Benzema, 'pandemias' y por qué el complejo por llevar gafas es historia

Muchos las ven con buenos ojos... y hasta las usan sin graduar, solo con filtros

Miércoles, 19 de octubre 2022, 18:44

Hace algunos años, no tantos, el hecho de que a alguien le 'pusieran' gafas (el verbo ya suena a imposición, a castigo, a carga) podía convertirse en un pequeño drama. Sobre todo, si ocurría en la infancia, en la adolescencia o la juventud, cuando los ... complejos campan a sus anchas. Y en edades más tardías, pasada la cuarentena, era algo más asumido, pero también se interpretaba como una pérdida de juventud, de capacidades y de atractivo. Ahora mismo, el panorama es muy distinto. ¿Qué ha cambiado?

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  1. Los más acomplejados, los presbitas cuarentones

«Ahora mismo, los jóvenes son los que llevan con más naturalidad el hecho de tener que ponerse gafas», sentencia el óptico optometrista José María Herce. ¡Sorpresa! ¿A que todos dábamos por hecho que era el colectivo que más se acomplejaba por el hecho de tener que llevarlas? «Para nada. Los que peor se lo toman, con diferencia, son las personas de cuarenta y pico años que necesitan su primera gafa para ver de cerca, son lo que nosotros llamamos presbitas jóvenes (es decir, los que empiezan a tener presbicia)», asegura. Muchos de ellos todavía guardan recuerdos de lo mal que lo pasó aquel 'gafoso' de la clase (claro, antes llamaban la atención porque había muy pocos en el aula, quizá ninguno) o del guaperas de turno del instituto cuya cotización en el ranking de chicos monos cayó en picado al ponerse 'lupas'. Los de esta generación siguen vinculando gafas con fealdad, pero, sobre todo, con vejez. «Por eso lo normal es que se resistan a ponérselas... en un principio», matiza Herce.

Según cuenta el experto, muchos de estos presbitas de nuevo cuño se marchan de la consulta del oftalmólogo con un vago 'voy a aguantar, si eso ya vendré más adelante...'. Y vaya que sí vuelven, más pronto que tarde. «Claro, cada vez van a ver peor, es algo fisiológico y natural», recalca. Muchos, ahora mismo, se estarán reconociendo en la escena y justificándose con esa letanía de que es mejor aguantar sin las gafas de cerca porque luego te acostumbras y ya no puedes vivir sin ellas. «Mentira, mentira, el hecho de que 'aguantes' no influye ni para bien ni para mal en tu vista», aclara Herce. Es decir, el hecho de que no te pongas las gafas de cerca que ya necesitas no va a frenar el deterioro de tu vista. Pero, buenas noticias, tampoco lo acelerará. Para él y para sus colegas, este afán de algunas personas en la cuarentena por negar la evidencia es, ni más ni menos, miedo a la madurez, «a ir perdiendo capacidades», que es algo muy humano, claro. «Al final se ponen las gafas, claro, porque todo cae por su peso», zanja Herce.

  1. Los jóvenes, mentalizados y 'empantallados'

Los más jóvenes ya no ven la gafa con malos ojos. Viven rodeados de personas que las usan. «Están mentalizados, les dices que necesitan gafas y no se inmutan», sostiene Herce, quien destaca que la miopía, por ejemplo, cada vez aparece a edades más tempranas y con más intensidad. «Es la pandemia del siglo XXI», recuerda el experto. De hecho, esta alteración está aumentando tanto que la OMS vaticina que para 2050 el 52% de la población mundial será miope. A más desarrollo, más miopes por la presión a la que sometemos a los ojos con tareas como la escritura o las pantallas. Ahora mismo, en España, el 55% de los jóvenes de 18 a 34 y el 62% de los universitarios ya son miopes. Además, el 5,9% de los menores de 6 a 12 también lo son y lo peor es que muchos de ellos podrían superar la barrera de las seis dioptrías, un punto de inflexión. Así que, sí, las nuevas generaciones están resignadas, aunque tampoco es que adoren las gafas.

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En España, dos de cada cinco adolescentes llevan gafas, aunque a la mitad de ellos no les encante la idea, según el informe 'La prevalencia de la miopía entre la población más joven', presentado por la asociación Visión y Vida, que se dedica a la salud visual y reúne a profesionales y empresarios del sector.

  1. A más alternativas, menor leyenda negra

Las gafas tienen ahora mismo mejor prensa que antes porque, primero, son más bonitas -el diseño ha mejorado mucho y las hay de todos los estilos y precios- y, segundo, no suelen ser la única salida para una persona con problemas de visión, algo que influye en su mejor aceptación. Las lentillas han evolucionado tanto «que las hay para tratar cualquier problema visual, incluida la presbicia -indica Herce-. Y también se opera mucha gente», añade. Es decir, muchas personas las utilizan para tareas concretas o las alternan con lentillas. Según afirma el especialista, «el hecho de no tener que llevarlas todo el tiempo» ha mejorado su reputación. Si hay escapatoria, pueden ser buenas 'aliadas'.

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¡A lucirlas! Hasta Karim Benzema cae rendido al encanto de las gafas

Cada vez hay más personas que no tienen problemas de visión pero se colocan unas gafas (a veces solo la montura) para lograr el 'look' que desean. «Sí, como un complemento de moda. Algunos las llevan con una graduación neutra, es decir, de cero, y otros, sobre todo los jóvenes, optan por cristales con un filtro para proteger los ojos de la luz de las pantallas», apunta Herce, quien considera que quienes usan gafas sin precisarlas suelen buscar un aspecto «más intelectual».

Eso, la gente de la calle, pero los famosos también han hecho un gran trabajo en favor de las gafas al incluirlas en sus 'looks' de alfombra roja. Actrices como Demi Moore, Meryl Streep o Diane Keaton las han combinado con trajes de alta costura con toda la naturalidad. Y los hombres también echan mano de ellas en las grandes ocasiones. El último ha sido el jugador madridista Karim Benzema, que este mismo lunes recogió su Balón de Oro vestido con un exclusivo traje de Fendi, con joyas de lujo, un reloj de Richard Mille de 500.000 euros... y unas gafas doradas creadas por él mismo.

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