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Carol Nazatto
Vacunas para 'curar' las alergias respiratorias

Vacunas para 'curar' las alergias respiratorias

Son muy eficaces para controlar la rinitis y el asma, aunque su precio y la duración del tratamiento desaniman a muchos pacientes

Sábado, 25 de junio 2022

Los últimos estudios estiman que para 2050, la mitad de los ciudadanos europeos sufrirá algún tipo de alergia. Al polen, a los ácaros del polvo, al pelo de los gatos, al melocotón, a los frutos secos, al huevo, al veneno de las avispas, al látex, al moho, a la penicilina, al sol... La lista de alérgenos es interminable y los datos que manejan las sociedades científicas confirman que cada vez son más las personas que ven alterada su rutina diaria por causa de este tipo de enfermedades, en algunos casos «hasta hacerlas insoportables», lamenta Nicole Hass, portavoz de la Federación Española de Asociaciones de Pacientes Alérgicos y con Enfermedades Respiratorias (FENAER).

Ya apenas nos llama la atención que en una clase de veinte niños, tres o cuatro sean asmáticos, que varios compañeros de trabajo vivan pegados a un pañuelo en cuanto empieza la primavera o que las cartas de los restaurantes enumeren con precisión matemática los ingredientes de todos sus platos para evitar sustos innecesarios. Pese a que las alergias han pasado a formar parte de nuestro entorno más cercano, «todavía son muchos los pacientes que están sin diagnosticar por un especialista.

El ejemplo más llamativo es el de la rinitis alérgica, una enfermedad que afecta a más de diez millones de personas en nuestro país y más de la mitad ni siquiera es consciente de ello. Es frecuente que atribuyan los síntomas (picor de nariz y ojos, mocos, estornudos...) a un proceso catarral o simplemente los consideren una molestia pasajera», destaca el doctor Santiago Quirce, jefe de Servicio de Alergia del Hospital Universitario La Paz de Madrid.

Pero ni todas las reacciones a un alérgeno son iguales ni se tratan de la misma manera. En el caso de las alergias a determinados alimentos o animales, el tratamiento es tan sencillo –y a la vez tan complicado– como evitar por todos los medios el contacto con el causante del problema, ya sean los cacahuetes, el melocotón, el huevo o la mascota de turno. Sin embargo, no todos los alérgenos se pueden esquivar tan fácilmente –es el caso de los pólenes o los ácaros del polvo, por ejemplo– y a los afectados no les queda más remedio que aprender a convivir con unos síntomas «que acarrean una importante carga emocional en su vida diaria», insiste Nicole Hass.

Las alergias respiratorias no solo afectan a la calidad de vida de las personas que las sufren –es la primera causa de pérdida de productividad a nivel mundial– sino que son uno de los principales desencadenantes de enfermedades crónicas como el asma. «Y lo que mucha gente no sabe es que se pueden tratar con vacunas. La inmunoterapia consiste básicamente en administrar al paciente de manera progresiva pequeñas cantidades de la sustancia a la que es alérgico para rebajar los síntomas y en algunos casos lograr incluso que la tolere igual que las personas que nunca han tenido esa alergia. En este sentido, las vacunas son muy seguras y eficaces y eso hace que muchos pacientes que hasta ahora se veían superados por los síntomas de las alergias respiratorias pasen a estar controlados», resume el doctor Santiago Quirce. Estas son algunas de las claves para entender cómo funcionan las llamadas vacunas para la alergia.

¿Qué alergias y enfermedadesse pueden tratar? ¿Cuántas?

Este tratamiento se usa únicamente en pacientes «con alergia a los ácaros del polvo, hongos, pólenes, epitelios de animales, látex y al veneno de los himenópteros (avispas, abejas, abejorros...)», precisan en la Sociedad Española De Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP). Y no con todos. «Si los síntomas son leves, aislados y el paciente responde bien a la medicación tradicional no es necesario recurrir a la inmunoterapia con alérgenos», añade el doctor Quirce.

Tampoco existe un momento idóneo para poner la vacuna sino que depende de la historia clínica de cada paciente. «En algunos casos es muy claro que se deben usar desde el mismo momento en el que se diagnostica la alergia, pero en otros conviene esperar un tiempo para valorar la evolución de los síntomas. Lo que sí está claro es que su uso en pacientes con rinitis alérgica –que afecta a más del 20% de la población general– disminuye las posibilidades de que esa persona desarrolle asma en un futuro. Y este efecto es más patente cuanto más joven sea el enfermo que la recibe», destacan en la SEICAP.

Las personas con una sola alergia son las que mejor responden a las vacunas. ¿Significa esto que los pacientes sensibles a más de un alérgeno no pueden recibir este tipo de inmunoterapia? «No exactamente. Por ejemplo, se puede inocular a una persona frente a dos o tres pólenes, pero lo ideal es vacunarse contra el que más problemas causa para que el efecto sea más potente», razona el doctor Quirce.

¿A partir de que edad se pueden usar? ¿Cuándo se empiezan a notar sus efectos?

