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EN ALMERÍA. Llorente intenta regatear a Diego Alves. / LUIS Á. GÓMEZ
El digno sucesor de Urzaiz
Llorente

El digno sucesor de Urzaiz

A sus 23 años, Llorente acumula ya catorce goles en Primera, mientras el atacante del Ajax sólo había conseguido anotar tres a esa misma edad

J. ORTIZ DE LAZCANO

Martes, 4 de marzo 2008, 09:03

Muchos dudaron que fuera el digno sucesor de Ismael Urzaiz. Fernando Llorente siempre ha sido la viva esperanza del futuro en Lezama. Sin embargo, para muchos la espera hasta su explosión como goleador ha resultado excesiva. En el amistoso ante el Milan de octubre fue pitado por las gradas. El talento no bastaba para emular a Urzaiz. En las tribunas se aseguraba entonces que una de las razones, acaso la principal, por la que no triunfaba era su falta de sangre.

Eran malos tiempos para Llorente. Los entrenadores pasaban por San Mamés y no se consolidaba con ninguno. Al contrario, arrancaba las campañas como titular para irse enseguida al banquillo. Unas veces en mitad de un silencio respetuoso, como ocurrió con Mané, y otras en medio de azotainas públicas, como las propinadas por Clemente, quien se dirigía a él como «el niño» o «Fernandito».

«Es la mitad que Urzaiz», dijo también Clemente de él. Esta comparación ha sido un lastre en su carrera. Para empezar porque era injusta. Muy pocos se detenían a considerar la distinta realidad de los dos atacantes. Las semejanzas se establecían entre un jugador como Urzaiz, en la plenitud de su carrera, con una personalidad arrolladora y dominante en el área con su mera presencia, frente a un muchacho en el inicio de su carrera.

Si se analizan con perspectiva las trayectorias de Urzaiz y Llorente se constata que éste último va por delante del navarro. El actual nueve del Athletic tiene 23 años y una semana de vida. En este tiempo ha jugado 83 partidos de Liga y ha anotado 14 goles, a una media de 0,20 por encuentro. A la misma altura de su carrera, los números del hoy delantero del Ajax de Amsterdam eran más pobres, con apenas tres goles en Primera (uno con Albacete, otro con el Celta y el último con el Rayo Vallecano), a una media de 0,06. Con 23 años había caído de nuevo a Segunda A, al Salamanca. El hombre que luego se convirtió en un rematador implacable daba entonces tumbos sin encontrar un sitio en el que explotar, algo que le ocurrió la siguiente temporada, cuando rompió con 13 goles en el Espanyol, lo que le permitió llegar al Athletic como gran fichaje.

Vistas así las cosas, parece evidente que el Athletic está construyendo con Llorente un gran delantero centro pese a que en muchas ocasiones ha sido mirado con buenas dosis de suspicacia. En la tarea de relanzar su carrera, Joaquín Caparrós ha tenido una influencia esencial. «No sé por qué no triunfa. Da la sensación de que ha frenado su proyección. Hay que trabajar mucho con él», dijo el utrerano a este periódico el 12 de julio, el día que Fernando García Macua ganó las elecciones.

Llorente venía de un ejercicio muy pobre, con apenas dos goles. «Ha sido mi temporada más horrorosa», resumió. Y lanzó una advertencia. «No puedo estar sin jugar, a mis 22 años tengo que machacarme a tope y disputar partidos».

Pocas semanas después, a principios de septiembre, su agente, Jesús Medina, recibió una llamada del Fulham, que ofrecía seis millones de euros por su traspaso. El club contestó con una negativa tajante. Es intransferible. Si no renueva antes, cumple contrato en 2011.

«Ya llegarán los goles»

Llorente comenzó la campaña como titular, pero enseguida se vio de nuevo en el banquillo. «Sólo tienes que preocuparte de jugar bien. Los goles ya llegarán», le aconsejaban sus cercanos. El atacante comprendió que había llegado el momento de fortalecerse anímicamente, algo que ha conseguido con interminables conversaciones con sus personas de confianza. Como la hierba, cedía ante cualquier pisotón que le daba el fútbol. Pero en los últimos tiempos en su interior parece haberse forjado una voluntad de hierro. «Todos me hablaban de que me iba a encontrar un jugador de gran clase, pero poco sacrificado. Ha conseguido dar una actitud del cien por cien en cada partido. Cuando veo cómo se entrega pienso que parte del trabajo está hecho. Le tengo que tranquilizar muchas veces», dijo hace pocos días Caparrós.

Pero no es sólo un estajanovismo desconocido hasta ahora lo que ha cambiado. Ha ganado presencia en los balones aéreos, que se lleva con claridad, intuición para colocarse en el área y ha aprendido a jugar con el cuerpo. Además, cada vez que baja a jugar la pelota, lo hace con criterio. En cuanto le han dado confianza, ha explotado. Sus cuatro goles en los últimos cuatro partidos dejan la impresión de que el Athletic ha encontrado por fin el sucesor de Urzaiz.

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