupo de Ingeniería Oceanográfica y de Costas de la UC que ha estudiado lo que pasará en nuestras costas, recordó que el 50% de la población mundial vive al borde del mar, que 70 millones de europeos residen en municipios costeros y que los 500 metros de suelo próximos al mar acogen en el continente bienes y servicios por valor de 1 billón de euros. «Europa gasta cada año en su franja costera 3.200 millones en protegerse de inundaciones y de la erosión, y otros 5.400 millones en la recuperación de los bienes y servicios afectados por esos problemas».
Posibles soluciones
El nivel del mar ha subido una media de 2,5 milímetros anuales en las últimas décadas. Sólo eso, sin la aportación extra del deshielo acelerado de glaciares y de la Antártida y Groenlandia, supondrá una elevación de entre 15 y 20 centímetros hacia 2050. Las playas del Cantábrico retrocederán por esta causa unos 15 metros; las del golfo de Cádiz, unos 10 metros; y las de la Costa Brava, el sur de Canarias y el sur de Baleares hasta 70 metros. En estas últimas zonas, a la subida del nivel de mar, se sumarán cambios en la dirección del oleaje que harán que los arenales giren para colocarse perpendiculares a las olas, avanzando en un extremo y retrocediendo en otro, en el que desaparecerá la playa.
«La gente no querrá aceptarlo y pedirá que se hagan vertidos de arena. Habrá sitios, como La Concha, donde serán la solución, pero no en otros casos. Algunas playas se perderán», reconoció Medina a este periódico tras su intervención en el encuentro, organizado por la Federación Española de Municipios y Provincias. «Para una ciudad como Bilbao, una subida de 20 centímetros del nivel del mar no supondrá nada. Bastará con echar otra capa de asfalto. ¿Pero qué haremos, por ejemplo, con la refinería de Petronor en Muskiz? No podemos construir un muro que la proteja porque está el río Barbadún, que tiene que seguir desaguando».
En el Cantábrico, las olas serán más altas y el viento más rápido, y eso, unido a la subida del nivel del mar, implicará un mayor riesgo de inundaciones por temporales, aunque los cuatro metros de margen entre la marea baja y la alta paliarán la situación. «No va a llegar siempre el temporal con las mareas vivas. En el Mediterráneo, será peor: no tienen ese colchón de la marea». Así, entre Málaga y Algeciras, se incrementará un 250% el número de veces que el agua rebasa espigones y otras barreras artificiales, mientras que en la cornisa cantábrica ese fenómeno se duplicará y en los archipiélagos crecerá un 35%.
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