La pandemia ha traído muchas novedades, pero el 'sexting' no es una de ellas. El intercambio de imágenes o textos de índole sexual (más o menos explícitos y de distinta intensidad) viene de antiguo. De hecho, hace algo de gracia pensar en la correspondencia erótica de algunos grandes genios de antaño –de apariencia solemne y supuesta moral irreprochable–, ya que se dicen cosas que muy bien podrían ponerse hoy en un whatsapp picantito. Un ejemplo, la escritora gallega Emilia Pardo Bazán –el pasado 12 de mayo se conmemoró el centenario de su muerte– tuvo amores clandestinos con el literato Benito Pérez Galdós y le escribía cosas como esta: «En cuanto yo te coja, no queda rastro del gran hombre». Ahora mismo, eso lo mandamos por whatsapp con el aliño de alguno de los emoticonos sexuales más usados –la berenjena, la lengua, los labios– y tenemos algo totalmente contemporáneo. Porque, aunque no sea cara a cara, el ser humano siempre se las apaña bien para transmitir su deseo y satisfacerlo de alguna manera, bien sea por carta, por teléfono (ahí están las líneas eróticas que triunfaron en los 90) y el montón de posibilidades que ahora ofrecen las nuevas tecnologías: envío de fotos, vídeos, videollamadas, audios, mensajes de texto...
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¿Y qué ha pasado durante la pandemia con todos estos recursos a mano y la vida social reducida al mínimo? Pues que los móviles (o tablet, o ordenador, qué más da el dispositivo) han echado humo mandando y recibiendo material 'caliente'. Entre parejas formales o con terceras personas. Así lo aseguran los sexólogos y expertos en redes sociales y lo recoge, en cifras, un estudio realizado por la app de citas Adoptauntio. Según su informe, el 59% de los encuestados asegura que desde que se inició la pandemia se siente más motivado a practicar 'sexting' y el 70% afirma haber recurrido a esta práctica alguna vez... y no sólo con su pareja (¡de hecho sólo el 29% lo haría exclusivamente con ella!). «El 71% confiesa que lo ha realizado con personas que sólo consideran un ligue y el 53% con gente que ni conocen», apunta el dossier.
La pregunta es: cuando acabe la pandemia, ¿sus nuevos adeptos se 'desengancharán' –un poco, al menos– de este hábito tan adictivo? Los sexólogos indican que si bien durante el coronavirus ha servido (y sirve) para salvar los trastos y coquetear o tener sexo, en un futuro pos-covid puede derivar a otros usos, como mantener las emociones y la chispa en una relación. Así, el estudio realizado por esta app –con más de dos millones y medio de inscritos en España– revela que para el 70% de los españoles resulta «excitante» intercambiar contenidos sexuales, contengan o no imágenes. De hecho, el 93% afirma que le encanta mantener una conversación subida de tono, sin necesidad de fotos. Aunque también es cierto que el 7% deja claro que el 'sexteo' funciona mejor cuando hay alguna imagen, normalmente un desnudo ('nude') parcial o total de por medio.
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Normalmente, quienes más mandan imágenes sexuales durante el 'sexteo' son los hombres y también quienes las demandan. Según los expertos, en esta práctica se aprecian, claramente, que las preferencias de varones y mujeres suelen ser distintas, porque al final el 'sexting' es un 'regateo' de oferta-demanda. ¿Y qué le gusta a una mujer en el 'sexting'? «Las emociona mucho ir aumentando la intensidad poco a poco, a medida que va a creciendo la confianza en la pareja. La expectación con ellas es clave. Les fascinan los retos, que las sorprendan con algo nuevo todo el tiempo que las mantenga pensando todo el día (o la noche) en cómo responder y cuál será el siguiente paso. Las mujeres son las que, normalmente, deciden los límites», indica Laura Solé, Country Manager de Adoptauntio. Y a ellos, ¿qué les 'engancha del 'sexting'? «Les gusta que las mujeres sean más directas, que vayan al grano y sin rodeos, pero siempre dejando margen a la imaginación. Que sean su mente y sus instintos los que completen el mensaje. Las frases cortas y concisas son un éxito con ellos. Les gusta que las indirectas sean muy frontales y revelen de alguna manera lo que vendrá después. Por eso es importante que la mujer tenga claro lo que quiere con ellos para no generar falsas expectativas. ¡Pero los gustos van más ligados a la personalidad de cada persona que a su género!», subraya Solé.
Claro, no se trata de establecer clichés, pero para el sexólogo Jesús E. Rodríguez, sexólogo de MYHIXEL –marca de bienestar íntimo masculino– y director de Sexología del Instituto Sexológico Murciano, las diferencias en cómo viven la sexualidad ellos y ellas son muy evidentes en el 'sexting'. «El hombre es mucho más visual», sentencia. De hecho, cree que a la mayoría de las mujeres, las imágenes explícitas de genitales masculinos en primer plano que muchos suelen mandar (sí, sí, está a la orden del día y no depende de la edad ni del estatus social) no les interesan. Incluso se han ideado filtros para esas fotos en determinadas redes sociales.
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Para el sexólogo, el 'sexting' es una herramienta más en las relaciones, «pero muy limitada». «Cuando es novedosa para alguien puede tener su interés, pero luego cansa enseguida y produce hastío, porque, claro, te falta algo, el cara a cara. ¿Es útil? Sí. ¿Es peligroso? Sí», argumenta Rodríguez. «Ahora, saliendo de la pandemia, querremos humanizar nuestras relaciones, hay cosas como el tacto, el olfato, el gusto... que son insustituibles. Al final el 'sexting' es un sucedáneo que puede ser interesante como un recurso más, para incluirlo en los preliminares o como calentamiento, por ejemplo. Pero también es cierto, y se ha visto al aumentar el tiempo que la gente ha dedicado durante el coronavirus a esta actividad, que también han subido los casos desagradables vinculados a ella: intentos de chantaje, denuncias...», enumera. Es una práctica de riesgo y por eso los expertos aconsejan que, si se hace, se haga sólo con parejas estables o personas de total confianza.
«¿Qué tal un vídeo o una fotito? ¿Una videollamada? ¿Nos masturbamos juntos mientras tanto? De esto ha habido mucho en el último año porque el ser humano siempre tiene la necesidad de intimar –admite Lurdes Lavado, sexóloga del centro Alborabide–. El problema de todo esto es que no es de todos los gustos, hay una presión añadida, porque siempre suele haber uno de los dos que 'accede' a las peticiones de otro sin muchas ganas y, en definitiva, se objetualiza la sexualidad. En los últimos meses ha habido mucho 'porno casero': gente que pedía o mandaba 'material' con poses o actitudes que han visto en la pornografía... ¡Y no sabemos dónde van a acabar!».
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Según coinciden en afirmar los sexólogos, este último año ha descubierto este recurso «gente que ni nos imaginamos: mayores, casados supuestamente felices...», así que el perfil del 'sexteador' es muy amplio. Inabarcable. Pero en los polos es donde se encuentran los más proclives a tener problemas: «Los mayores que no dominan la tecnología y no saben a qué riesgos se exponen», revela Rodríguez, y los nativos digitales, los más jóvenes, que sí la controlan, pero que por su edad no piensan en las graves consecuencias que puede tener para ellos.
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