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Trabajar delante de un ordenador, sentados durante horas, es causa de numerosos problemas musculares y de articulaciones. Pero también puede ser el origen de trastornos dermatológicos, mucho más desconocidos, como la lipoatrofia semicircular, que se traduce en la pérdida de tejido adiposo, principalmente en la ... parte posterior de los muslos, aunque también puede aparecer en los antebrazos o el abdomen. A simple vista son unas bandas horizontales hundidas en la piel, «de uno a cuatro centímetros de anchura y una profundidad de hasta diez milímetros. La longitud puede llegar a los veinte centímetros», describe la especialista en Medicina del Trabajo de IMQ Prevención, Adela Radut. No hay evidencias científicas sobre su origen, pero los estudios lo asocian a malas condiciones ambientales en el entorno laboral: el efecto de campos electromagnéticos, baja humedad, microtraumatismos...
En concreto, se trata de una atrofia de la 'grasa' situada en el tejido subcutáneo. «Visualmente es como si se adelgazara solo una zona del muslo», explica la especialista en dermatología Paloma Borregón. Asegura que este problema se ve en las consultas médicas, aunque puede pasar desapercibido para los afectados, ya que no producen síntomas ni dolor.
«El trastorno fue descrito por primera vez en Alemania en 1974. Pero el primer brote en España se detectó en 2007, con más mil casos en varias oficinas de Barcelona», recuerda Radut. Desde entonces se han registrado casos en empresas y edificios de oficinas de muchas comunidades y los responsables de salud laboral de las distintas administraciones autonómicas han implantado protocolos de actuación para esta lesión. «Está considerado como un 'accidente laboral'», añade la especialista.
Los estudios asocian este problema a varias causas: los microtraumas repetitivos por golpes con las esquinas de las mesas al levantarnos, la presión de la silla en la cara posterior de los muslos y el incremento del uso de tecnología. «La teoría que ha cobrado más fuerza es la de una potencial acción de los campos electromagnéticos causados por los dispositivos que tenemos en la oficina, que se conectan con cables, muchas veces colocados sin protección bajo las mesas», detalla la dermatóloga.
Este 'síndrome de oficinistas' se ha popularizado en los últimos años con los «nuevos edificios que albergan más tecnología, sin ventilación natural, con mobiliario sintético, baja humedad... y que pueden convertirse en edificios enfermos», advierte Elisabet Silvestre, doctora en Biología y autora de 'La oficina en casa' (RBA). Coincide en que en la aparición de este problema «juega un papel relevante la combinación de varias causas, como la baja humedad, menor del 40%, y la exposición continuada a los campos y ondas electromágnéticas originados por transformadores, bobinas, conexiones inalámbricas, cableado de lámparas o la electricidad estática derivada de materiales sintéticos».
No afecta a tejidos vecinos como piel y músculos, en la gran mayoría de los casos no produce síntomas y su evolución clínica es benigna. Pero la desaparición de las lesiones es un proceso lento. Los casos remiten en un periodo de meses a años, al cesar la exposición a los factores de riesgo identificados. «Cuando detectamos un caso en un centro de trabajo, se comprueba si hay más personas con el mismo problema en el edificio con el fin de notificarlo a los responsables de salud laboral. Hacemos, además, el seguimiento de los afectados», comenta la especialista de IMQ Prevención. La solución al problema –dice– exige también la intervención de técnicos para adecuar las instalaciones en cuanto a humedad, ventilación, tipo de mobiliario o protección del cableado.
Las señales de la lipoatrofia son visibles, ya que se produce una pérdida de continuidad del tejido subcutáneo en la zona posterior de los muslos y en los antebrazos, un hundimiento palpable, aunque la piel externa está intacta. «Los afectados pueden sufrir también cansancio y picores de ojos por la falta de ventilación y la baja humedad», añade Radut. Afecta más a las mujeres entre los 30 y los 40 años y la mayor incidencia se da en personas que realizan tareas de tipo administrativo, labores de limpieza y de mantenimiento en la oficina y cualquier empleado que esté físicamente sentado cerca del cableado o de aparatos electrónicos. De hecho, en el 80%de los casos, el origen de este trastorno es el entorno laboral.
Para prevenir la lipoatrofia es importante mantener unas condiciones adecuadas en las oficinas. Estas son las recomendaciones de Elisabet Silvestre:
Materiales: evitar los que generen electricidad estática, como los acabados sintéticos en las mesas, sillas y tejidos.
Cables: tomar medidas para alejar los cables de la mesa, introducirlos en protectores y derivarlos a la toma de tierra.
Humedad: mantenerla alrededor del 50% y evitar, en todo caso, que sea inferior al 40%. La baja humedad favorece la creación de electricidad estática.
Diseño de mobiliario: el canto de la mesa es relevante por su grosor y su forma. Se aconseja que sean anchos y redondeados, ya que evitan los campos magnéticos y suavizan los golpes al levantarnos de la silla.
Ropa: mejor utilizar tejidos naturales. Las telas y suelas de zapatos sintéticas hacen que resulte más fácil que se genere electricidad estática.
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