S. L.
Domingo, 4 de mayo 2008, 04:58
'Mariquitina's Day 2.0'. El programa era el siguiente: Un concurso de caza de mariquitas; ripios etílicos; lectura de cuentos y poemas sobre buen morapio, con especial atención a Buscarini; Djs; 40 metros de traca valenciana; desaparición de chuletillas y patatas a la riojana y mucho, mucho vino. Y uno se puede preguntar ¿qué coño es todo esto?
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Pues bien, el joven enólogo Gonzalo Gonzalo, conocido en el ambiente logroñés por sus catas, organizó, con ayuda de un buen grupo de amigos y culturetas locales, la segunda edición de 'Mariquitina's Day'. La iniciativa lúdica festiva más importante en La Rioja después de la Batalla del vino de Haro y el programa 'El Rioja y los cinco sentidos'.
Una fiesta diferente que se organiza entre las cepas del viñedo La Tejera en Fuenmayor. Para algún amigo de Gonzalo, la fiesta se debe más a que su cumpleaños es el día anterior y le gusta celebrarlo por todo lo alto. Y tanto. Nada más y nada menos acudieron 150 jóvenes, también algún madurito, llegados desde comunidades vecinas. Incluso en autobús, previsores del 'pimple'.Vamos, que la historia que organiza The Wine Love Club es «una excusa».
La única prohibición del peculiar festival: arrojar a los músicos y al personal de la organización al Ebro. Aunque no gustase el evento.
Homenaje 'modelno'
Se trata, quizá, del homenaje más 'modelno' que se rinde a la mariquita, el insecto que ataca a las plagas de la vid y que a menudo escasea en los campos riojanos. Por ello, y ante su falta, la organización decidió pintar granos de café para que el concurso, con premio, tuviese emoción.Y como por arte de magia, nada tuvo que ver la magia potagia del mago Diego Calavia, que también actuó en el 'sarao', los campos de Fuenmayor se llenaron de bichitos de lunares.
Y mientras en los fogones se hacían las patatas a la riojana, los asistentes disfrutaron de los ripios etílicos, que, entre copa y copa de vino, hicieron especial hincapié en Buscarini.
También hubo tiempo para una cata-fusión con frutas exóticas amenizada por DJ Doctor Vito y una sesión demostración de construcción de un tonel de vino a cargo del 'tonelmaker' Goyo Biribay. Y entre caldo y caldo -en total se tomaron cien litros de vino y otros tantos de sangría fresquita para refrescar a los presentes- hubo un concierto de violonchelo de Alejandro Marías y sobremesa con cuentacuentos. Después del avituallamiento, se celebró una nueva sesión del recital-cata en el que los versos del poeta bohemio Armando Buscarini fueron maridados con vinos de Rioja, Jerez y Oporto, 'performances' e instalaciones de los impulsores del Museo Riojano de Arte Contemporáneo (MURAC).
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Una traca y la magia de los jueves noche de la sala Biribay Jazz Club, que se trasladó a los viñedos de la DOC Rioja, pusieron el punto y final.
Y con esto, una botella de vino y la recomendación: «cuidado con la Guardia Civil»» (la vuelta a casa era obligatoria por la N-232) terminó la jornada más morapia.
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