En las novelas románticas al rubor se le llama arrebol, pero le quitas la poesía y es algo francamente molesto. E inevitable. «Lo bueno es que con la edad se suele pasar, a muy pocos de esos niños o adolescentes que se ponen colorados les sigue pasando en la edad adulta», asegura Enrique García Huete, psicólogo clínico y director de Quality Psicólogos. Pero a veces ocurre. Y va incluso a más: «En el caso más extremo estaríamos ante una fobia social. Y eso sí es limitante», advierte el experto.
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– ¿Por qué nos ponemos rojos?
– Es parte de la respuesta de ansiedad. Como la taquicardia, los sudores. 'Creo que he hecho el ridículo'... y automáticamente me sonrojo.
– Y como sé que me sonrojo, me sonrojo más.
– Efectivamente. Es una especie de bucle. Sé que me voy a sonrojar y me ocurre. Y el hecho de sonrojarme aumenta mi vulnerabilidad, mi vergüenza, la sensación de ridículo.
– ¿Por qué ocurre a unas personas y a otras no?
– Suele ocurrir más a personas emocionales, intensas, cuya reactividad fisiológica es más grande. Gente que tiene alta deseabilidad social y que se sonroja cuando cree que ha metido la pata, o cuando en el grupo de amigos alguien le hace una crítica. El perfil contrario es el que pasa de todo, al que le da igual lo que piensen los demás. Pero ese perfil es un pelín psicópata.
– No hace falta hacer el ridículo para que suban los colores.
– No. Es habitual, por ejemplo, encontrarte con una persona que te ha gustado en el pasado y ponerte colorado. ¿Por qué? Porque aunque no te guste ya, no pueden evitar pensar: '¿cómo me verá?, '¿qué estará pensando de mí?'. El sonrojo se da siempre cuando me expongo al público.
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– Una conferencia, exponer un trabajo... Para algunas personas son auténticos tragos.
– Lo que sucede en esos casos es que anticipamos situaciones. Sabes que tienes que dar una charla y te genera tal ansiedad, vas con tal nivel de tensión que, a veces, eso malo que crees que ocurrirá, acaba ocurriendo.
– ¡Cuántos niños lo pasan fatal cuando les sacan a la pizarra!
– El niño emocionable se ruboriza también. Le pasa incluso cuando le dicen: 'Saluda a la vecina'. Es una forma de decir que no les apetece, de decirte que le estás exponiendo a una situación que no le agrada. Otra cosa es que el niño sea como el de los chistes de Jaimito y le dé igual.
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– Poca gente confiesa lo molesto que le resulta que se le suban los colores. ¿Da vergüenza hablar de la vergüenza?
– Sí, es una metavergüenza. Pensar en hablar sobre algo que me da vergüenza ya me la da.
– ¿Se pasa con la edad?
– Normalmente sí. La mayor parte de la gente que se ruboriza en la adolescencia lo resuelve al llegar a la etapa adulta. Pero cuando, lejos de pasarse, va a más y se van inhibiendo comportamientos (no salgo, no hablo delante de la gente...), cuando se vive en un miedo constante a exponerse al público, hablamos de fobia social.
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– ¿Tiene 'solución'?
– Como todas las fobias, hay que enfrentarlas. Incluso cuando no es fobia, solo un molesto sonrojo. Piensa que aunque metas la pata, ¿qué es una metedura de pata en toda tu trayectoria? Nada, pero si evitamos esas meteduras de pata estaremos perdiendo muchas oportunidades.
La opinión del dermatólogo
Eritema pudoris: «Es el enrojecimiento de la piel de la cara como respuesta a la ansiedad provocada por vergüenza, culpa, ansiedad, nerviosismo, amor o modestia», explica Javier del Boz, vicepresidente de la sección andaluza de la Academia Española de Dermatología.
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Rosácea: «Si este enrojecimiento es mantenido en el tiempo puede ser síntoma especialmente de una enfermedad cutánea, la rosácea. Este tono rosado mantenido de las mejillas se conoce como 'cuperosis'».
Flushing: «Cuando los episodios de enrojecimiento se acompañan de sensación de picor, escozor, quemazón o aumento de sudoración».
Vasodilatación: «Los vasos sanguíneos de la piel son controlados por fibras nerviosas del sistema nervioso simpático, que controla las reacciones y reflejos viscerales de forma automática. A su vez, responde a los cambios en la temperatura corporal, originando vasodilatación ante el calor, y vasoconstricción con frío. Cuando se produce el rubor hay vasodilatación y podría estar relacionado con la actividad de las glándulas sudoríparas (ponerse colorado y sudar a la vez). Parece que los estímulos emocionales provocan una vasoconstricción notoriamente intensa en los vasos de entrada de la sangre a la piel y una vasodilatación de los vasos de salida de la sangre, que parece ser el mecanismo físico que explica el enrojecimiento repentino de la piel».
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Cara y cuello: «Solo es visible o evidente en: rostro, orejas, cuello y, en algunos casos, la zona superior del cuerpo».
Terapia y fármacos: «Aparte de la psicoterapia para autocontrol» puede mejorar con 'betabloqueantes', fármacos que se usan mucho para la hipertensión arterial y para las arritmias. A dosis bajas van bien para personas con tendencia a ruborizarse».
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