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JOSÉ DOMÍNGUEZ
Domingo, 20 de julio 2008, 06:05
Hay pocas guerras susceptibles de recibir el calificativo de épicas y una de ellas fue la de la Independencia española. Fue una lucha encarnizada por repeler la invasión francesa que vivió su punto de inflexión cuando un agonizante Ejercito nacional, entonces replegado en el sur de Andalucía, logró en la localidad jienense de Bailén su primera victoria ante las hasta entonces todopoderosas tropas napoleónicas. Ayer se cumplieron 200 años de aquella histórica batalla que los portugalujos consideran como propia ya que estuvo dirigida por el capitán general Castaños, uno de los vecinos más ilustres de la villa jarrillera.
Francisco Javier de Castaños y Aragorri mostró desde muy pequeño una gran pericia en las artes castrenses. Sus dotes de mando le catapultaron pronto a la cúpula militar, en la que desempeñó cargos en muchos puntos de España.
Para lograr su mayor hazaña bélica, el laureado militar montó un ejército con antiguos combatientes. Movió a sus hombres día y noche para despistar al general Dupont, que picó el anzuelo y dividió sus fuerzas. Así logró sorprenderle en Bailén donde los milicianos españoles lograron, con el inestimable apoyo de la población civil, que 17.600 soldados franceses depusieran las armas. La derrota forzó al rey José I Bonaparte a abandonar Madrid y se inició la reconquista del país.
Alcalde honorífico
Siempre tuvo casa en la calle Santa María, pero su profesión le impidió frecuentar Portugalete tanto como él hubiera deseado. Así lo reconocía en una carta de 1804 conservada en el archivo histórico municipal en la que consideraba un privilegio su origen, «aunque la suerte me ha tenido separado del patrio suelo».
Ya en aquel año su fama había traspasado fronteras y el Ayuntamiento le nombró alcalde honorífico. «No sólo por ser jarrillero sino por defender los asuntos de Portugalete en Madrid», explica el archivero municipal, Roberto Hernández. El historiador define al general Castaños como una persona modesta, de ideas liberales «moderadas» y partidario de la monarquía.
También fue diputado general de Vizcaya y su prestigio tras la victoria en Jaén le abrió las puertas de la corte: desempeñó el cargo de presidente del Consejo de Regencia, además de ejercer como tutor de la que años después sería coronada como la reina Isabel II. Falleció en Madrid el 24 de septiembre de 1852.
Sus méritos le supusieron la consideración de hijo predilecto de Portugalete y la Corporación le dedicó una calle en 1861. Las buenas relaciones que la institución local mantenía con su homóloga de Bailén facilitó que este municipio lograse también una travesía en la villa casi un siglo después, en 1958.
La familia del general Castaños llegó a ser Grande de España, aunque sus descendientes se alejaron cada vez más de Vizcaya. «La Marquesa de Portugalete vive en Sevilla y nos felicitó por la victoria electoral a través de una carta», asegura el alcalde, Mikel Torres.
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