AINHOA DE LAS HERAS
Lunes, 16 de mayo 2011, 19:11
'Kebab', 'coche', 'pantalones', 'sandías', 'libro' o 'naika'. Son algunos de los términos de la jerga de muchos traficantes para referirse a la droga cuando están a punto de recibir un cargamento. No son muy originales. Tampoco los nombres de las operaciones policiales: 'Los Tulipanes', 'Lepe', 'Almodóvar', por el parecido del jefe de la banda con el cineasta manchego...
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El grupo de drogas de la comisaría de Bilbao acumula años de éxitos en la lucha contra el narcotráfico; el último de ellos, por partida doble: el decomiso de 40 kilos de cocaína, el mayor alijo de esta sustancia aprehendido por la Ertzaintza, y la desarticulación del 'clan de la Chata'. Se le conocía así porque la 'jefa' era una peruana de 61 años y sus cómplices, sus propios familiares. Todos trabajaban para ella: hijos, yernos... Traían la coca en maletas procedentes del otro lado del Atlántico. El operativo, en el que colaboró la Guardia Civil, se ha desarrollado entre San Sebastián y Madrid, adonde han tenido que desplazarse. No hay más grupos como el suyo en otras localidades vascas, así que «nos llegan informaciones de todas las comisarías», explica el responsable del equipo en los últimos 13 años.
En este tiempo, han decomisado 700 kilos de hachís y 100.000 euros en bolsas de Eroski el año pasado en Mungia y Bilbao, «a 700 kilómetros del norte de África. 'Pillar' esa cantidad en Málaga o Cádiz es más habitual». También se incautaron de 100.000 pastillas de éxtasis y 70 kilos de speed en 1999, la mayor aprehensión de drogas de diseño realizada en Euskadi.
El grupo está formado por ocho agentes, todos hombres.Cuando empezaron eran 16 y algunos llevan juntos más de una década. «El horario nos lo marca el traficante. Normalmente, como no madrugan, trabajamos por la tarde y a la noche; sobre todo en Bilbao, que está muerta. Los pases dan mucho el cante porque no hay nadie en la calle», explican.
Generalmente, las operaciones nacen de «flecos de investigaciones anteriores», aunque también reciben «informaciones» de mujeres maltratadas o despechadas de traficantes o de socios en el negocio a los que les deben dinero. «Y tenemos que trabajarlas porque normalmente son del tipo 'fulanito trafica en un piso de La Palanca'. No te indican el 'modus operandi', que es lo más difícil de averiguar». Lo de pagar a los confidentes u ofrecerles «impunidad», a parte de que «nos pueden meter un puro», es más propio «de las películas».
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Las 'muelas'
A partir de ese momento, someten a seguimiento al sospechoso para saber «por dónde se mueve». Cuando la cosa «empieza a tomar un poco de color», solicitan al juez las intervenciones telefónicas, momento a partir del cual generalmente el caso se judicializa. «Nunca nos han echado abajo unas escuchas», se enorgullecen. Importantes operaciones se han desmoronado en los tribunales al invalidar el juez los 'pinchazos' y los 'narcos' detenidos han quedado absueltos. Recurren a las escuchas en un 90% de las investigaciones. Sólo en el último operativo han tenido 'pinchados' 35 teléfonos durante dos meses y eso que estaban a 400 kilómetros de distancia. Cuentan para ello con la tecnología más avanzada: sólo la última actualización del software costó miles de euros.
También recurren a otras vías. «Miramos mucho en la basura. Es legal y no sabes lo que puedes llegar a encontrar: restos de droga, anotaciones de un kilo de speed para x...» Durante el operativo pueden estar «tres días sin dormir porque tenemos que asegurar los pisos antes del registro para evitar que destruyan pruebas. Hemos pasado noches en un descansillo esperando la orden judicial».
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Lo más duro son las muelas, como denominan las eternas esperas. «Y no es como en la tele, que te colocas enfrente del portal y enseguida aparece el malo». Guardan la droga que decomisan en una enorme caja fuerte de la comisaría hasta que la envían a Sanidad para su análisis. Han visto de todo. Lo último, ocho litros de cocaína líquida con trozos de tela impregnada, 'coca' en pasta o en polvo oculta en botes de cremas, ketchup, mostaza y sirope;o dentro de una maleta con pimiento seco para despistar el olfato de los perros o en bolsas llenas de droga y manchadas de arena de la playa.
Habría trabajo «para otros 40» agentes. «Hay más droga que nunca, más traficantes que consumidores, pero poco dinero», desvelan. «Cualquiera que quiera droga, la puede conseguir. Sólo necesita dinero». Según cuentan, en la actualidad, «cualquiera puede ser traficante. Es fácil que alguien acepte distribuir un kilo de droga, pero no puede pagar los 4.000 o 5.000 euros que cuesta». Recuerdan el caso de un traficante al que detuvieron y al que el juez envió a prisión. «Le debían 60 millones de pesetas en cocaína» y entre rejas tenía dudas de poder recuperarlo.
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Vivieron el momento «más fuerte» al detener a un peligroso narcotraficante en el barrio baracaldés de Cruces. Le abordaron en el portal y se resistió, por lo que tuvieron que reducirle «con fuerza». Cuando registraron su domicilio encontraron nueve revólveres. Si hubieran tirado la puerta abajo, probablemente se habrían visto envueltos en un tiroteo. Para evitarlo emplean «técnicas de intervención» y se valen del «factor sorpresa». «La entrada tiene que ser fuerte y en menos de 15 segundos».
Están ahí porque les gusta, aunque a veces puede resultar «frustrante. Puedes haber hecho una investigación perfecta y que el último día no te salga bien. Estuvimos seis meses detrás del jefe de una banda y se mató en un accidente de tráfico». Su objetivo son los traficantes de la escala alta. «Hemos detenido a todos los de renombre de Bilbao, menos a uno». Tal vez sea el próximo en caer.
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