JAVIER REINO
Domingo, 5 de agosto 2007, 04:08
Ha vuelto a los frontones después de pasar dos años alejado de las grandes competiciones de la pelota. Un destierro al que le condenaron su mala cabeza, su afición a la noche y sus excesos y adicciones. Mikel Goñi (Oronoz Mugaire, 1977; casado, un hijo, una hija en camino) vuelve renovado, en forma; gana partidos y llena de público las canchas.
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-¿Qué ha hecho para merecer otra oportunidad?
-Tener una buena amistad con Fernando Vidarte, el presidente de la empresa Aspe. Mi mujer y mi hermana fueron a hablar con él y él puso las condiciones para mi vuelta.
-Se anunciaba como Goñi II, ¿quién fue el primero?
-Óscar Goñi. Somos tres Goñis pelotaris y no tenemos nada que ver. Ahora en mi camiseta pone Mikel Goñi.
-¿Por qué la pelota? Tiene cuerpo casi para cualquier deporte.
-Es en lo que destaqué de chaval. Mi padre me dijo: «Si vas a jugar a pelota, ni fútbol ni nada... Dedícate a ello».
-¿Qué le hace tan atractivo, su calidad como pelotari o su leyenda negra?
-Una mezcla de todo. He sido diferente y mucha gente se ha identificado con ese carácter fuerte, de arriesgar...
-¿Es el Maradona del frontón?
-Me han comparado más de una vez con él... Maradona es una estrella mundial.
-Tiene 30 años. ¿No ha tardado mucho en sentar la cabeza?
-Unos lo hacen antes, otros después y otros nunca, ja, ja.
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-¿Qué ha sido peor, caer o salir del pozo?
-Es un infierno estar ahí abajo, verte ahí por tu mala cabeza, pero es verdad que cuesta también resurgir, quitar peso, cambiar radicalmente de vida.
-¿Tiene algo bueno el infierno?
-Todo, ja, ja. Lo que no está en el cielo lo encuentras en el infierno.
-¿Cómo se imagina el cielo?
-Yo seré la mano derecha de Dios, estaré en una silla eligiendo quién entra y quién no.
-Pero, ¿su mano buena no era la zurda?
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-Fuera de la cancha sí que tengo mano izquierda. Me gusta estar con la gente.
-¿De qué es de lo que más se arrepiente?
-De no haber hecho caso a los que me aconsejaban bien. Estaba convencido de que siempre me perdonarían. Había hecho mil, ¿porqué no mil y una?
-El gran Ogueta dijo de usted que tenía unas facultades portentosas. ¿Las ha malgastado?
-Nunca he sabido hasta dónde podía llegar.
-¿Ha salido solo del agujero?
-Nadie sale solo. En mi caso me han ayudado la familia y unos pocos buenos amigos.
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-¿Ha llorado?
-Mucho. No delante de la gente, pero sí.
-¿Temió perder a su familia?
-No. La familia siempre está ahí.
-Estuvo al borde del abismo ¿Se considera ya a salvo?
-Nunca se puede decir, pero tengo las cosas claras y antes de volver a lo de antes me pego un tiro.
-...
-Compensa ser formal. Ahora todo está bien, en casa, en la calle. Ya no inspiro compasión.
-También probó la televisión, y en el mismo programa de ETB que Juanito Oiarzabal y José Luis Korta. ¿Es una salida para deportistas díscolos?
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-Tenemos tirón y es lo que vende. Mandan las audiencias y para nosotros es vivir un poco del cuento.
-Pero usted abandonó. ¿Echaba algo en falta?
-No, no, fue un problema de salud. Tuve neumonía, estuve casi en coma.
-¿Volvería?
-Me cuesta aprenderme los guiones. Yo soy más espontáneo.
-¿Quién ha sido su ídolo en los frontones?
-Como pelotari, Retegui. Como pelotaris y personas, Antton Maiz, Ladis Galarza, Zezeaga...
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-¿Y esa distinción?
-No me acaba de convencer Julián. Todo el mundo sabe que hemos tenido un par de trifulcas.
-¿Qué otros deportes practica?
-Pádel, pala, frontenis, todo lo relacionado con la pelota. Y ciclismo.
-¿Qué lee?
-Poco, los periódicos y poco más. No me tira nada.
-¿Cuánto le queda como deportista en activo?
-Seis, siete, ocho años...
-¿Tiene cómo ganarse la vida después?
-Espero ganar lo suficiente para no tener que hacer otra cosa. En todo caso, algo relacionado con la pelota. O poner un negocio del tipo de un restaurante, una tienda de deportes...
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-¿Cómo pasará a la historia de la pelota? ¿Le importa?
-No sé si será con lo bueno o con lo malo. No quiero ser la eterna promesa. Espero ganar alguna 'txapela'.
-Es de los que sigue atento la moda en el vestir.
-La sigo, sí. Tengo mi estilo propio, me gusta la moda italiana. Bien vestido puedes ir a cualquier lado y soy de los que creen que, como dijo un pelotari, en chándal no se puede ir ni al frontón.
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