Absténgansen los sensibles a lo escatológico, porque vamos a hablar de heces, un asunto que divide al mundo: están las personas que no pueden ni oír su mención y otras que sienten por ellas un interés tremendo (y hasta morboso). Entre ambos polos... bueno, una ... inmensa mayoría que ni fu ni fa y que no presta a sus deposiciones demasiada atención a no ser que note algún problema. Pero ¿deberíamos fijarnos más en ellas? «Observándolas podríamos determinar muchos desajustes digestivos, metabólicos... Desafortunadamente, no se tiene costumbre de observarlas», lamenta Marta Alonso, nutricionista en la Clínica Medicina Integrativa.. Según afirma la experta, nunca está de más echar un vistazo al inodoro por si las cacas nos están avisando de algo y debemos ir al médico.
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Con trozos de comida
Problemas de absorción
Si es algo puntual, no pasa nada, claro: no somos una fábrica de heces en serie, todas iguales. Pero, si vemos habitualmente restos de comida, cuidado. «Indica que el proceso de absorción no es el adecuado y, por tanto, no nos estamos nutriendo correctamente: de poco sirve intentar comer bien si la mucosa intestinal está dañada y los nutrientes no llegan a nivel celular», explica Alonso.
Caprinas
Falta bilis o grasa o quizá la microbiota está tocada
Si las deposiciones son montones de bolitas, lo que científicamente se llaman heces caprinas, lo que suele ocurrir es que «no llega suficiente bilis al intestino». «También puede ser por un desequilibrio en la microbiota intestinal o por un insuficiente consumo de grasas 'buenas', como las procedentes del aceite de oliva virgen, el aguacate, los frutos secos, el pescado azul...».
Olor demasiado fuerte
Bacterias proteolíticas
Ninguna caca huele a gloria. Pero a veces el olor nos indica que hay algo que no va bien. «Un olor muy fuerte indica exceso de putrefacción y de producción de azufre, lo que nos alerta de un exceso de bacterias proteolíticas –como el Clostridium– que pueden, entre otras muchas cosas, afectar al metabolismo», señala Alonso. Si el olor es mucho más fuerte de lo normal y no se debe a cambios de la dieta, a veces es un síntoma de algún trastorno como celiaquía, enfermedad de Crohn o infección intestinal.
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Secas y duras
Poca agua en la mucosa
Las heces son, pese a su aspecto, casi todo agua (en un 75%). El resto es biomasa bacteriana –que constituye, como mínimo, la cuarta parte del peso 'seco' de la deposición– y también fibras, grasas y células muertas del propio tracto intestinal. Si las cacas son muy secas revelan que la mucosa intestinal también lo está y esto no es sano, claro. Además, se traduce en otras partes del cuerpo: «El resto de mucosas del cuerpo, como la piel, los ojos, la vagina o la mucosa bucal, también estarán secas», alerta. Para mejorar el problema, es necesario tomar más fibra y alimentos frescos y huir de los ultraprocesados.
Color 'raro'
Dieta o problema
Unas heces muy claras o verdes indican una alteración biliar (cuidado, que la espinaca y algunas verduras de hoja muy verde también pueden teñir las heces).Y si son negras son un claro signo de presencia de sangre (a no ser que hayamos comido calamares en su tinta). El tono amarillo puede deberse a que el intestino delgado tiene dificultad para absorber la grasa o a algún problema del páncreas, mientras que las blancas o grisáceas son típicas de un trastorno en el hígado o en la vesícula. Las de color arcilloso suelen ser consecuencia de haber pasado una gastroenteritis y las que son rojas sin causas alimenticias que justifiquen el color –como haber ingerido bayas o remolacha– suelen deberse a hemorroides o a sangrados en la parte baja del aparato digestivo. Ojo, también por la toma de medicamentos o suplementos, ya que algunos pueden alterar el color de las deposiciones: los antibióticos las dejan más verdosas y el hierro las ennegrece.
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Flotantes
Problema de absorción
«Las heces deben hundirse. Si, por el contrario, son pastosas y flotan, puede haber una mala absorción de grasa», alerta Marta Alonso.
Muy 'manchonas'
Intolerancia o alteraciones
«Lo ideal es no dejar apenas residuos al limpiarnos. Si manchamos mucho el papel no se está absorbiendo lo que se come, se expulsa. Puede suceder porque no se tolera bien o porque la microbiota intestinal está alterada».
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