Se pueden administrar a partir de los 5 años. «Si los síntomas lo justifican se podría vacunar incluso a niños por debajo de esa edad, lo que ocurre es que normalmente se tiende a esperar para ver la evolución de la enfermedad con otros tratamientos», señala el doctor Quirce. Al contrario de lo que ocurre con los medicamentos para la alergia, los efectos de la vacuna no son inmediatos sino «progresivos, crecientes y dependientes de la dosis inoculada. En general, los pacientes empiezan a notar una mejoría de los síntomas, que se suele traducir en menos días enfermos y una disminución de la medicación de rescate, después de llevar entre 3 y 6 meses con el tratamiento y alcanzan el máximo a los dos o tres años de su inicio», puntualizan en la SEICAP. En este tipo de tratamientos es el alergólogo el que decide cuándo y frente a qué sustancias se debe vacunar el paciente.

¿Cuánto dura el tratamiento? ¿Cómo se administran?

La inmunoterapia con alérgenos no funciona como una vacuna al uso como puede ser la de la varicela o incluso la del covid. Es un tratamiento más complejo y con dosis adaptadas a las necesidades de cada paciente. «Su composición la determina el especialista teniendo en cuenta todos los datos de la historia clínica, exploración y pruebas alergológicas», puntualizan los expertos. En cualquier caso, el tratamiento es largo; de entre 3 y 5 años. «Su duración es uno de los principales escollos, puesto que tenemos un problema importante de cumplimiento terapéutico. Es decir, muchos pacientes abandonan el tratamiento en cuanto notan una pequeña mejoría», lamenta el alergólogo del hospital madrileño.

Las vacunas de la alergia se pueden administrar de dos maneras: inyectadas (la más frecuente) o por vía sublingual (se colocan debajo de la lengua) en gotas o comprimidos. «Las que se pinchan se deben poner en un centro sanitario, ya sea un ambulatorio o la consulta del especialista, mientras que las sublinguales se las puede tomar el paciente en casa sin mayor problema», precisan los expertos. La frecuencia del tratamiento también varía en función del tipo de vacuna. Las inyectables se ponen una vez al mes, mientras que los comprimidos se deben tomar todos los días hasta que el alergólogo decida poner fin al tratamiento.

EN TRÁMITE

  • La importancia de regular el mercado La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AMPS) publicó el pasado mes de diciembre de 2021 un proyecto de orden ministerial para modificar diferentes aspectos de la autorización de los medicamentos alérgenos, entre los que se encuentran las vacunas. La iniciativa, que no es la primera vez que se pone sobre la mesa, supondría la regulación definitiva del mercado de las vacunas para la alergia en nuestro país, puesto que hasta ahora «la mayoría de las inmunoterapias con alérgenos que se utilizan (95%) no tienen autorización comercial. Si finalmente se aprueba, las vacunas dispondrían de las mismas garantías de calidad, seguridad y eficacia que el resto de fármacos», explica el Grupo Español para la Regulación de las Vacunas de la Alergia (GERVA).

¿Las cubre la Seguridad Social?

Otros de los mayores obstáculos a los que se enfrenta la inmunoterapia con alérgenos es el precio, puesto que en este caso de las vacunas para la alergia la Seguridad Social solo financia la mitad de su coste. «Un paciente que se someta a este tratamiento tiene que desembolsar una media de 250 al año, lo que supone una barrera infranqueable para los enfermos de rentas más bajas», lamentan los especialistas. La excepción son las vacunas para la alergia al veneno de los himenópteros, que sí están financiadas por las arcas públicas.

¿Son compatibles con otra medicación? ¿Tienen contraindicaciones?

«Las vacunas son compatibles con los tratamientos más frecuentes tipo antibióticos, antitérmicos, antiinflamatorios... Ahora bien, no se deben suministrar a personas que padecen enfermedades de base inmunológica como tumores, infecciones graves, alteraciones psiquiátricas o patologías cardiacas», aconsejan en la SEICAP. Las vacunas pueden causar reacciones locales, de menor importancia, y muy raramente efectos secundarios graves. Los efectos de inmunoterapia con alérgenos dura años.

¿Cómo puedo saber si soy alérgico a la picadura de una avispa?

Pues la realidad es que no se puede saber hasta que no te pica una. «La alergia a himenópteros (abejas, abejorros, avispas...) es una lotería y además tampoco te puedes vacunar contra su veneno como medida de prevención. Hoy en día no existe ninguna prueba que nos indique que un paciente tiene predisposición a sufrir esta alergia. De hecho, el diagnóstico siempre se hace a posteriori», aclara el doctor Santiago Quirce.

Es decir, si notamos que nuestro cuerpo reacciona de una manera más o menos grave después de recibir un picotazo de avispa (picor, quemazón, dolor, urticaria generalizada, dificultad para respirar, vómitos...) la recomendación es acudir a un alergólogo para someternos a un estudio específico que determine si somos o no alérgicos al veneno de los himenópteros. «Hay muchos pacientes que tienen reacciones locales, pero eso no significa necesariamente que sean alérgicos», advierte el especialista.

Según los datos que maneja la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), las reacciones graves a la picadura de estos insectos son poco frecuentes en nuestro país, con una tasa de incidencia que apenas alcanza el 3% de la población rural, «aunque debemos tener en cuenta que se trata de una enfermedad potencialmente mortal». En este caso, la inmunoterapia con alérgenos se ha demostrado especialmente eficaz. «Las personas que se han vacunado frente al veneno de himenópteros es muy poco probable que vuelvan a sufrir una reacción adversa grave tras la picadura de una abeja o avispa», destaca el doctor Quirce.

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