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BATALLITAS

Thatcher y la gran Alemania

La fallecida ex premier británica alertó contra el “monstruo” político y económico que surgiría del proceso de reunificación

JAVIER MUÑOZ

Domingo, 26 de mayo 2013, 10:47

La muerte de la expremier británica Margaret Thatchet ha reavivado el debate sobre su legado político. Sus compatriotas discutían esta semana si el Reino Unido recuperó su dignidad gracias a sus agresivas reformas o si, por el contrario, estas fueron el germen de una división social que se aprecia en las calles y también territorialmente: el sur de Inglaterra, rico y financiero, frente a Escocia, donde los conservadores han sido barridos. Sin embargo, se ha hablado menos de las proféticas advertencias de Thatcher sobre el futuro de la UE tras la reunificación de Alemania, un proceso acelerado por Helmut Kohl y al que se opusieron, impotentes, la líder conservadora y el presidente francés Mitterrand. Ambos no pudieron hacer nada frente al canciller democristiano y el beneplácito de George Bush padre y de Mijail Gorbachov, ansiosos de reducir gastos militares y, en el caso de la URSS, de recibir dinero alemán para su maltrecha economía.

La autobiografía de Thatcher -'Los años de Downing Street', publicada originalmente en 1993- ya alertó sobre "la fuerza desestabilizadora" que la caída del muro de Berlín representaba para Europa. "No creo en la culpabilidad colectiva: cada individuo ha de responder moralmente de sus acciones", puntualizó. "Pero sí creo en el carácter nacional, que se modela por una serie de factores complejos: el hecho de que las caricaturas nacionales sean, con frecuencia, tan absurdas e inexactas no les resta valor. Desde la unificación de Alemania bajo Bismarck -quizá porque la unificación nacional se produjo tan tarde- Alemania ha oscilado imprevisiblemente entre la agresión y la inseguridad.

Thatcher no se fiaba de Berlín. Ni tampoco creía, a diferencia de Mitterrand, que fuese posible domesticar el país reunificado en el seno de "una Europa súper Estado", proyecto que, de todos modos, ella aborrecía. En sus memorias escribió que los europeos más inquietos por los que podía traer el reencuentro de las dos Alemanias eran posiblemente los propios ciudadanos alemanes. En su "inmensa mayoría", argumentó, no deseaban en aquel tiempo verse convertidos en una gran potencia a costa de sus socios comunitarios, razón por la cual sus líderes políticos eran partidarios de profundizar en la integración europea. "La 'Angst' -angustia- alemana empieza en el autoconocimiento", concluyó Thatcher, sin medias tintas.

Su análisis es controvertido, como todo lo que defendía, pero ponía encima de la mesa el dilema al que se enfrenta la UE veinte años después, cuando la industria germana domina económicamente Europa con su potencia exportadora. Y ese análisis también planea sobre el referéndum para decidir la continuidad del Reino Unido en el club comunitario, una consulta propuesta por el actual primer ministro, el conservador David Cameron, para 2017. "Una Alemania unificada -recordó Thatcher en su autobiografía- es, sencillamente, demasiado grande y poderosa para ser solo un miembro más de Europa. Por otra parte, Alemania ha mirado siempre al Este tanto como al Oeste, aunque es la expansión económica más que la expansión territorial la manifestación moderna de esa tendencia".

En los años noventa, Thatcher creía que solo había dos instrumentos para "someter a control la amenaza del monstruo alemán", y evitar que Europa central acabara bajo su esfera de influencia económica. El primero era el contrapeso de Estados Unidos y el segundo, la estrecha relación entre Reino Unido y Francia. La cuestión se reducía, en su opinión, a que Mitterrand, quien a fin de cuentas compartía los mismos temores británicos, debía escoger entre dos opciones: acelerar el desarrollo de la UE a fin de frenar a Alemania o retomar la estrategia de De Gaulle y centrarse en su propio país. "Tomó la decisión equivocada para Francia", aseguró la líder británica.

Sirvan estas reflexiones como telón de fondo a las actuales discusiones sobre el futuro del euro -divisa a la que el Reino Unido no pertenece- y también para interpretar las grietas abiertas en la UE por el empeño de Merkel y del Bundesbank en imponer la austeridad presupuestaria, ahogando las economías de los socios del sur y desestabilizando sus democracias, históricamente jóvenes y endebles. "Había -y todavía hay- una tendencia a considerar el 'problema alemán' como algo demasiado delicado para que un político bien educado lo discuta; siempre me ha parecido un error", dijo Margaret Thatcher.

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