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RAFAEL M. MAÑUECO
Jueves, 25 de octubre 2007, 10:30
Alexánder Pichushkin, más conocido como 'el maniaco del parque Bittsevski' -así se llama una zona de recreo situada en la periferia sur de Moscú- o 'el asesino del martillo', volvió ayer a insistir en que mató a 63 personas, la mayoría a mazazos, y que le faltó sólo una víctima para haber completado las 64 casillas que tiene el tablero de ajedrez. Durante el juicio que se sigue contra él se ha mostrado contrariado por el hecho de que sólo se le imputen 48 muertes y tres intentos de asesinato. Tras casi cuatro horas de deliberaciones, un jurado popular reconoció ayer al 'maniaco del parque Bittsevski' culpable de ese medio centenar de homicidios.
Los exámenes médicos realizados aseguran que Pichushkin, que tiene 33 años, está en su sano juicio. El presidente del tribunal, Vladímir Úsov, declaró que los miembros del jurado decidieron que el acusado «no puede beneficiarse de ninguna circunstancia atenuante» debido al cinismo demostrado en sus intervenciones durante el proceso y a la infinita crueldad de sus fechorías. Muchas de sus víctimas, heridas ya de muerte pero aún con vida, fueron arrojadas a un profundo pozo de aguas fecales.
Yuri Siómin, el fiscal, pidió para Pichushkin la cadena perpetua, ya que la pena de muerte, aunque no ha sido abolida en Rusia definitivamente, no se aplica desde hace una década. Los familiares de los muertos exigen, sin embargo, que se haga una excepción con él y se ponga fin a su vida con un balazo en la nuca, la forma habitual de ejecución de la pena capital en la época soviética. El tribunal deberá pronunciarse en los próximos días sobre la condena.
Pichushkin, que era empleado de un supermercado, fue detenido el 16 de junio del año pasado, justo al día siguiente de acabar con su última víctima, Marina Moskaliova, compañera de trabajo. El homicida invitó a su amiga a pasear por el parque, pero ésta dejó en su casa una nota indicando con quién estaba.
Mataba empleando un enorme martillo. Solía ofrecer vodka a visitantes ocasionales del parque o a personas conocidas. Una vez borrachos, les hundía el cráneo. Podía también atacar sorpresivamente por la espalda a cualquier viandante. Su primer asesinato lo cometió en 1992, cuando tiró a un amigo del colegio por la ventana. Pero el grueso de sus crímenes fueron perpetrados entre 2000 y 2006.
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