Utilizar 'barros' para teñir el pelo es una moda que llegó de la mano de la fiebre por los alimentos ecológicos, veganos, sin aditivos químicos ni conservantes... Lejos de ser una tendencia pasajera, ha llegado para quedarse. Y desde que la Reina Letizia ha optado ... por esta forma más natural de disimular sus canas, muchas mujeres y hombres se han animado a probar. Pero antes de dar el paso es importante tener claras las ventajas y limitaciones del uso de los barros y aclarar dudas. ¿Son más saludables que los tintes tradicionales?, ¿son eficaces para cubrir canas?, ¿qué colores se consiguen? Peluqueras y dermatólogas nos orientan.
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«Los barros colorean el cabello porque contienen pigmentos naturales procedentes de las flores, plantas y minerales, tales como arcillas y activos botánicos: índigo, tomillo, abedul, té, soja, avena, lino… que, mezclados con agua caliente, forman un barro que se aplica al cabello», explica Belén Yuste, dueña de la peluquería Began, especializada en la aplicación de estos tintes. «Es un tratamiento natural para dar color al cabello y regenerarlo, sin amoniacos ni ninguna otra sustancia química».
Los barros tiñen de manera superficial –los pigmentos se depositan sobre el pelo, como si lo 'maquillasen'– mientras que los tintes clásicos utilizan sustancias químicas que abren la cutícula –la capa exterior del cabello– para que el pigmento entre en la hebra capilar y la oxide. «El barro mejora la cutícula del cabello, hidrata el pelo, purifica en profundidad la fibra capilar y consigue restaurarla. Además, desintoxica el cuero cabelludo, que vuelve a respirar y recupera su función de barrera protectora», destaca Belén Yuste. Apunta que sirve de tratamiento para cueros cabelludos con descamación, deshidratación o dermatitis y para personas alérgicas, «ya que no contiene sustancias químicas». Hay clientas, explica, que «se dan barros sin color para exfoliar el cuero cabelludo».
Sin embargo, tienen sus limitaciones 'estéticas', puesto que no cubren las canas al cien por cien ni se pueden lograr todos los colores que permiten los tintes tradicionales. «Con los barros el cabello queda natural, con mucho brillo y suave. Pero no sirven para hacer grandes variaciones de color: no podemos pasar de rubia a morena, aunque sí es muy eficaz para matizar las canas y conseguir darles un aspecto de mechas», comenta la peluquera bilbaína Yolanda Aberasturi, que aplica estas coloraciones naturales en sus establecimientos. Coincide en destacar entre los beneficios de los barros que no agreden al pelo porque son una pigmentación a base de plantas, pero aclara que también «los tintes de siempre han evolucionado mucho, ahora son de una gran calidad y no perjudican al cabello».
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Por ejemplo, hace años que es posible utilizar tintes y productos de coloración profesional sin amoniaco –aunque sí llevan otras sustancias químicas–, que se combinan con aceites que protegen el pelo. «La clave está en asegurarnos de que las peluquerías usen productos de calidad, sean barros o tintes tradicionales», hace hincapié Yolanda Aberasturi.
Explica que hubo un 'boom' de la coloración con barros que coincidió con la moda de los alimentos ecológicos y veganos, pero se ha estabilizado ya hace un año. «Muchas clientas piden barros, pero al final una gran mayoría opta por los tradicionales, ya que dan más importancia a verse bien, al aspecto final, al tono que se consigue y que con los barros está más limitado».
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Los dermatólogos tampoco demonizan los tintes químicos ni apuestan por dar el salto a los barros con el argumento de que son más saludables para el pelo. «Lo natural no es siempre lo mejor», valora la especialista en dermatología Ana Molina.
«Los tintes químicos están muy controlados, se conocen sus componentes y sus efectos», argumenta. Pero, ¿dañan el pelo? «Los permanentes utilizan sustancias químicas que afectan a la fibra capilar, rompen la cutícula, ya que para variar el color debe alcanzar y fijarse a la capa intermedia del pelo», detalla. Así que el pelo tratado con tintes químicos aumenta su porosidad, puede resecarse y perder brillo, pero no lo 'matamos' ni se nos va a caer. «Esos productos afectan al tallo piloso, la zona del cabello que sobresale, formado por células muertas, pero no a la raíz, a las células madre, porque están enterradas bajo tres capas y no se llega ahí», aclara la doctora Molina.
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Sí sufre, sin embargo, el cuero cabelludo. De hecho, las principales complicaciones, advierte la especialista, son las irritaciones y las alergias producidas por determinados productos. «Pero las alergias las pueden provocar tanto las sustancias 'químicas' como una determinada planta», advierte Ana Molina.
El amoníaco, contra lo que podría parecer, no es el principal riesgo de los tintes, advierte la dermatóloga Ana Molina. La mayoría de las personas que reaccionan a los productos para colorear el pelo son alérgicas a la parafenilendiamina química (PPD), presente en muchos de estos preparados. Pueden experimentar picazón, enrojecimiento de la piel, eczema y urticaria. Por ello, si usamos un tinte por primera vez o cambiamos a una marca nueva, es aconsejable hacer una prueba antes frotándolo sobre la oreja y esperar cuarenta y ocho horas para ver si provoca algún tipo de alergia o irritación. También es recomendable usar guantes para aplicar los tintes.
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