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Nota que últimamente le cuesta leer de cerca? ¿Le deslumbran mucho las luces cuando conduce por la noche? ¿Es incapaz de distinguir las letras de un cartel a cierta distancia? ¿Hay momentos del día en los que tiene la sensación de ver doble? Si le ... resultan familiares alguna de estas situaciones, ¿sabría a qué especialista de la vista debería acudir para que le tratase? Pongamos otro ejemplo, también muy frecuente. Hace tiempo que se encuentra triste, sin ganas. El solo hecho de tener que levantarse de la cama se le hace cuesta arriba. Nada le motiva y empieza a tener pensamientos que le asustan. En este caso, ¿pediría cita con un psiquiatra o con un psicólogo?
Si no sabe la respuesta o duda, no se preocupe. Diferenciar entre las distintas especialidades sanitarias no es sencillo. Muchas comparten el tratamiento de las mismas partes del cuerpo (ojos, cerebro, huesos, dientes, corazón, oído...) o incluso enfermedades comunes (depresión, ansiedad, lesiones musculares, miopía...), lo que complica todavía más el criterio para saber a qué especialista o profesional tenemos que acudir.
«Cada profesión sanitaria tiene unas competencias concretas, derivadas de su programa formativo», aclara la doctora María Rosa Arroyo, vicesecretaria del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España. Por ejemplo, para ser endocrinólogo nutricionista, con todo lo que conlleva de tratamiento de patologías relacionadas con las hormonas (hiper e hipotiroidismo, infertilidad...), el metabolismo (colesterol, diabetes...) y los problemas nutricionales (obesidad, desnutrición...), se requiere una titulación médica específica de más de diez años, mientras que los nutricionistas 'a secas' completan su formación con un grado universitario de cuatro años relacionado, sobre todo, con el control de la alimentación (adelgazar, mejorar la dieta...).
Otra de las diferencias principales entre los profesionales de la salud se refiere a la capacidad para prescribir medicamentos, puesto que no todos los sanitarios pueden hacerlo. «Las únicas tres profesiones que pueden recetar fármacos son médicos, dentistas y podólogos», precisa la doctora Arroyo. Al margen de las competencias específicas de cada profesión, la directiva alerta a los pacientes de que «no se fíen solo de los títulos que cuelgan en la pared de la consulta. Antes de acudir a un especialista, es importante comprobar que la persona que nos atiende es un profesional sanitario, colegiado en la especialidad que dice tener, sobre todo en el ámbito de la medicina privada presencial y en la telemedicina». Dos de las profesiones sanitarias que más se confunden son las relacionadas con el cuidado de los ojos y la salud mental. Aclaramos algunas de las dudas más habituales.
«En nuestro país la gente sigue confundiendo quién es el responsable del cuidado de la salud de nuestros ojos. Lo mismo dicen 'vamos al oculista' que 'vamos al óptico' o directamente 'vamos al médico de los ojos' sin hacer mayor distinción entre ellos», reconoce el profesor Antonio Piñeiro Bustamante, presidente de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO). Pues bien, la diferencia «es notable». En primer lugar, el médico oftalmólogo, el oculista de toda la vida, es un profesional con más de once años de formación (carrera de Medicina, examen MIR y cuatro años de especialidad) tanto clínica como quirúrgica. «De hecho, a veces somos los primeros en ver la huella en el ojo de otras patologías como diabetes, hipertensión, tumores cerebrales... Y para entender lo que estamos viendo, diagnosticarlo y pautar el tratamiento más adecuado junto con otras especialidades tenemos que ser médicos», especifica el doctor Piñeiro.
Los ópticos son también profesionales con titulación universitaria (grado de cuatro años), pero no diagnostican ni tratan enfermedades oculares. Lo que sí pueden hacer –y, de hecho, es una parte fundamental de su trabajo– es graduar la vista. Es decir, detectan y corrigen casos de miopía, hipermetropía, astigmatismo, presbicia.... Pero no solo eso. También pueden «diseñar, comprobar y ajustar gafas y monturas, dispensar lentes de contacto, adaptar prismas, así como ayudar a las personas con lesiones o procesos degenerativos en la retina central a recuperar parte de su visión con dispositivos específicos».
Estas son dos de las profesiones sanitarias que más confusión generan entre los pacientes, que muchas veces desconocen las particularidades de cada especialidad. Al igual que ocurre con los oftalmólogos y los ópticos, la primera gran diferencia es la formación. Los psiquiatras son médicos con once años de carrera, mientras que los psicólogos cursan cuatro años de universidad más el PIRo máster general sanitario si quieren ejercer atendiendo pacientes en la red pública.
Otra diferencia fundamental entre ambos profesionales y que se debe tener muy en cuenta es que los psiquiatras pueden recetar medicamentos, pero los psicólogos no. «También varía el tipo de casos que vemos en consulta. En general se podría decir que los trastornos mentales graves (esquizofrenia, bipolaridad...) pasan primero por el psiquiatra, mientras que los considerados más leves suelen ser atendidos primero por un psicólogo», precisa la psiquiatra Rosa Molina.
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