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ANJE RIBERA
Miércoles, 3 de julio 2013, 09:08
María Callas, la divina, se convirtió en icono gay desde que el cineasta Jonathan Demme optó por incorporar su 'Mamma morta' en la banda sonora de la película 'Philadelphia'. La diva de la ópera aglutinaba todas las cualidades que venera el mundo homosexual: elegancia, glamour, belleza y fortaleza. Murió hace 35 años pero su actualidad es constante. Su memoria reverdece cada 28 de junio, cuando la comunidad gay celebra el orgullo de su condición sexual. Algunas jornadas después son muchos los que todavía mantienen en su pletina los viejos discos de la griega. Es la excusa que necesitamos para hablar un poco de ella, de su canción franquicia y de la película que encumbró a Tom Hanks.
Este aria de la ópera Andrea Chenier de Umberto Giordano es utilizada por el personaje que interpreta Hanks para explicar cómo ha llegado al convencimiento de que no hay manera de sobrevivir al sida. Está preparado para enfrentarse a la muerte. Derramamos lágrimas con frases como causo dolor a los que me aman y fue durante ese dolor cuando me llegó el amor; o sigue viviendo, yo soy la vida el cielo está en tus ojos.
La sinopsis de la ópera narra que durante la revolución francesa el poeta Andrea Chenier es condenado a muerte en la locura desatada tras la caída del viejo régimen. Al llegar ante el tribunal de París tras ser detenido, su amada, una aristócrata asimismo sentenciada a la guillotina, describe la horrible muerte de su madre calcinada por el fuego tras incendiar la masa su casa. La mujer declara su amor por Chenier y ello le da fuerzas para seguir viviendo. Soy divino, soy el amor», dice la voz de María Callas justo antes del último beso, el beso de la muerte.
La versión de la película no deja escuchar como se debe La mamma morta pero el diálogo entre Tom Hanks y Denzel Washington merece la pena.
Fue entre aquel dolor como el amor llegó a mí!Una voz llena de armonía me dijo: ¡Vive todavía! ¡Yo soy la vida! ¡En mis ojos está tu cielo!¡Tú no estás sola! ¡Yo recojo tus lágrimas!¡Yo me encuentro en tu camino y te socorro!¡Sonríe y espera! ¡Yo soy el amor!¿Alrededor todo es sangre y barro?¡Yo soy divino! ¡Soy el olvido!Soy el dios que desciende de las alturas y hace de la tierra un cielo!Ah! ¡Yo soy el amor, yo soy el amor.
Para disfrutar del aria y de María Callas he aquí la versión de la ópera.
María Callas, una de las mejores sopranos del mundo, nació en Nueva York a finales de 1923 con el nombre real de Cecilia Sophia Anna Maria Kalogeropoulou. Hija de inmigrantes griegos, la crisis de entreguerras la obligó a volver a su tierra de origen, donde comenzó sus estudios de canto en Atenas.
Debutó con la obra Tosca de Puccini en 1941 para incorporarse pronto al circuito mundial del bel canto. Pero su carrera no alcanzó su verdadero nivel hasta que en 1947 se casó con Giovanni Meneghini, treinta años mayor que ella. Durante los diez años que duró el matrimonio, el público caía a sus pies obra tras obra y amante tras amante.
En mayo de 1959 también sucumbe a sus encantos el magnate griego Aristóteles Onassis. Este amor la alejó de los escenarios hasta que ella se dio cuenta de que realmente sólo era una posesión más del naviero. Callas desciende al mundo de la hipocondria y los tranquilizantes.
Queda embarazada y Onassis la obliga a abortar porque había conocido ya a Jackye Kennedy, la viuda de América. Callas se sume en una depresión sin fin, que finalmente supera con el regreso a la música. Pero ya no fue aceptada por el público. Se recluyó en su apartamento de París hasta que falleció en 1977 por un problema cardiaco. El mito dice que murió de tristeza y amor.
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