
JON AGIRIANO
Miércoles, 20 de noviembre 2013, 14:31
Desde hace un par de años, tengo un nuevo aliciente cada vez que comienza la Liga. Con la misma ilusión con la que me entrego a una buena película de aventuras, me preparo para disfrutar de la expedición hacia lo desconocido que comanda Paco Jémez al frente del Rayo Vallecano. La diversión está asegurada y se inicia en el momento mismo en el que el técnico canario-andaluz empieza con los preparativos para su nuevo desafío extremo. Y es que no son unos preparativos normales sino algo parecido a una refundación. En Ley Concursal desde el 17 de febrero de 2011, el Rayo lleva trece años sin gastar un euro en fichajes y lo primero que se ve obligado a hacer cuando termina la temporada es poner en venta o dejar marchar a sus mejores activos. En los dos últimos años, por ejemplo, ha perdido a Michu, Diego Costa, Baptistao, Piti, Armenteros, Javi Fuego, Chori Domínguez, Jordi Amat, Movilla, Arribas, Casado, Coke y Joel.
Publicidad
Tras despedir a sus chicos y agradecerles los servicios prestados, Paco Jémez se adentra en la sección de saldos del mercado del fútbol y prepara un nuevo cuerpo expedicionario. El de esta temporada, sin i r más lejos, presenta 17 novedades respecto al anterior. Todos los jugadores han llegado gratis pero perfectamente aleccionados. Son conscientes de que, pese a haber ingresado en el club más pobre de la Liga BBVA el Rayo tiene el menor presupuesto de Primera y hasta la UEFA le negó la licencia continental la pasada temporada la exigencia va a ser máxima: ni más ni menos que jugar al fútbol a lo grande, asumiendo todos los riesgos que sean necesarios para atacar sin desmayo y sin complejos, queriendo siempre el balón ha sido el único equipo que se lo ha quitado al Barça en cinco años, buscando el espectáculo en todos sus partidos, con coraje y valentía, sea cual sea el enemigo.
Paco Jémez, en fin, propone una gran aventura. Y todas las grandes aventuras encierran una incógnita esencial: la supervivencia. Son una cuestión de vida o muerte. Un dato excepcional: en los 51 partidos que ha dirigido al Rayo sólo se han producido 5 empates. El resto han sido victorias o derrotas de todo tipo, memorables, tremebundas, injustas, angustiosas, disparatadas... Decía de todo tipo, pero no. Lo que no ha habido en ningún caso es aburrimiento, o ese tipo de fetidez que desprenden los partidos entre cobardes. Quizá no haya hinchas en España que, hoy por hoy, vivan el fútbol con más intensidad y se sientan más orgullosos de su equipo que los del Rayo Vallecano. Cuando ganan, lo celebran por todo lo alto, rebosantes de orgullo de barrio. Y cuando pierden, les reciben con cariño, como a los soldados valientes que han defendido su nombre con honor y llegan heridos del campo de batalla. Es más, hay partidos en los que la celebración de la hinchada rayista es independiente del resultado y se limita a valorar el fútbol del equipo. Se vio tras la derrota ante el Real Madrid. Con toda la razón del mundo, Vallecas fue una fiesta.
Siempre he tenido simpatía por el Rayo. De niño, porque me gustaba su camiseta y porque con los cromos de Felines y Potele acabé una colección despiadada. Y de mayor, porque en su estadio me he reído más que en ningún otro. Cómo olvidar, por ejemplo, aquella matinal en Vallecas siguiendo las evoluciones delirantes de un tronado que corría la banda intentando descentrar al linier mostrándole pósters de tías en pelotas. El caso es que el Rayo se ha convertido en mi segundo equipo y esto se lo debo a Paco Jémez, ante cuyo trabajo me quito el sombrero. Los resultados y esto lo digo para los rompetechos que no ven más allá del marcador están ahí: una permanencia holgada en su primera campaña y una clasificación para la UEFA en la segunda. Y todo ello con una plantilla de gangas y meritorios, sin gastar un chavo. Ya veremos dónde acaba esta temporada, que ha empezado con los lógicos problemas para ajustar a una plantilla nueva y obligada a recitar un guión desconocido, pero soy optimista. Lo más importante, en cualquier caso, es que el Rayo Vallecano desprende una personalidad arrolladora y se ha convertido en sinónimo de valentía, emoción, espectáculo, coraje y afán de superación.
Por supuesto, Jémez tiene sus detractores, perfectamente detectados y detectables. Son muchos los que, en el fondo, le desprecian. Les parece un cantamañanas, un alocado populista que se aprovecha, así lo piensan, de la ignorancia, la superficialidad y los caprichos de los defensores del espectáculo, el tiqui-taca y demas monsergas. Para parecer respetuosos, cuando hablan en público de él dicen que a sus equipos les falta equilibrio. Lo repiten como un mantra, como si estuvieran diciendo algo inteligente e inapelable. ¡Pues claro que les falta equilibrio, señores! Muchas veces. Pero si les falta no es porque Jémez sea imbécil sino porque ha decidido asumir ese riesgo e inclinar a su equipo hacia la portería contraria. Podría haberlo hecho hacia la suya propia, como tantos otros colegas suyos a los que curiosamente nunca se les acusa de faltos de equilibrio, y probablemente pasaría por ser un gran estratega. Ya se sabe del extraño prestigio intelectual que la usura tiene en el fútbol. Pero no. Jémez se desequilibra hacia el campo rival. ¿Por qué? Para vivir cada partido como si fuese un gran desafío, para sentir la emoción del que busca sus límites, para contagiar su entusiasmo de explorador, para que el fútbol, en fin, no acabe siendo lo que sería si quedara en manos de los que nunca salen de casa, de los que nunca descubrirán nada, de los fríos y calculadores, de los especuladores, de los que huyen de las utopías, de la gente que se da citas precisas, que es la misma, como escribió Julio Cortázar, "que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico".
Publicidad
Ver todos los artículos de Desmarques.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.