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EN FAMILIA. Vicente Lumbreras posa en su casa de Lardero junto a su hijo Carlos y sus nietos Álvaro y Pablo, nuevos ganaderos. / SERGIO ESPINOSA
Un derroche de bravura
TOROS

Un derroche de bravura

Vicente Lumbreras, que se inició en el mundo del toro en el año 1953, ha sido ganadero y empresario hasta que en 1998 una res le volteó y le llevó a una silla de ruedas

PEDRO MARI AZOFRA

Lunes, 7 de abril 2008, 04:15

Vicente Lumbreras fue ganadero de bravo y aficionado a la fiesta. Pero perseveró en la profesión, en plan modesto y con mucho esfuerzo, porque tuvo una gran devoción por el mundillo de los toros y disfrutaba en su ambiente. Organizó encierros, becerradas y festivales con vacas en todos los lugares de La Rioja, en muchos de Burgos y Soria y en otros de Navarra y el País Vasco. Conoció las duras jornadas de traslado de ganado por veredas, vio morir algún compañero en las faenas de manejo y hace diez años que vive al amparo y el cariño de su gente, prácticamente inmóvil.

Tiene mucha dificultad para hablar un poco, pero nos hace llegar que la televisión le ha dado la vida en todos estos años. «Veo todas las corridas y no se me escapa ni un detalle. Nunca he presenciado tantos toros y tan bien como ahora. Como siempre, me gusta seguir lo que pasa en la fiesta, pero se me va pronto todo o no lo puedo contar aunque lo tenga en la cabeza», dice.

Su hijo Carlos apunta que cuando estaba Vicente en la UVI de Zaragoza hacía que las enfermeras le pusieran por la noche la radio para saber lo sucedido en las plazas de toros.

La sala donde descansa y pasa los días en un sillón orejero gigante comunica con una galería llena de plantas que da al campo. Enfrente hay un cercado con reses bravas. Debajo, lo que fue la placita de tientas de 'El Bravío' en los años cuarenta y cincuenta.

Muchos recuerdos

En las paredes muchos recuerdos enmarcados. Destaca una fotografía en la que se le ve en su silla de ruedas rodeado por los toreros que le homenajearon el 1 de mayo de 1999 en La Manzanera. Es decir, José Antonio Campuzano, Ruiz Miguel, Capea, Pepe Luis Vázquez, Víctor Mendes y Andy Cartagena. También la placa que ese día le entregó la Federación Taurina de La Rioja en nombre de las peñas o clubes taurinos de Logroño, Alfaro, Arnedo, Calahorra, Navarrete, Lardero, Nájera, 'Julio Robles' y 'El Candil'.

Tampoco falta el menú del homenaje que la víspera le dedicó la Peña San Marcial en el restaurante 'Barros'; o una pintura de Pepe Herráiz titulada 'Encierro en Río Bravo'; o un telegrama del presidente de La Rioja, Pedro Sanz; así como muchas fotografías en sepia o blanco y negro de fiestas y faenas camperas en los predios ganaderos por los que pasó la ganadería que fundara Policarpo Lozano Abad en 1958.

Al morir 'Poli' Lozano, en 1967, se hizo responsable Vicente de su gestión y en 1985 dejó la representación en su hijo Carlos Lumbreras Lozano, que es quien actualmente dirige la empresa.

No sin esfuerzo, relata Vicente que el pasado día 29 de marzo su hijo Carlos recogió en Sevilla un galardón de la Asociación de Ganaderías de Lidia «por haber mantenido medio siglo la vacada en la misma línea familiar».

Una ganadería que reparte sus reses entre 'El Bravío' de Lardero y 'Río Bravo' de Villamediana de Iregua. La explotación mantiene en la actualidad 130 vacas de vientre, 20 eralas, 98 añojos -mitad machos y mitad hembras-, cinco sementales y seis cabestros para el manejo.

Habla Vicente con orgullo de su hijo Carlos, quien tiene para este año 16 novillos para lidiar sin picadores. Seis de ellos se torearán en la final del Bolsín Taurino de La Rioja, en un festejo que se celebrará en Calahorra por junio.

Fue precisamente Vicente uno de los impulsores y creyentes, de la restauración de los encierros en Logroño, contra la 'mara' de lagarteranas disfrazadas de señoritos provincianos que sólo aportaron ignorancia de la historia.

El patriarca ganadero recuerda con nostalgia, en un momento de la conversación, los cercados donde tuvo reses. «Hemos aprovechado pastos en Pradoviejo y Prado Salobre; muchos años en un monte de Rivas de Tereso, junto a Toloño; en San Vicente de la Sonsierra, en Mendavia, en Los Arcos, en San Martín de Agoncillo y hasta en algunas rastrojeras al pie de Lardero», relata.

Vicente guarda buenos recuerdos y otros no tanto. «El mayor esfuerzo», evoca, «lo hice en Santo Domingo de la Calzada organizando una corrida de toros con Jaime Ostos, José Fuentes y Adolfo Ávila 'El Paquiro'». También novilladas ha dado las suyas. Y además en los años de no ir nadie a la plaza. En Haro, por ejemplo, organizó una de ellas en septiembre y no entraron ni los porteros. «No sé qué ocurrió que 'desaparecieron' los candados de chiqueros y hubo que suspender. Me llevaron al calabozo y el tema se arregló pagando a los banderilleros que pedían sus derechos. La novillada se lidió en Miranda».

El disgusto

Otro disgusto gordo le asaltó en tierra de Burgos, cuando ofreció festejos con una plaza portátil en Villafranca Montes de Oca. «Fue un 7 de agosto de 1982. Una parte del tendido se vino abajo y el asunto se saldó con lesionados y con los consiguientes líos de juzgados», explica.

Sin embargo, son muchos más los recuerdos agradables que guarda por haber llevado la fiesta a muchos lugares por vez primera, por haber dado muchas oportunidades a chavales nuevos, algunos de ellos riojanos, y por ver cómo sus nietos ya tienen una divisa -grana y oro-, un hierro ganadero, reses de lidia con el titular de Álvaro y Pablo Lumbreras Ramírez y mucha afición.

Vicente ha visto más de medio siglo de toros y toreros y se decanta abiertamente. «Me gustó Paco Camino el que más de su tiempo, aunque había buenos toreros como Ordóñez o El Viti. Luego me tiraba mucho Manzanares y, de los actuales, el que más me convence es El Cid».

En sus festejos ha tenido a numerosos directores de lidia. Cita entre ellos a Antonio Peregrina Guerra, Orlando Ramos, Rubito de Viana, Niño de Alberite, Mayoral, Curro Lamana, Vicente Martínez 'El Riojano', El Trueno, Pérez Vitoria, algunas tardes de El Víctor, Pérez Vitoria y Diego Urdiales; y, en los últimos tiempos, a José Antonio Izquierdo 'Niño de la Cigüeña', que ha estoqueado muchos añojos fuertes en festejos populares.

Algo más le cuesta recordar viejos toreros riojanos, aunque el primero que le viene a la mente es Pepe Rioja, de quien tuvo las primeras orientaciones para echarse adelante como empresario.

De Salamanca trajo numerosas novilladas para festejos en sus plazas. Especialmente de Antonio Martín Tabernero y en los primeros años ganaderos de Niño de la Capea. Sus hombres de confianza en el campo charro fueron Valentín Cano 'Jerte' y Paco Prado, creador de la escuela taurina 'La Capea' y descubridor de Pedro Gutiérrez Moya.

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