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«Abrígate bien que hace mucho frío y vas a coger un resfriado». Es una recomendación que hacemos y escuchamos cuando bajan las temperaturas. Pero los catarros están causado por virus, entonces ¿tiene sentido forrarnos de ropa? Pues sí. Que nos dé el aire gélido ... en la garganta o soportar temperaturas muy bajas sin estar bien abrigados influye en que enfermemos. Existe una explicación científica, que debemos conocer para convencernos de que es mejor tirar de bufanda, abrigo, gorro y guantes cuando se desploma el termómetro.
Que las bajas temperaturas favorecen la proliferación de los resfriados, catarros, constipados... y de la gripe es una evidencia. Pero en ambos casos estamos siendo atacados por virus. «Cada vez que nos resfriamos se debe a que hemos sido infectados a través de la boca o de la nariz por uno de los más de 200 virus respiratorios capaces de producir esa enfermedad», apunta la bioquímica Isabel Cortegano. El período de incubación del resfriado es de dos o tres días y suele causar síntomas como picor de ojos, tos, congestión nasal y abundante mucosidad.
La cuestión es ¿puede el frío aumentar la probabilidad de resfriarse? «Probablemente sí», señala Antelm Pujol, médico y divulgador de temas de salud en redes sociales. «Aunque el frío no es un agente causal –no desencadena la enfermedad–, puede favorecer la incidencia de infecciones del tracto respiratorio. La exposición al frío es un estrés para el sistema inmune, por lo que puede ponerlo en un estado de mayor vulnerabilidad para un proceso infeccioso», resume Pujol. El frío «altera al sistema inmunológico», confirma la investigadora. «Nos hace más vulnerables a padecer algunas infecciones porque puede alterar nuestras barreras inmunológicas a nivel de las vías respiratorias», precisa.
Veamos cómo ocurre ese proceso en el organismo. «La respuesta del sistema inmunitario varía en función de nuestra temperatura corporal. El virus del resfriado común es capaz de replicarse más fácilmente cuando la temperatura en nuestra nariz disminuye con respecto a la temperatura corporal central», apunta la bioquímica del instituto de Salud Carlos III.
La explicación de esa reacción es sencilla. «Cuando la temperatura es baja, los interferones, unas proteínas muy importantes en la respuesta inmunitaria temprana que ayudan a detener al virus, se 'estropean'. Es decir, la respuesta de las células de defensa que tenemos en la mucosa respiratoria funciona mal. El virus aprovecha esa debilidad para reproducirse y propagarse más rápidamente en nuestras vías respiratorias. «Por eso es altamente recomendable salir al aire libre bien abrigados en invierno y usar bufanda, gorro y guantes para protegernos del frío», coinciden los expertos.
El frío tiene otro efecto positivo para los virus. «Algunos se fortalecen con el frío y se propagan con mayor facilidad en esta época», señala la especialista en medicina interna Berta Moyano. Las bajas temperaturas también pueden erosionar la piel, cuartearla, con lo que crean una puerta de entrada a gérmenes. «Si nos abrigamos nuestro termorregulador va a activar los mecanismos necesarios para mantener la temperatura estable y no se pondrán en marcha los mecanismos que alteran el sistema inmunológico», añade.
Existe otra relación entre frío y resfriados. «La disminución de la temperatura causa vasoconstricción y dificulta la llegada de leucocitos a las distintas localizaciones», detalla el doctor Antelm Pujol. Los leucocitos son parte del sistema inmunitario del cuerpo y ayudan a combatir infecciones y otras enfermedades.
En época de frío pasamos más tiempo en espacios cerrados, que favorecen la transmisión de los virus y la posibilidad de contagio. «Además, el uso de la calefacción reseca el aire y esto hace que disminuya la capa de mucosa de las vías respiratorias por deshidratación. Esta capa de moco, cuando está bien hidratada, protege a nuestras vías respiratorias ya que sirve de barrera para atrapar microbios», añade la investigadora. Por esta razón, «los ambientes húmedos son más recomendables y ayudan a reducir los contagios», incide..
El sistema inmunitario es el que ayuda a combatir los resfriados, por eso es importante mantenerlo fuerte. «Los hábitos de vida saludables son la mejor recomendación para que nuestro organismo sea por sí solo capaz de responder frente a este tipo de infecciones respiratorias durante la época invernal. Es decir una alimentación saludable y equilibrada, hacer ejercicio, dormir bien y evitar el estrés», señala Cortegano.
¿Y la vitamina C sirve para reforzar las defensas? «Hay estudios controvertidos, pero lo que sí parece concluyente es que la vitamina C, a pesar de ser un importante antiinflamatorio y antioxidante para nuestro organismo, no previene el resfriado aunque sí podría reducir su duración», resalta.
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