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Carmen recuerda perfectamente la primera vez que tuvo vértigos, hace ya quince años. «Me impactó tanto que me acuerdo hasta de la ropa que llevaba puesta. Estaba sentada en la cama leyendo unos papeles y, al levantarme, sentí que el suelo de la habitación se ... deslizaba, como si alguien hubiese tirado de repente de la alfombra. Tenía la sensación de estar en un barco a la deriva. Duró solo unos segundos, pero estuve mareada toda la tarde», describe.
En ese momento no le dio más importancia, pero unos meses después el episodio volvió a repetirse con más intensidad, y se asustó. «Todo me daba vueltas y no se me pasaba con nada. Ni tumbándome, ni metiéndome en una habitación a oscuras... Es de las sensaciones más desagradables que he tenido», comenta ahora bastante recuperada ya de esas «sacudidas infernales».
«El vértigo no es un mareo al uso. Se trata de un trastorno del equilibrio que se puede definir como una ilusión de movimiento, una especie de alucinación. Es decir, el paciente tiene la sensación de que o bien él o su entorno se mueven sin que esto pase en realidad... Es muy frecuente que lo describan con frases así: 'Las paredes se movían', 'la cama no paraba de girar', 'el suelo se hundía'...», aclara el doctor Jesús Porta, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Insiste el especialista en que el vértigo no es una enfermedad, sino un síntoma, de manera que lo importante en estos casos es averiguar la causa que lo desencadena, que puede ir desde un cambio brusco de posición a un problema de cervicales o una alteración del oído, pero también puede deberse a enfermedades importantes desde el punto de vista neurológico, como un tumor cerebral, un ictus o un traumatismo craneal. «La importancia que tiene el vértigo es la enfermedad que lo produce. Cuando una persona sufre un episodio de estas características, sobre todo si esa sensación de desequilibrio y de que las cosas giran a su alrededor se prolonga durante más de media hora, debe acudir al médico para descartar que ese malestar tenga un origen neurológico», resume el doctor Jesús Porta.
Más de la mitad de los vértigos (54%) están causados por alteraciones en el oído y algunos tipos pueden llegar a durar horas e incluso días. De hecho, esta sensación de desequilibrio se relaciona casi siempre con un desarreglo en el sistema vestibular, situado dentro del oído interno y que se encarga de mantener el equilibrio y la postura, coordinar los movimientos del cuerpo y la cabeza y fijar la mirada en un punto del espacio. «El más frecuente es el llamado vértigo posicional paroxístico benigno, que causa breves episodios de vértigo en respuesta a los cambios de posición de la cabeza», apunta el doctor Nicolás Pérez, codirector del departamento de Otorrinolaringología de la Clínica Universidad de Navarra (CUN).
Otro muy habitual es el causado por la llamada enfermedad de Ménière, un trastorno del oído interno que afecta al equilibrio y también a la audición. «Entre los síntomas destacan los episodios de vértigo recurrentes –pueden sufrir varias crisis al mes–, náuseas y vómitos, ruido en el oído (tinnitus) y pérdida de audición», describen los especialistas. El vértigo también puede tener un origen vírico, más frecuente entre las personas de 35 a 55 años, mientras que el posicional y el desencadenado por un ictus es más típico de los mayores.
En cuanto a los tratamientos, existen dos tipos. El que se centra en los síntomas (mareos, náuseas...) y el que 'ataca' la enfermedad que está detrás de los vértigos. «Es un síntoma muy incapacitante y es una pena que muchos pacientes tarden años en ser diagnosticados porque la mayoría se pueden tratar con éxito», lamenta el doctor Puerta.
El vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Jesús Porta, explica con cierta sorna que una de las causas por las que nos mareamos en los medios de transporte es porque «no estamos hechos para viajar en coche, ni en barco, ni para montar en avión. La evolución no tuvo en cuenta que en el futuro nos íbamos a desplazar de esta manera. El cerebro es el gran director de orquesta y siempre busca la armonía entre las diferentes partes de nuestro cuerpo. Los ojos, los nervios de las piernas y el sistema vestibular (oído) siempre tienen que tener una información armónica. Es decir, todo me tiene que decir lo mismo, pero cuando monto en el coche, por ejemplo, los ojos me dicen una cosa y el oído me dice otra. Y si encima miro para atrás todavía más, porque el oído me dice que estoy acelerando hacia delante, los ojos que hay un movimiento de las cosas que tengo alrededor y, sin embargo, los nervios de mis piernas me dicen que estoy quieto. Cuando se produce esta disonancia entre todos los sistemas se produce esa sensación de mareo (cinetosis)».
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