
CARLOS BENITO
Jueves, 30 de mayo 2013, 09:47
Alejandro Sanz lleva muchos años allá arriba, como uno de los cantantes más exitosos del panorama internacional, de esos que abarrotan sus mansiones de premios importantes y colaboran con grandes figuras de la música comercial. Pero, al repasar su biografía, llama la atención un detalle: sus composiciones brindan una idea un poco reduccionista de sus gustos y sus orígenes, ya que ante el artista de Moratalaz se abrieron varios caminos que fue desechando, para decantarse por el estilo -melódico, mayormente romántico y con aroma aflamencado- que le ha dado fama planetaria. Repasemos algunas de esas influencias y otras curiosidades de Alejandro Sánchez Pizarro, Alejandro Sanz para el mundo, Chan para los amigos.
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El padre. El padre de Alejandro, Jesús Sánchez Madero, era un algecireño con pasado de futbolista que tocaba la guitarra en conjuntos como el Trío Juventud o, sobre todo, Los 3 de la Bahía, con los que acompañó a Dolores Vargas, Manolo Escobar y Lola Flores, grabó algunos discos y se curró el duro circuito de salas de fiestas: San Sebastián era uno de sus destinos más habituales. Los 3 de la Bahía se repartían entre la música española y los boleros, pero al pequeño Alejandro pronto le tiró especialmente el flamenco, gracias a una cinta de Paco de Lucía las dos familias mantenían una buena amistad y a las grabaciones de Camarón.
El heavy. Cuando creció, a través de los colegas del barrio, Alejandro descubrió el atractivo de las guitarras eléctricas y el volumen brutal. "Era un fan total de Judas Priest, Iron Maiden, AC/DC, Led Zeppelin, Rainbow, Deep Purple y Whitesnake. Había muchos estilos diferentes en el heavy y era una pasión total", explica al periodista Juan Carlos de Laiglesia en la biografía Por derecho. Se pasmaba ante el virtuosismo y la potencia de guitarristas como Ritchie Blackmore, y quizá lo más llamativo sea que nunca ha perdido esa afición: hace algo más de cuatro años, cuando cumplió los 40, lo celebró con una fiesta heavy en la que tocaron Medina Azahara.
El primer disco. Es uno de los debuts más pintorescos de la historia: Los chulos son pa cuidarlos, firmado como Alejandro Magno, es el primer álbum de nuestro protagonista, aunque no aparezca en sus discografías oficiales. Lo grabó con el sector más vistoso de la Movida, gente impagable y colorista como Miguel Ángel Arenas Capi (productor del disco y descubridor del artista) o Luis Miguélez (guitarrista de los Pegamoides y colaborador de Fabio McNamara). Las fotos corrieron a cargo de Pablo Pérez Mínguez, que optó por inmortalizarle con un estilo gay cutrelux, con trajes de luces y camisetas de smileys. De aquella época de tecno-rumba y locura cotidiana datan seguramente los persistentes rumores sobre su homosexualidad, aunque Capi asegura que a Alejandro "e gustan más las mujeres que a un tonto un lápiz".
El bastón de Tino. En cierto modo, es una derivación del punto anterior. Cuando murió Tino Casal, a Alejandro Sanz le regalaron el bastón de metacrilato de la época de Eloise, que conserva como una valiosa reliquia. "Aprendí mucho de Tino. Yo, entonces, hacía coros en los estudios de grabación y me enseñó a empastar voces, a modular y hacer efectos", explicó en una entrevista con La Razón, donde también elogiaba a Fabio McNamara, otro espíritu libre: "Le adoro: sus canciones, las cosas que escribe y dice, cómo entiende la vida...".
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La novia vasca. Es un auténtico misterio de hemeroteca. En sus biografías siempre aparecen las mismas chicas como depositarias de sus amores juveniles (Marta, Almudena...), pero Alejandro Sanz declaró a este periódico en junio de 1992, con motivo de su primer concierto en Bilbao: "Mi primera novia fue de Bilbao. Me declaré bajo una ikurriña y estuvimos saliendo durante año y medio". Quizá tuvo que ver que, en aquella época, las murmuraciones que siempre le han rodeado le atribuían alguna frase muy fea sobre las mujeres vascas: "Cualquiera que tenga dos dedos de frente comprende que eso no ha podido salir de mi boca", rechazaba.
La pintura. Sí, Alejandro también pinta, aunque durante mucho tiempo no lo supieron ni sus amigos: Miguel Bosé se quedó bastante impresionado cuando lo vio por primera vez frente al lienzo, con música de fondo de Rachmaninov (al parecer, uno de sus compositores favoritos). Eso sí, parece que Sanz se resiste a utilizar las paredes de su casa para colgar sus obras, quizá para evitar comparaciones: "Yo soy persona de pocos cuadros, y menos míos ha dicho. Tengo algunos, la mayoría de pintores muy reconocidos, como un grabado de Picasso, una obra de Tàpies y firmas por el estilo".
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El homenaje. El Ayuntamiento de Los Ángeles proclamó este año el 30 de abril como Día de Alejandro Sanz. "Su música trasciende las barreras idiomáticas", comentó la concejala Jan Perry, que se reconoció "gran fan" del artista español. El propio Alejandro, que recordó a su madre en el discurso de agradecimiento, no acababa de creérselo: "¡Tengo mi propio día en Los Ángeles, como San Patricio!".
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