ChatGPT, la 'chuleta inteligente'

El programa se lanzó a finales del año pasado y en solo cinco días ChatGPT superaba el millón de usuarios. Funciona como un chat: está diseñado para mantener conversaciones a través de un texto escrito. Solo hay que hacerle preguntas convencionales y las entenderá –incluso con los adjetivos y variaciones de la lengua que añadas en las frases–. Da unas respuestas muy acertadas y completas, incluso de varios párrafos. Además, en estas contestaciones es capaz de expresarse de manera natural y con información muy exacta, por lo que resulta muy complicado detectar que el texto ha sido generado por inteligencia artificial.

«Lo que hace a esta herramienta radicalmente diferente de otros chatbots (software que simula una conversación real con una persona) es el grado de elaboración y realismo de las respuestas que ofrece», explica Carlos de Aldama, profesor de psicología del pensamiento de la Universidad Autónoma de Madrid. Es capaz de crear historias, escribir ensayos, elaborar un currículum y realizar muchas tareas relacionadas con el lenguaje, como resúmenes de textos –incluso hace poesías–, de manera similar a como lo haría un ser humano.

Es una herramienta gratuita y de acceso abierto que plantea grandes retos para la educación. Uno de los más polémicos es que afecta a los sistemas de evaluación con los que se quiere medir si un estudiante ha adquirido los conocimientos y competencias necesarios. «ChatGPT no solo puede responder preguntas que simplemente exijan recuperar información (como por ejemplo, el listado de los ríos de España), sino también relaciona e integra información para llegar a conclusiones nuevas», señala el especialista.

No importa lo compleja que sea la pregunta que se le formule al estudiante, este sistema de inteligencia artificial podría responder a cualquiera. La revista 'PLOS Digital Health' acaba de publicar un estudio que enfrentó a ChatGPT a los exámenes necesarios para obtener la licencia de médico en Estados Unidos, y los resultados mostraban que podría superarlos o estaría cerca de hacerlo.

Herramientas tradicionales de detección de plagio, como el programa Turnitin –que utilizan ya de forma generalizada todas las universidades–, no sirven, ya que las respuestas ofrecidas por ChatGPT son novedosas, no son 'trozos' de textos que ya existen.

Los responsables educativos son ya conscientes de que sus alumnos pueden usar esta herramienta para los exámenes y trabajos y algunos han prohibido descargarse los programas o buscan sistemas de evaluación que esquiven a la inteligencia artificial. De hecho, varias universidades australianas han detectado ya estudiantes que están empleando chatbots para realizar sus trabajos de clase, como ensayos, o incluso para completar exámenes, según desveló 'The Guardian'. El periódico británico señalaba que las ocho principales universidades australianas se han visto forzadas a revisar «cómo se llevarán a cabo las evaluaciones en 2023». Y varias de ellas han decidido aplicar fórmulas tradicionales, como «recurrir más a los exámenes y tests a papel y bolígrafo».

Numerosas escuelas de Nueva York también han prohibido su uso a principios de este año por considerar que tiene un impacto negativo en el aprendizaje. Los escolares pueden hacer sus deberes, resúmenes, trabajos... con solo conectarse a este chat 'inteligente'. «Es normal que a corto plazo pensemos en estrategias defensivas, como prohibirlo o intentar buscar soluciones antiplagio. Pero solo tiene sentido de forma temporal. Sin duda exigirá un cambio de metodología y la educación deberá convivir con la inteligencia artificial del mismo modo que convive con Google o con la Wikipedia», señala Guillem García Brustenga, experto de la UOC en e-learning (aprendizaje virtual, a través dispositivos conectados a la red)

De hecho, la parte positiva es que el uso de esta tecnología obligará a revisar prácticas anticuadas en la enseñanza, «como la idea de que la inteligencia y el conocimiento de una persona están determinados por la cantidad de información que conozca», añade García Bustrenga. «Eso pierde validez cuando puede delegarse el almacenamiento y acceso a la información a ChatGPT. Forzará un cambio en la forma en que se aprende y en el momento de hacerlo, pero sobre todo en lo esencial, en lo que se aprende», sostiene.