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A veces ocurre cuando alguien se ve en una foto y se espanta de la proporción de cabeza sin pelo que se le ve. En otras ocasiones son los allegados que, en tono distendido o hasta de broma, hacen algún comentario sobre la pérdida de ... frondosidad de la cabellera. Las típicas frases: 'ya se te empiezan a ver las ideas', 'se te está ampliando el aeropuerto, ¿eh?', 'dentro de poco no vas a tener ni un pelo de tonto'... El caso es que notamos o nos hacen notar que parte de nuestro pelo nos ha abandonado. Y, aunque unos lo llevan mejor que otros, a poca gente le hace gracia.
«El 50% de los hombres siente complejo a causa de este problema, por lo menos al principio, luego muchos ya se acostumbran. Y, en el caso de las mujeres, yo diría que el 100%», indica Ricardo Rincón, médico de Dermitek especializado en implantes. Así que los primeros compases de pérdida de pelo son los momentos del pánico... y de las dudas. ¿Qué hago? ¿Y si es algo pasajero? ¿Me someto ya a un implante ahora que solo tengo entradas o mejor espero a que se caiga todo lo que se tenga que caer? Rincón es taxativo: «Mejor en cuanto empecemos a notar la caída».
La explicación es clara: «Lo primero es que a veces podemos empezar a medicar a la persona y frenar o ralentizar la pérdida de pelo.Y lo segundo es que, si vamos a entrar a implantar, es mejor contar con la mayor cantidad de unidades foliculares que podamos», apunta el especialista.
Tal y como explica, los pelos «son un recurso natural no renovable» y un implante de cabello consiste, en definitiva, «en extraer unas unidades de una zona donde todavía hay para ponerlas en otra donde faltan». Generalmente, el 'vivero' es la parte de la nuca y los laterales de la cabeza.
Así, si esperamos demasiado, el especialista se encuentra con dos problemas: por un lado tendrá pocas unidades con las que trabajar y, por otro, la zona calva será mayor y le costará más rellenarla y que quede bien cubierta.
Por eso, uno de los errores más frecuentes es demorar el implante demasiado –normalmente, antes ya se ha probado de todo sin éxito–, hasta el punto de que luego el especialista lo tiene más difícil. Y para el paciente el proceso también es más largo y molesto. En cuanto a los resultados, no son tan buenos si la alopecia ya está muy avanzada, aunque actualmente ya hay remedios para casi todo.
Tal y como explican los expertos, al nacer tenemos unos mil folículos pilosos por centímetro cuadrado, cifra que disminuye a medida que envejecemos. Cada uno de ellos produce un único pelo completamente nuevo una media de 20 veces durante toda la vida. Contienen su propio músculo, nervio y suministro de sangre y determinan el grosor y la longitud del cabello. En función de si se ha perdido o no esta raíz o germen del pelo (ya sea por motivos genéticos, hormonales o incluso agresiones externas) se puede intervenir. «Hay personas que tienen la impresión de haber perdido muchísimo cabello, pero que conservan pelos finísimos, casi imperceptibles. Sobre ellos se puede trabajar. Por eso a veces, durante un tratamiento, parece que se ha hecho un implante, cuando en realidad se ha reforzado el crecimiento donde había posibilidad», explican desde la Sociedad Española de Reparación Capilar.
Actualmente, la irrupción de famosos en el sector de los implantes capilares –por ejemplo, Cristiano Ronaldo abrió el año pasado una sucursal de su cadena de clínicas capilares en Madrid– y la moda de vincular estos tratamientos a 'packs' de viajes (como por ejemplo a Turquía o a Madrid, donde ya se ofrece la intervención junto a un alojamiento en hotel y entradas para ir a ver partidos en el Bernabéu) están incrementando el interés por los implantes. Así lo atestiguan los especialistas en restauración capilar de todo el país: «Tenemos un alto número de consultas».
También hay otro factor extra para el incremento de implantes: se está estudiando una relación directa entre el covid y la caída del pelo, ya que se ha demostrado que el coronavirus afecta a los receptores hormonales de andrógenos que se encuentran en los pulmones. Y estos mismos se encuentran en el folículo piloso, de aquí que se crea que el virus ataca ahí directamente, provocando la caída.
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