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Llopis graba todas las sesiones para luego analizar defectos. / J. ALEMANY Y B. AGUDO
Llopis y la revolución
ATHLETIC

Llopis y la revolución

El nuevo entrenador de porteros del Athletic busca un guardameta «más táctico» e involucrado en el juego

LUIS ANSORENA

Jueves, 25 de septiembre 2008, 10:27

Aquel día, en una sala del Santiago Bernabéu, la vida profesional de Luis Llopis (Hernani, 1964) aceleró. Frente a él, un humilde portero de Tercera División retirado que había entrenado a los canteranos de la Real, se sentaron en una entrevista de trabajo Arrigo Sacchi, Emilio Butragueño y Alberto Giráldez, por aquel entonces mandamases del Real Madrid. «Fue tremendo», rememora el técnico. «Llegué y me dijeron: Háblanos de fútbol». Nada más. El candidato a la oferta de empleo desplegó sobre su mesa el ordenador portátil y empezó a hablar de fútbol. De la filosofía que había desarrollado junto a la doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Pilar Sainz de Baranda en el libro 'Metodología global del entrenamiento de portero', de la importancia de que el cancerbero trabaje situaciones de juego, y no sólo las paradas, como se hizo durante décadas, de que tenga un bagaje táctico inmenso, sepa controlar el balón, apoyar a los defensas... Llopis se marchó del estadio con un nuevo trabajo. Le habían nombrado entrenador de arqueros del filial, el Castilla.

Han pasado tres años y el de Hernani se encarga ahora de entrenar a los porteros del Athletic y de coordinar la preparación de guardametas de las categorías inferiores. Atrás dejó la 'casa blanca', donde se sentía «muy querido y valorado». En ese club forjó una gran relación con Miguel Ángel Portugal, Carlos Mandia, Juan Ramón López Caro, desarrolló su trabajo, conoció a Iker Casillas... «¿Qué puedo decir de él? Sobre todo, que es un gran tipo. Y que es el portero más determinante. ¿De Primera? No, del mundo. Para en los minutos importantes, aparece en el momento preciso, tiene un uno contra uno espectacular...».

La llamada de Caparrós

Tras rechazar varias ofertas de equipos de Primera y Segunda, Llopis recibió la llamada de Joaquín Caparrós, que necesitaba a un hombre de reconocido prestigio para relevar a Carlos Menéndez, entrenador de porteros del primer equipo rojiblanco los últimos años. El de Hernani y el sevillano conectaron de inmediato. El vasco vio ante sí la oportunidad de trabajar en «un gran equipo», de desarrollar su trabajo en Lezama, de volver a casa, de estar más cerca de su mujer y de Íñigo, su hijo.

«Hablé con Caparrós de los porteros de la casa, de numerosas ideas en común... Coincidimos en que la portería estaba bien cubierta y que hay que trabajar en que mejore. Ninguna oferta me había hecho dudar de irme del Madrid, salvo ésta. Pensé en San Mamés, la afición, Lezama... Todo era muy ilusionante. Había un portero interesante, Gorka (Iraizoz), de máximo nivel. Está también el trabajo en Lezama y la filosofía del Athletic, un club de grandes porteros. Y a eso nos dedicamos ahora, a continuar con la tradición».

Para lograrlo, Llopis despliega todos los días en el campo número uno de Lezama su filosofía forjada desde que en un partido contra el Arenas se partiera el peroné izquierdo y se tuviera que retirar como portero. Una idea de fútbol que desarrolló gracias a infinidad de viajes alrededor de España para observar cómo entrenaban a sus porteros los equipos de Primera. Siguió de cerca al Madrid, Atlético... Y en Barcelona coincidió con una de sus grandes influencias, Frank Hoek, para muchos el mejor entrenador de porteros del mundo.

«Al verle me di cuenta de que los cancerberos deben trabajar de otra manera», explica Llopis; «antes, y también ahora, se entrenaba a los porteros de forma aislada al juego. Es decir, se les preparaba repitiendo situaciones defensivas sin sentido en el juego. Eso no puede ser. Si no entrenas situaciones de juego, eres injusto con el portero. El domingo el meta debe dar respuestas a situaciones de juego entrenadas. No le puedes pedir respuestas a situaciones de juego no entrenadas. Así que debe trabajar también con el resto de la plantilla, tiene que conocer las relaciones del juego, saber las características de sus compañeros, ser consciente de las opciones de juego que tiene el atacante rival... Y eso se debe entrenar desde alevines. En la práctica, eso nos permitirá tener porteros con mayor participación».

El objetivo

El objetivo de Llopis es convertir al cancerbero, un jugador pasivo durante años, en un futbolista «activo», capaz de «hacer coberturas, de apoyar a los laterales, de iniciar un ataque rápido...». «Tácticamente tiene que ser listo. No puede ser que un lateral esté en una situación comprometida y el portero se limite a mirarle. No, lo que quiero lograr es que el portero sea un jugador más. Debe saber que Susaeta se ha desmarcado y que le puede hacer un pase rápido de mano, o conocer que en vertical puede llegar a Javi Martínez para que éste abra rápido a David López».

Javier Irureta, que redactó uno de los prólogos de los vídeos didácticos publicados por Llopis, coincide con el diagnóstico. «Es un estudioso. Tiene una forma de trabajar muy avanzada y ha seguido un recorrido bastante interesante. En el fútbol, las normas y modificaciones han hecho del portero, ya no digo un jugador más táctico, sino un jugador más. Antes se podía ceder al portero; ahora no. Por eso el cancerbero debe ser capaz de hacer un buen control, tener la serenidad de pasar en un momento de apuro... Se acabó los tiempos en el que era un mero tocador en los rondos. Hoy tienen que tener mucho más que una gran parada. Y eso es lo que Llopis intenta desarrollar».

Lo hace con una cámara de vídeo. Todos las sesiones quedan grabadas y, posteriormente, archivadas. Una práctica que, según destaca el preparador, se extenderá progesivamente a todos los equipos de Lezama. «El entrenamiento de los porteros ha sido irregular: el primer equipo hacía una cosa, el filial otra, los juveniles otra... Ahora tratamos de trabajar todos el mismo estilo», afirma Luis Llopis. «Grabamos aspectos técnicos. Por ejemplo, cómo es el saque aéreo, raso, el golpeo, los tipos de blocaje... Y luego nos reunimos con los porteros puntualmente. En pretemporada, en el primer equipo, me juntaba cada uno o dos días con Gorka (Iraizoz), Iñaki (Lafuente) y Armando, y veíamos los vídeos. Al principio se sorprenden, se dan cuenta de sus vicios y costumbres. Los estudiamos y tratamos de corregirlos. Las imágenes también nos sirven para estudiar al rival. Vemos vídeos del contrario que nos da la secretaría técnica. En la última jornada, por ejemplo, analizamos las situaciones de finalización del Valladolid (saques de esquina, faltas, ataques...). Teníamos seis penaltis de Víctor, Baraja, Sesma... Gracias a dios, no hizo falta».

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