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ENRIQUE MÜLLER
Miércoles, 9 de abril 2008, 10:42
En un nuevo gesto destinado a purgar los pecados cometidos durante el régimen nazi, la Iglesia católica dio a conocer ayer el resultado de una investigación destinada a esclarecer uno de los capítulos más oscuros de la institución religiosa: el uso de los llamados trabajadores esclavos. El estudio titulado 'Trabajos forzosos y la Iglesia católica 1939-1945', de 700 páginas, concluye que más de 6.000 personas fueron obligadas a trabajar para la iglesia durante el Tercer Reich.
Las investigaciones, dirigidas por el historiador Kart Joseph Hummel durante los últimos siete años, fueron ordenadas por la jerarquía católica a mediados de 2000 y el trabajo recoge la documentación e informes de 27 obispados del país. Según el texto, 4.829 civiles y 1.075 prisioneros de guerra, provenientes de Polonia, Ucrania y la ex Unión Soviética «trabajaron» en un total de 776 instalaciones de la Iglesia.
«El estudio documenta científicamente un capítulo olvidado de la iglesia y recuerda el destino y el sufrimiento de los hombres, mujeres, jóvenes y niños deportados de toda Europa del Este para trabajar forzosamente en Alemania», señaló el ex presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Kart Lehman, al presentar el documento en Maguncia.
La Iglesia católica quedó enfrentada a su pasado durante el mandato de Hitler cuando en 1999 el Gobierno de Schröder y representantes de la industria germana pusieron en marcha la fundación Recuerdo, Responsabilidad y Futuro, dotada con un fondo de 5.000 millones de euros, que tendría el titánico trabajo de indemnizar a los esclavos del régimen nazi.
Cuando Berlín anunció la puesta en marcha de la fundación, el entonces presidente Johannes Rau, en un gesto de humildad, pidió «perdón» en nombre del pueblo alemán a todas las personas que fueron obligadas a trabajar como esclavos durante la dictadura. «Ésta es una pequeña contribución para poder enmendar uno de los peores abusos de los derechos humanos cometidos, que llega al fin de un siglo sangriento en el que Alemania provocó muchas desgracias a la población de Europa», añadió, por su parte, Schröder.
Poco después de la creación de la fundación -que logró indemnizar a 1,6 millones de víctimas y sus descendientes-, la Iglesia protestante donó 5 millones de euros al fondo. Sin embargo, la Iglesia católica, que reservó en sus arcas la misma suma, se negó a participar en el organismo y anunció que las indemnizaciones serían entregadas por la propia institución.
Supervivientes
La jerarquía católica decidió ordenar una amplia investigación para determinar su parte de responsabilidad en uno de los capítulos más oscuros de su historia. En agosto de 2000, el cardenal Lehman mencionó que 7.000 personas habrían sido forzadas a trabajar para la Iglesia. Ayer, el cardenal señaló que en los primeros cuatro años de búsqueda se había localizado a 587 personas en el extranjero a las que se indemnizó con 1,5 millones de euros. Otros 2,71 millones fueron destinados para financiar proyectos de ayuda en los países de origen de los trabajadores esclavos.
«La documentación no es un balance final, sino más bien un importante pilar en el camino de la labor de reconciliación futura para los cristianos en Europa y en Alemania», concluyó Lehman.
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