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MARCELA VALENTE
Lunes, 7 de julio 2008, 10:31
Con seis farmacias en Chile y ventas por Internet, la etnia mapuche (gente de la tierra) ha revolucionado el comercio de medicamentos en el país sudamericano donde representa apenas el 4% de la población. Las farmacias Makewelawen ofrecen medio centenar de medicinas naturales elaboradas a base de hierbas y conocimientos ancestrales. El remedio estrella, que compran principalmente los huincas (blancos), es el palwén o viagra mapuche.
El palwén es un afrodisíaco mejor que el viagra, según se afirma en los locales Makewelawen. Estimula el deseo sexual tanto en los hombres como en mujeres, tiene un efecto duradero y carece de contraindicaciones. No sólo incentiva la libido para el sexo, también pone a sus consumidores más entusiastas para afrontar los avatares de la vida. La fórmula parece mágica y cuesta apenas entre cuatro y cinco dólares (2,55 y 3,19 euros). Con la difusión de estos secretos, esta etnia de 600.000 almas, está logrando valorizar su saber ante una cultura que todavía los margina.
Los fármacos mapuches se preparan con distintas hierbas diluidas en agua y alcohol y no son una alternativa sino un complemento de la medicina tradicional. Sirven para prevenir enfermedades o aliviar síntomas tan diversos como el insomnio, las afecciones de la piel, el reumatismo, las jaquecas, el exceso de sudoración y de apetito o la caída del cabello, entre otros males de la vida moderna.
Si bien se trata de un conocimiento que se acumula desde hace siglos, la experiencia de comercialización de estos productos surgió hace cinco años en Temuco, capital de la Araucanía, situada a setecientos kilómetros al sur de Santiago. Allí funciona el hospital Maquehue, un centro de salud en el que trabajan juntos médicos alópatas y machis (curanderas).
Cultivo por las machis
Los pacientes eligen qué tratamiento prefieren o toman ambos pues no hay contradicción entre ellos. Con el hospital, las machis comenzaron a cultivar las plantas en una huerta aledaña al edificio sanitario. Ese establecimiento derivó en 2003 en la primera farmacia mapuche del país andino. Y más tarde, después de asociarse con un laboratorio privado y con la supervisión del Ministerio de Salud, se abrieron cinco nuevos locales nuevos, cuatro de ellos en Santiago, la capital chilena.
Las farmacias son atendidas por personal mapuche y bilingüe y responden a pedidos por Internet provenientes de todo el mundo. Los preparados se consumen mediante gotas, como la medicación homeopática, aunque hay también remedios en crema, gel y cápsulas. Los vendedores recomiendan qué llevar según los síntomas que presentan los pacientes.
Pero sin duda el más vendido es el palwén, sobre todo en el verano. «Las mujeres lo compran menos y muchas dicen que lo llevan para sus maridos», explica con cierto sarcasmo una farmacéutica de Santiago. También se vende mucho el pengo, un protector hepático que desintoxica el organismo después de una ingesta descontrolada de alcohol.
Otros clientes son fieles al pelu, que sirve para combatir la artritis, la osteoporosis y el reumatismo, o al uñoperkén, para los que sufren el colon irritable. Más común en cambio es la venta de reike contra los resfriados y estados gripales o el ñilgue, que se administra con el objetivo de paliar los dolores de cabeza agudos y crónicos. Y para quienes desean perder esos kilos de sobra la alternativa es el pirkún, que controla el apetito compulsivo, mientras que para frenar la calvicie, nada más natural que el frokin.
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