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Ana Cobo, alcaldesa de Barcones, de 25 años, posa a la entrada del pueblo.
Un buen plan para Barcones
Llenar de vida las aldeas

Un buen plan para Barcones

La alcaldesa de este municipio soriano de 30 habitantes quiere que su pueblo crezca: hoy trae para los solteros una caravana de 55 mujeres

ISABEL IBÁÑEZ

Sábado, 6 de abril 2013, 13:01

Las ovejas de Satur, más de mil, andan pariendo estos días, así que el hombre sale al amanecer de casa y ya no regresa hasta la noche a su pueblo, Barcones, que queda a 80 kilómetros de su capital, Soria. Satur se apellida Casado, lo que le sirve para hacer el chiste: «Casado pero sin compromiso, ¿eh?». Tiene 58 años y agradece que desde hace cuatro meses el bar, que es también club social, esté abierto a todas horas, siete días a la semana. Allí se juntan los vecinos, que cabrían juntos si coincidieran porque no llegan a 30; la mayoría viudas, casi todos con la cincuentena superada. Muchos solteros, demasiados. Como Satur, bien agradable al menos en el primer trato. Es el único que se ha apuntado a la caravana de mujeres que llega hoy a Barcones, 55 chicas en un autobús fletado en Madrid. El resto de los mozos casaderos... quién sabe. Suele pasar que por vergüenza, por el qué dirán, los paisanos del pueblo que organiza este tipo de eventos se quedan al margen y son los de los alrededores los que aprovechan la oportunidad.

Las caravanas de mujeres son motivo de chanzas, de chascarrillos, pero en realidad son historias de soledades, de imposibles, de frustraciones. Para ellos y para ellas. Hay algunas chicas que han viajado ya en más de 30. Nadie dijo que encontrar el amor fuera tarea fácil. Satur, que parece un buen partido, resume así su historia: «Empecé a trabajar de pastor con las ovejas con 8 años, y como mi padre se me murió con 23, ya me dediqué a ello en cuerpo y alma. Hasta hoy. Soy ganadero y trabajo todo el día, llego a la noche al pueblo y no hay nadie. Nunca he tenido una novia. Hasta el año pasado vivía con mi madre, alguien a quien saludar, a quien dar cariño, con quien charlar, pero murió y ahora cuando llego a casa solo me esperan las cuatro paredes». Esta noche dormirá bien, dice, y asegura no estar nervioso. ¿Qué busca él en una parejar? «Pues que sea normal, sencilla, corriente, ninguna maravilla. Ni guapa pido que sea, porque la belleza se marchita como una flor, en ellas y en nosotros. Quiero una mujer adecuada a mí, a la que poder cuidar y que me cuide a mí». ¿Y Satur? ¿Qué haría Satur por amor? Pues estaría dispuesto incluso a marcharse a otro pueblo más grande, algo que no haría cualquiera: «Entiendo que una mujer debe tener sitios donde pasar la tarde, tomar un café... Esto está muy aislado, mucho».

Críticas feministas

Aunque no es eso precisamente lo que pretende la alcaldesa, Ana Cobo (PSOE), de 25 años. Su familia es de aquí; fue su abuelo el que decidió marchar a Zaragoza. Donde ella ha vivido hasta hace cuatro años, cuando decidió dar un vuelco a su vida: «Solíamos venir todos los veranos, me gusta mucho Barcones, y como mi pareja es de un pueblo de al lado, al final decidí instalarme aquí. Montamos un taller mecánico y me presenté a la alcaldía». Barcones es uno de esos ejemplos de la despoblación en España, del éxodo hacia las grandes ciudades. En el siglo XIX, el censo de 1842 le atribuía 524 vecinos residentes en 130 hogares. Hoy presenta un aspecto muy diferente, con la escuela vacía, sin panadería ni tiendas, cerrados los tres bares que había a excepción del centro social... Hasta tuvo cuartel de la Guardia Civil. Cobo pretende insuflar nueva vida a su pueblo. Por eso lo de la caravana de mujeres, una opción que suele tener críticas de algunos sectores feministas: «Yo soy mujer y lo hago porque creo que es lo que necesitamos. Nadie viene obligado, ni ellos ni ellas, y encima todos tienen que pagar».

