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Julio Arrieta
Miércoles, 4 de octubre 2023
Las dietas que excluyen el consumo de carne se han dado a lo largo de la historia y en numerosas culturas de todo el mundo por razones religiosas, filosóficas, éticas y, más recientemente, medioambientales y de salud. Pero, ¿puede haber también factores genéticos que favorezcan ... que unas personas estén más condicionadas fisiológicamente que otras a ser vegetarianas? Un estudio publicado ayer en la revista científica 'PLOSONE' apunta que algunas variaciones en genes relacionados con el metabolismo de los lípidos –los compuestos orgánicos entre los que se encuentran las grasas– y la función cerebral pueden estar relacionadas con la elección de una dieta vegetariana. Los investigadores han identificado «tres genes significativamente asociados con el vegetarianismo y otros treinta y uno potencialmente asociados» con él.
Aunque esta dieta es cada vez más popular, quienes la practican siguen siendo minoría en todo el mundo. Por ejemplo, en Estados Unidos, los vegetarianos son el 3% o 4% de la población. En Reino Unido, lo son el 2,3% de los adultos y el 1,9% de los niños, según la Encuesta Nacional sobre Dieta y Nutrición de 2014, escriben en su artículo el doctor Nabeel R. Yaseen, de la Universidad Northwestern (Chicago, Estados Unidos) y sus colaboradores, de diversas universidades estadounidenses yde Reino Unido.
«El número real de vegetarianos estrictos es probablemente mucho menor, ya que una gran proporción», prácticamente la mitad, «de quienes se identifican a sí mismos como vegetarianos comentan en las encuestas que consumen pescado, aves de corral o carne roja» ocasionalmente. «Esto sugiere que el deseo de adherirse a una dieta vegetariana se ve anulado por limitaciones ambientales o biológicas y plantea la cuestión de si todos los seres humanos son capaces de sobrevivir con una dieta vegetariana estricta a largo plazo».
«Nuestros datos sugieren que la capacidad de seguir una dieta de este tipo está limitada por la genética», añade Yaseen. Un factor al que ya habían apuntado «numerosos» estudios previos. «Las elecciones dietéticas implican una interacción entre los efectos fisiológicos de los alimentos, su metabolismo y la percepción del sabor, todos ellos fuertemente influenciados por la genética», escriben los investigadores.
Los científicos compararon en su estudio los datos genéticos del Biobanco de Reino Unido de 5.324 vegetarianos estrictos –que no consumían pescado ni carne de ningún tipo, así como ningún alimento derivado, por lo menos desde hacía un año– con 329.455 controles. El grupo estaba integrado exclusivamente por «caucásicos blancos para conseguir una muestra homogénea y evitar confusiones por etnia».
En el análisis se identificaron variantes asociadas a 34 genes que pueden condicionar a la elección de una dieta vegetariana. «Varios de los genes asociados con el vegetarianismo, incluidos TMEM241, NPC1 y RMC1, tienen funciones importantes en el metabolismo de los lípidos y la función cerebral, lo que plantea la posibilidad de que las diferencias en el metabolismo de los lípidos y sus efectos en el cerebro puedan subyacer a la capacidad de subsistir con una dieta vegetariana», escriben los científicos.
Uno de los aspectos en los que los alimentos vegetales difieren de la carne «es en los lípidos complejos», explica Yaseen. «Mi especulación es que puede haber componentes presentes en la carne que algunas personas necesitan. Y quizá las personas cuya genética favorece el vegetarianismo sean capaces de sintetizar estos componentes de forma endógena. Pero, en este momento, esto es mera especulación».
Los investigadores concluyen que «se necesita una mejor comprensión de las vías fisiológicas implicadas en la elección de una dieta vegetariana para poder diseñar recomendaciones e intervenciones dietéticas más eficaces».
Las advertencias que lanzan médicos y nutricionistas y la propia OMS acerca de la necesidad de comer menos carne para mejorar la salud no tienen un gran efecto en la población. De hecho, más de la mitad de los españoles no está reduciendo la ingesta de carne, según revela el informe 'The Green Revolution 2023'. Un 44% de los que se declaran omnívoros lo intenta, especialmente con la roja, pero el 12% reconoce que la consume casi todos los días y no tienen intención de cambiar su dieta.
El motivo principal por el que no hacen ese esfuerzo es, simplemente, que «les gusta» la carne (un 62%). Además, se está afianzando la idea de que comer carne es «compatible» tanto con la salud (39%) como con el respeto al medio ambiente y los animales (32%). «Para un amplio sector de la población no está calando el mensaje de que una dieta omnívora sea incompatible con la salud, la sostenibilidad y los derechos de los animales», revela el estudio.
El informe hace una radiografía de los hábitos nutricionales de los españoles y los motivos por los que los han adoptado. Así, el 9% de los españoles –3,5 millones– se consideran flexitarianos, esto es, siguen una dieta vegetariana con consumos ocasionales de alimentos de origen animal. Los vegetarianos –no consumen carne o pescado, pero sí algunos productos de origen animal, como leche, huevos, queso o yogur–, suman 550.000 españoles. Los veganos –no comen nada de origen animal– son solo el 0,7%, unos 276.000 españoles.
La mayoría de los flexitarianos sigue esa dieta (el 62%) por su salud – porque creen que comer de todo es «bueno» y les ayuda a cuidar su peso, aseguran–. Otros motivos como el bienestar de los animales o el medio ambiente son secundarios. Por el contrario, para más de siete de cada diez veganos y vegetarianos la razón fundamental de su hábito es el bienestar animal.
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