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La máquina diseñada por Alfeld y sus colaboradores analiza 'Mancha de hierba', de Van Gogh.
La química saca a la luz los bocetos ocultos bajo los grandes cuadros
Ciencia

La química saca a la luz los bocetos ocultos bajo los grandes cuadros

Una nueva técnica no invasiva permite a los científicos las capas de pintura subsuperficiales y los primeros pasos de la creación de una obra pictórica

LUIS ALFONSO GÁMEZ

Viernes, 1 de abril 2011, 22:26

Rembrandt y Caravaggio usaron para abocetar sus obras un pigmento marrón que obtenían a partir del raspado de las sobras de pintura de sus paletas. Es la conclusión a la que ha llegado un grupo internacional de científicos tras analizar cuadros procedentes de los talleres de estos grandes maestros mediante una técnica de exploración que permite determinar los componentes de una pintura desde la superficie hasta el fondo.

«El boceto es el primer y más importante paso en la creación de una obra. Es el dibujo que guía al artista en el proceso creativo», explicó el martes Matthias Alfeld, de la Universidad de Amberes, en el 241 encuentro anual de la Sociedad Americana de Química. Él dirige un grupo de científicos belgas, holandeses y estadounidenses que ha examinado cuadros del siglo XVII mediante una nueva técnica llamada macrobarrido por fluorescencia de rayos X para ver la pintura que hay debajo de la pintura a la vista. Los detalles de esta nueva técnica van a publicarse próximamente en una prestigiosa revista científica.

Mirada por encima del hombro

Este método de exploración no afecta a las obras , y el equipo que han diseñado, al ser portátil, permite llevar esta tecnología hasta los museos donde éstas se encuentran. «Los grandes maestros utilizaban los bocetos para indicar aproximadamente la luz, las sombras y los contornos», apunta el científico belga. Considera lo que han hecho el equivalente a echar una mirada por encima del hombro del artista mientras aboceta la futura gran obra.

«La fluorescencia de rayos X es una técnica de análisis que sirve, en su modo tradicional, para analizar punto por punto una pintura desde la superficie hasta el fondo, pero no te permite distinguir una del otra. Te dice qué elementos están presentes calcio, azufre, cloro, potasio... y luego tienes que interpretar cuáles corresponden a pigmentos y en qué forma se encuentran», indica el químico Juan Manuel Madariaga, de la Universidad del País Vasco. «Los fundamentos de la fluorescencia de rayos X se conocen desde hace aproximadamente 100 años y se usa para conocer la distribución de los elementos en imágenes desde hace unos 20 años. Lo nuevo de nuestra investigación es la aplicación del método a pinturas y la construcción de aparatos que permiten examinar objetos grandes», ha explicado Alfeld a este periódico.

El grupo de Madariaga trabaja con equipos de fluorescencia de rayos X, uno de los cuales permite hacer mapas, de como máximo 25 centímetros cuadrados, que determinan qué elementos químicos hay en una superficie de ese tamaño . Para examinar un cuadro entero, sería necesario hacer sucesivos mapeos hasta tener uno de toda la obra mediante la unión de muchos pequeños. La técnica desarrollada por Alfeld y su equipo combina un sistema de mapeo a gran escala con una nueva generación de programas de tratamiento de imagen, de modo que, tras el análisis, se obtienen varias imágenes del cuadro examinado, una por cada elemento detectado.

Pinturas bajo pinturas

Como se sabe cuáles son los pigmentos de superficie y se pueden determinar sus componentes, cualquier elemento añadido se considera parte de la base o del boceto. Esto permite a los equipos investigadores, que incluyen expertos en bellas artes, ver el boceto por eliminación, como ha hecho el grupo de Alfeld con las obras de Rembrandt y Caravaggio. Los investigadores no han facilitado imágenes con los bocetos, ya que están embargadas hasta su aparición en una revista científica._Sin embargo, han facilitado muestras de lo que su máquina es capaz de ver en Mancha de hierba, de Vincent Van Gogh y en la que desde 2008 se sabe que hay un retrato subyacente, y de la distribución de elementos en un cuadro atribuido al romántico alemán Philipp Otto Runge.

Esta técnica, que Madariaga y sus colaboradores utilizan desde hace años para examinar obras de arte, «pero a escalas de barrido mucho menores», puede servir para acabar con las dudas sobre la paternidad de algunas de ellas. «La química es una ciencia que lo abarca todo. No es sólo acerca de moléculas y reacciones, sino que también implica el estudio de algo tan hermoso como una gran obra de arte», explica Alfeld.

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