'Memex', 'Xanadú' y el ratón

En 1945, muchos años antes de que Tim Berners-Lee inventara la Web, Vannevar Bush, consejero en asuntos científicos del presidente Rooselvelt durante la II Guerra Mundial, propuso en un artículo titulado Cómo podríamos pensar (As we may think) la idea de memex, una máquina con forma de escritorio de oficina que, provista de una unidad de almacenamiento y de varias pantallas, permitiría guardar y consultar todo tipo de información. Sería, en sus palabras, un suplemento ampliado e íntimo de la memoria. Bush temía que la gigantesca cantidad de conocimiento científico que la era moderna estaba generando se perdiera por la incapacidad de gestión de los medios de búsqueda disponibles. Es justo lo que le sucedería a Berners-Lee a su llegada al CERN. La característica principal de este dispositivo sería precisamente la posibilidad de enlazar cualquier documento con cualquier otro, como hacen los vínculos (links) en la Web.

Justo veinte años después, Ted Nelson, visionario de profesión, sugirió la posibilidad de unir cualquier idea por medio de lo que llamó hipertexto. Su proyecto, bautizado como Xanadú (igual que el fastuoso castillo en el que residía ciudadano Kane y el nombre de la capital del imperio mongol), permitiría acceder a la fuente original cada vez que en un texto se citara otra obra. Curiosamente, los autores originales recibirían una pequeña cantidad cada vez que alguien pinchara en el vínculo.

Por estas mismas fechas, Douglas Engelbart experimentaba con un sistema que permitiría ir de un documento a otro por medio de hipervínculos. Para que el proceso fuera más cómodo, creó un bloque de madera con sensores y una bola debajo. Lo llamó ratón. La diferencia es que su sistema sólo funcionaba en un ordenador. Faltaban todavía unos años para que se creara Internet.