La alcaldesa lo venía avisando desde hacía tiempo entre bromas a la gente del pueblo, a los solteros en el bar. Os voy a traer una caravana de mujeres, ya veréis... Y nadie la creía. Pero a Cobo le salió un aliado, el chico que regenta el bar desde hace cuatro meses. Un bilbaíno que, por cosas de la vida, marchó hace poco a tierras castellanas y se encontró con la oportunidad de gestionar este centro de reunión. De la gran ciudad a una aldea: «El invierno es duro, pero aquí soy muy feliz» dice Sergio, así sin más añadidos; «que yo no soy aquí el protagonista», añade. Pero sí lo es. Los paisanos están encantados con que se haya hecho cargo del bar y lo tenga abierto para desayunar un café con leche y también para ver el partido de anteayer del Madrid y poder tomar unos tragos en buena compañía hasta bien avanzada la noche. «Un día me comentó la alcaldesa lo de la caravana -explica él- y le dije que yo la ayudaba, que teníamos que hacerlo. Y aquí estamos. Queremos que sea un día de mucha fiesta, que venga gente de fuera a pasarlo bien, que haya posibilidad de que conozcan a personas de otros sitios...». Y ya piensan en la del próximo año. Porque en Barcones, como cuenta la alcaldesa: «Ya no se habla de otra cosa, ni de crisis, ni de Urdangarin... Me conformo con que salga al menos una pareja. Quiero casarles yo en el Ayuntamiento y abrir de nuevo la escuela para sus hijos».

El propio Sergio anda ahora en la soltería. Pero no quiere saber nada de las mujeres, al menos de momento -«tuve dos y me salieron mal, así que ahora solo pienso en mi hija»-. Pero la idea le pareció magnífica: «Es muy triste porque la gente trabaja todo el día y no tiene tiempo para dedicarse a buscar y conocer gente. Y además es que aquí no hay nadie, estamos muy aislados, con lo que a algunos no les queda más remedio que a veces hacer una visita a algún sitio de no muy buena reputación. No lo comparto, pero puedo entenderlo».

Racismo en descenso

Ni cortos ni perezosos, alcaldesa y tabernero llamaron a la Asociaciación de Caravanas de Mujeres (Asocamu), que desde 1996 organiza este tipo de eventos, y el engranaje se puso en marcha. Manolo Gozalo, su presidente, se bajará hoy del autobús como ha hecho en más de un centenar de ocasiones y detrás de él aparecerán 55 mujeres dispuestas a encontrar al hombre de su vida. Para esta ocasión hay apuntadas 15 españolas, todo un récord en comparación con años anteriores, cuando los autocares los copaban mujeres sudamericanas o de Europa del Este y no era raro encontrar ramalazos de racismo: «Una vez me vino una chica llorando porque la habían ofrecido 50 euros por ir a la cama. Antes veían bajar a las negras y se pensaban que eran prostitutas. Eso ya no pasa», afirma Gozalo. Y prosigue: «Con la crisis, las chicas de fuera ya no tienen ni para pagar su acceso a estas caravanas». Las mujeres apuntadas abonan 22 euros por el viaje y la comida, y son los mozos pretendientes los que costean en parte la participación femenina al apoquinar 70 euros. «Por otro lado, se apuntan cada vez más españolas, quizás también empujadas por la crisis».

El propio Gozalo encontró el amor allá por 1996 en una de estas caravanas, en la tercera organizada por él mismo -«entonces había que pagar por ir 6.000 pesetas»-: Venecia, una enfermera dominicana. «Era la que mejor hablaba, la más culta, eso me gustó mucho. Y era muy majilla, más incluso que ahora, jajaja», bromea. Llevan 17 años juntos. Hace dos meses que Venecia está en su país para arreglar unos asuntos «y hacerse una liposucción -añade Gozalo-. ¡No me dijo nada antes de irse! Pero bueno, ya le toca regresar. La echo de menos», confiesa. Hoy en Barcones la marcha está asegurada. Ah, Satur sabe bailar pasodobles y tangos. Por si a alguien le interesa.

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