Lunes, 28 de febrero 2022, 00:02
El suyo es un trabajo desconocido para el gran público, aunque cada vez más importante en la industria del entretenimiento en internet: editora de vídeos para 'influencers'. Una de las nuevas 'profesiones' surgidas al calor de la red. Itziar Roa pertenece a la 'generación Z', ... y para ella las redes sociales son su hábitat natural. Esta madrileña de 23 años es una de las encargadas de convertir los minutos de grabaciones de vídeo en clips de entre 15 y 20 segundos, lo que dura un 'reel' en Instagram o TikTok, las dos plataformas que viven de mostrar fotos y vídeos.
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«Una de las 'influencers' con las que trabajo necesitaba un editor y pidió ayuda en sus redes sociales. Le contesté y se interesó por mí. A partir de ahí, todo se basa en contactos, en saber moverte por el mundillo», explica la joven, que actualmente cursa un máster en edición y postproducción audiovisual en la escuela universitaria The Core, especializada en la industria del contenido y el entretenimiento 'online'. «Hoy es sencillo formarse en este campo. Se puede hacer con tutoriales de YouTube que expliquen el funcionamiento de un software o herramienta en concreto».
Aunque es uno de los nuevos perfiles profesionales, el trabajo de editor de 'influencers' está aún lejos de parecerse a un empleo convencional y hay editores que trabajan a jornada completa para los 'youtubers' más importantes y otros que no tienen una rutina fija. Es el caso de Itziar. «Un día me mandan cinco vídeos para hacer y al día siguiente no hay nada. No hay un flujo de trabajo fijo, cada semana y mes son diferentes, no podría concretar una cifra, por lo que tampoco tengo los mismos beneficios cada mes».
¿Cómo es entonces un día suyo de trabajo? Cuenta que, básicamente, se basa en esperar a que las 'influencers' contacten con ella. Una vez hecho el vídeo, ¿cuánto cobra? «Cada editor tiene sus tarifas, no hay precios estándar. Y no lleva las mismas horas editar un vídeo de 10 minutos para un gran grupo de comunicación audiovisual que hacer algo sencillo para Instagram o TikTok, que exige mucho menos tiempo».
Pese a la poca estabilidad de este negocio aún incipiente, ya hay editores que se van haciendo un nombre. Itziar tiene tres clientas más o menos fijas y otros cuatro que cuentan con ella para campañas puntuales. Casi todos los contenidos que edita están relacionados con la moda, el maquillaje y las tendencias.
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Para hacernos una idea del impacto que tiene su trabajo, un dato: sus tres clientas habituales suman casi tres millones de seguidores. Son Abril Cols –modelo y empresaria catalana, autora del libro 'La magia de confiar en ti'–, que trabaja con Itziar desde hace tres años y acaba de llegar al millón de usuarios; Judith Arias, una joven de 20 años que ha convertido su vida privada en todo un espectáculo y arrasa contando su experiencia como madre y que suma una legión de casi dos millones, y Marta Escalante –autora del blog HolaCuore, en el que mezcla tendencias de moda y fitness–, que está lejos de las otras con 140.000 seguidores en su perfil de Instagram.
Las que ponen la cara y ganan seguidores son ellas, pero parte del éxito que sustenta su negocio se debe al trabajo en la sombra de Itziar. «A veces vienen con una idea preconcebida de lo que quieren, pero otras veces añado pinceladas y sugerencias propias». Y acertar con el contenido, indica Itziar, no tiene tanto que ver con estar más o menos inspirada sino con conocer bien el perfil del cliente para el que se hace el trabajo. «En el caso de Abril, yo era seguidora suya desde hace años. Generalmente lo que buscan es dinamismo, transiciones rápidas con música que esté en tendencia. Y, sobre todo, diferenciarse de las demás». Algo fundamental en el mundo 'online', en el que hay sobreabundancia de contenidos y se corre el riesgo de pasar desapercibido, la ruina de este negocio.
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Esta 'nueva' profesión a la que se dedica Itziar es todavía una tarea en la sombra, y no solo porque el suyo deba ser un perfil discreto (los 'influencencers' son quienes deben brillar), sino porque quienes les contratan quieren muchas veces que así sea.
«Hay quien no admite que hay gente detrás de las cámaras. Quizá piensan que les da mala imagen o que les hace parecer personas poco trabajadoras». Pero ella, aunque no dé la cara ni reciba los aplausos, se siente recompensada. «Leo los comentarios positivos que hace la gente de los vídeos que edito. Lo que pasa es que no saben quién está al otro lado».
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El trabajo de los editores cobra relevancia en Instagram. Pero es difícil destacar con tanta competencia... Y durar. «El ciclo de vida natural de una red social tiende a ser corto porque lo que más nos atrae es la novedad», reflexiona Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información de la Universitat Oberta de Catalunya. El especialista destaca la excepcionalidad de la longevidad de Facebook o LindedIn –«son la excepción que confirma la regla»– aunque Instagram apunta en esa dirección. Lalueza ejemplifica el hipotético cierre de esta red social con que «sería como si cerraran tu bar preferido, aquel en que con frecuencia te reúnes con tus amigos y es uno de los escenarios destacados de tu vida. Buscarás otro en el que puedas sentirte igual de bien, en el puedas coincidir con las personas que te interesan, sin tener algún sentimiento de pérdida, pero eso llevaría su tiempo».
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