sara borondo
Martes, 7 de junio 2022, 00:11
Me he quedado sin batería. Nos pasa a todos. Cuando hace 25 años empezaron a popularizarse los teléfonos móviles había que cargarlos un par de veces al día ¡y eso que ni siquiera eran inteligentes! Después se empezaron a fabricar baterías con potencia suficiente para ... resistir varios días sin enchufarlas. Pero, a la par, llegaron los smartphone y nos quedamos pegados a las pantallas: para jugar, consultar Internet... El caso es que otra vez agotábamos rápidamente la batería, por muy potente que fuera. Es un círculo. Los fabricantes hacen baterías con capacidad creciente pero, a la vez, las aplicaciones cada vez gastan más energía. La cosa es que no es raro que acabemos buscando un enchufe libre para recargar el móvil.
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Antes era excepcional pero hoy podemos cargarlo en muchas tiendas, bares, en el transporte público... y también existen máquinas de recarga en la calle, los hospitales, los estadios, los gimnasios, en los parques temáticos o en los museos. Muchos de estos servicios son gratis o cuestan poco dinero. Y la mayoría son fiables, no hay ningún problema en conectar ahí el teléfono y hay incluso puntos con la tecnología necesaria para adecuar la velocidad de carga a cada teléfono. Pero también hay otros puestos de recarga que pueden suponer un peligro en lo que respecta a la privacidad del usuario.
A través del cable USB-C, que es cada vez más habitual en los móviles, no solo pasa la energía eléctrica que va a recargar la batería. Hay pines que tienen esta función, pero también hay otros que sirven para transferir información, y aquí radica el peligro de utilizarlos en cualquier cargador público. Normalmente se habla del 'malware' o del 'phising' que llegan a través de correos o de móviles y que pueden extraer información personal sensible de la víctima, pero también puede producirse ese robo de datos a través del cable USB. Es lo que se conoce como 'juice jacking'. El delincuente accede a la información contenida en el teléfono y puede copiar contraseñas bancarias o fotografías que haya en el interior; incluso puede bloquear el acceso al legítimo propietario del dispositivo.
El 'juice jacking' no es un problema nuevo, ya se detectó en 2011 en la conferencia de hacking DEF CON, donde se demostró que a través del USB se podía tanto copiar datos que hubiera en el teléfono como instalar en el móvil un 'malware', por ejemplo, un 'keylogger' que registre lo que el usuario teclea y lo envíe al delincuente. A raíz de esta revelación, Apple y Android tomaron medidas, pero no son totalmente efectivas. Para evitar que los delincuentes puedan acceder al contenido del móvil hay opciones:
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Cargar en un enchufe
El peligro es solo cuando el teléfono se enchufa a un conector USB. Si se utiliza el adaptador que se emplea para cargar directamente de la red eléctrica no hay peligro, así que mejor usar un enchufe tradicional.
Potenciar la seguridadque trae de serie el teléfono
Cuando se conecta el teléfono mediante un cable USB a un ordenador o similar, aparece en la pantalla del móvil un mensaje que pregunta si se quiere utilizar el teléfono 'solo carga', 'transferir archivos' o 'transferir fotos'. Hay que asegurarse de que está habilitada esta opción por defecto (viene así en los teléfonos Android), de modo que se evita que cualquier delincuente pueda hacerse con datos del teléfono. Conviene revisar siempre que esta es la opción que está activada y dejar las otras dos para cuando se conecte a un ordenador de confianza. Si el teléfono pregunta si se confía en ese dispositivo de carga, conviene contestar que no.
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Preservativos USB
Es una barrera física que se interpone entre el teléfono y el cable USB y lo que hace es desactivar los pines para la transferencia de datos, de forma que el cable solo sirve para que pase la energía que recarga la batería.
Tener al día la seguridad
Los antivirus y otras herramientas de seguridad pueden ofrecer una protección adicional a los datos que hay dentro del móvil frente a miradas ajenas. Conviene tenerlos siempre actualizados.
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Copias de seguridad actualizadas
Por si acaso alguien entra en el teléfono y borra información importante, es aconsejable hacer con cierta periodicidad una copia de seguridad de la información más valiosa que haya en el teléfono en un disco duro externo o en algún servicio en la nube.
No solo conviene cargar únicamente en enchufes de confianza, también es recomendable utilizar solo los cargadores originales del fabricante. Puede parecer que todos son iguales, pero no es así. Aunque el exterior sea muy parecido y el conector coincida, puede cambiar la potencia. Por suerte, los fabricantes incluyen ahora protección para que el dispositivo no se estropee si se conecta con un aparato que tenga un sistema diferente de carga rápida o una configuración diferente, aunque puede llegar a cargarse más despacio. Pero si se trata de un cargador de mala calidad o uno desconocido, como cualquiera que ofrece la opción de recargar en un sitio público, puede que no incorpore estas medidas y, a medio o largo plazo, esto puede afectar a elementos como la duración de la batería.
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Si llevas un ordenador portátil encima y no lo vas a utilizar más, puedes conectarlo mediante el cable USB del cargador con el teléfono. Si no es así, la mejor opción para recargar el móvil es utilizar una batería externa, también llamada 'powerbank'. Hay una gran variedad de modelos, desde unos muy pequeños de carga rápida a otros grandes con la potencia necesaria para recargar un móvil varias veces.
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