La inteligencia artificial ha llegado para quedarse. Durante las últimas semanas ha copado titulares en el contexto de la creación de textos e imágenes, pero sus aplicaciones pasan también por el futuro de la conducción. Comenzando por los coches autónomos, cuyo desarrollo prosigue lento aunque ... seguro bajo el seno de los gigantes tecnológicos.
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En las pruebas llevadas a cabo hasta la fecha, la conclusión primera es que los vehículos sin conductor resultan viables en un contexto controlado: cuando circulan por calles acotadas en las que no hay lugar para utilitarios tradicionales. El problema llega cuando las inteligencias artificiales al volante se topan con imprevistos; excepciones a la norma tales como niños cruzando la calzada sin atender a los pasos de cebra o conductores que se saltan un semáforo en el último segundo.
Pensando en los días en que coches autónomos y conductores convivan de tú a tú, investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte han ideado un sistema para facilitar la circulación. A los tradicionales verde, rojo y ámbar se sumaría una cuarta tonalidad para los semáforos: el blanco.
Al encenderse la luz blanca, el semáforo de marras transmite instrucciones de circulación a todos los coches autónomos presentes en las inmediaciones, lo que mejora el flujo del tráfico hasta en un 10%. Este indicador blanco solo se activa al concentrarse un número importante de vehículos autodirigidos. En caso contrario siguen rigiendo los colores habituales.
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Ahora bien, ¿cómo deben comportarse los conductores ante un semáforo en blanco? La instrucción no podría ser más sencilla: avanzar o parar según lo haga el coche autónomo que tengamos delante y, cuando sea posible, seguir nuestra ruta con normalidad. Dicho de otro modo, ese coche sustituye momentáneamente a las instrucciones del semáforo.
En palabras de los investigadores de la NC State University: «Otorgar el control del flujo de tráfico a los coches autónomos -de forma parcial- es una idea relativamente nueva. La llamamos 'paradigma de control móvil' y puede emplearse para coordinar el tráfico en cualquier escenario que involucre a este tipo de vehículos. Incorporar el concepto de luz blanca en los cruces advierte a los conductores de lo que está pasando: de este modo saben lo que hacer al acercarse a cualquier intersección».
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El sistema anteriormente descrito pasa por incorporar funciones de inteligencia artificial a los semáforos de toda la vida, algo en lo que resulta pionera la ciudad alemana de Lemgo (sita en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia).
Allí, el Ministerio Federal de Transporte e Infraestructura Digital germano ha iniciado una serie de pruebas para mejorar la fluidez del tráfico incorporando cámaras y radares a los semáforos. Tales aparatos se sirven de un algoritmo para determinar el número de vehículos en la carretera, su velocidad media y sus tiempos de espera, lo que se interpreta y traduce en instrucciones precisas para los dispositivos luminosos.
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El resultado, según los investigadores, es que los vehículos pasan menos tiempo parados: el flujo del tráfico mejora en un 15%, los trayectos se acortan y se reduce tanto el ruido como las emisiones de CO2. El tiempo dirá si esta solución acaba con ese gran enemigo de las urbes que son los atascos.
Aunque restan bastantes años para que los coches autónomos se impongan (la Unión Europea apenas ha llegado a un acuerdo respecto al fin de los motores de combustión), muchos de los avances en materia de seguridad incorporados en los vehículos actuales provienen de las investigaciones al respecto. Desde los indicadores de ángulo muerto hasta los sistemas de precolisión, pasando por el centrado automático de carril.
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En este último sentido, los expertos coinciden en que un futuro copado exclusivamente por coches sin conductor derivará en una reducción considerable de los accidentes. Esto es así por estar diseñados con una prioridad clara: preservar la integridad de los ocupantes. Recorrer centenares de kilómetros sin atender al volante acabará con los percances provocados por cansancio o la conducción bajo los efectos del alcohol, por poner dos ejemplos.
También como se ha señalado, las vías se descongestionarán por el tránsito más eficiente posible de todos los bólidos que las recorren. Coches que además tendrán un limitado impacto medioambiental, ya que la mayoría de los proyectados funcionan con energías limpias.
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En el otro lado de la balanza, aún está por dilucidar quién asume la responsabilidad en un accidente con vehículos autónomos implicados, especialmente cuando éste conlleva pérdida de vidas.
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