Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
¿Han oído hablar del neuromarketing? Es una disciplina que aplica técnicas de la neurociencia para hacernos comprar hasta lo que no queremos. Es un poco como usar lo que se sabe de nuestro cerebro y su reacción ante estímulos como colores, sabores, imágenes u ... olores para empujarnos a consumir. Un ejemplo muy claro es el aluvión de fotos de comida que recibimos a todas horas en la televisión y en las redes sociales. Los datos son elocuentes: unos 490 millones de posts en Instagram tienen que ver con comida y un estudio realizado en Estados Unidos demostró que los jóvenes ven en sus redes una media de seis posts relacionados con comida en un lapso de doce horas.
La idea que subyace es que ver fotos o vídeos con comida estimula nuestro apetito y nos hará comer más. «Es un ejemplo de lo que se llama 'condicionamiento clásico'. Se conoce desde hace un siglo, desde que Pávlov -premio Nobel de Medicina en 1904 por sus investigaciones sobre la digestión- hiciera sus famosos experimentos con los perros. Asoció el toque de una campana al momento de la comida y observó que los animales salivaban solo con oír el toque de la campana», explica José Ortiz Gordo, psicólogo experto en marketing, publicidad y consumo. De hecho, cuando imaginamos que vamos a morder una manzana -o cualquier otro alimento-, se activan las mismas áreas cerebrales que cuando mordemos una.
Sin embargo, varios estudios en los últimos años demuestran que una sobreexposición a imágenes de comida podría causar justo el efecto contrario y saciarnos casi sin probar bocado. El último trabajo en este sentido, publicado en la revista 'Appetite', lo ha realizado Tjark Andersen, un investigador de la universidad danesa de Aarhem. «En nuestros experimentos demostramos que cuando los participantes vieron la misma imagen de comida treinta veces, se sintieron más saciados que antes de haberla visto. Estos también eligieron una porción más pequeña que aquellos que solo habían visto la foto tres veces», explica.
Para llegar a esta conclusión, llevaron a cabo un experimento 'online' que contó con la participación de 1.149 individuos. Se les mostró primero imágenes de chocolatinas de color naranja: a unos se les enseñaron tres veces; a otros, treinta. Cuando, a continuación, se les preguntó cuántas chocolatinas querían, «los que más veces habían visto las imágenes querían una cantidad más pequeña que los otros», asegura Andersen. Repitieron el experimento. En esta ocasión, mostraron chocolatinas de diferentes colores aunque con el mismo sabor y el resultado no varió. Por último, probaron a mostrar otros dulces en los que el sabor sí cambiaba dependiendo del color, pero tampoco así hubo cambios: quienes más se exponían a las imágenes, menos querían comer.
«Esta reacción se explica por un proceso llamado 'desensibilización', que consiste en 'desaprender' una conducta. Se utiliza mucho para tratar las fobias. Imaginemos que alguien tiene miedo a las arañas. Si le enseñamos una foto de una de ellas, tendrá ansiedad, le subirán las pulsaciones y la tensión… Pero el cerebro aprende muy rápido. Al ver que en la primera ocasión no pasó nada -aparte de ponerse muy nervioso- la segunda vez que vea la foto, la reacción no será tan negativa. Y se conoce el número de exposiciones que son necesarias para completar el proceso», explica el experto español.
El año pasado un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba de que la obesidad en Europa había alcanzado «proporciones epidémicas». Los datos son significativos: casi el 60% de los adultos y uno de cada tres niños en edad escolar presenta exceso de peso u obesidad en el continente. En España afecta a 8,4 millones de personas y a 1,5 millones de niños y se calcula que causa unas 130.000 muertes al año.
Los resultados de esta y otras investigaciones en esta línea sugieren que podrían utilizarse las redes sociales para combatir un problema que han contribuido quizás no a generar, pero sí a agravar. «Imagina que tienes una aplicación basada en una búsqueda de Google. Digamos que quieres pizza. Abres la aplicación, eliges pizza y esta te muestra muchas fotos de pizza mientras imaginas comerla. De esta manera, podrías tener una sensación de saciedad y quizás dejarías de querer comerla. Sería interesante investigarlo», sugiere Andersen.
Ortiz Gordo se muestra de acuerdo siempre que «se esté seguro de que el proceso de desaprendizaje se haya completado, de que cuando dejes de ver las imágenes efectivamente ya no quieras comer. No es sencillo porque no siempre va a haber un experto presente para asegurarlo».
«Han pasado cien años desde los experimentos de Pávlov con sus perros. En este tiempo la psicología ha avanzado mucho», destaca Ortiz Gordo. Ahora se nos puede influenciar con el tipo de comida que vayamos a elegir, atraernos a unos sabores, incrementar las expectativas sobre lo que vamos a comer... Todavía más. «Un alimento puede, incluso, hacer que nos sintamos atraídos por la cultura de un país», subraya. El mejor ejemplo de esto es Estados Unidos. «Toda la iconografía de su comida se asocia a la idea de libertad, de satisfacción y de felicidad, lo que provoca que se despierte un sentimiento de simpatía hacia ellos. Así que una hamburguesa tiene mucho poder», insiste. En definitiva, es el resultado de unir los descubrimientos del científico ruso con el marketing.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.