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Uno de cada tres niños menores de 6 años tiene caries. Bah, total, si se le van a caer... Los dientes de leche se caen, sí. Pero, ¿quién ha dicho que no hay que arreglarlos? Porque los dentistas no se cansan de insistir en lo ... contrario. Una boca mal cuidada de niño, advierten, es una garantía de problemas de mayor. «Hay que desterrar la idea de que no hay que tratar las caries en los dientes de leche porque se van a caer. Deben ser tratadas porque pueden originar infecciones, provocar la pérdida del diente y crear problemas posteriores, llegando a afectar a los dientes definitivos», explica Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas.
Antes de que empiece a hablar. «Es importante que el niño acuda a revisión por primera vez durante su primer año de vida», señala Castro Reina. Pero los cuidados deben empezar antes. «Hay que empezar a lavarle los dientes desde el momento en que le sale el primero. Con una gasita o un cepillo de cerdas blancas, con pasta con flúor y dos veces al día», orienta la doctora Lucía Galán, autora de 'El gran libro de Lucía, mi pediatra'. «El primer diente suele salir en torno a los seis meses, pero podría ser normal que no salga hasta los dieciocho. Desde que sale el primero y hasta los 3 años saldrán los demás. Inicialmente, aparecen los incisivos centrales inferiores y, después, los superiores. Los colmillos suelen ser los últimos», explica la pediatra. Y advierte: «Los dientes de leche los forman veinte piezas, pero de adultos tenemos treinta y dos».
Otra cosa es que los conservemos porque a los mayores de 65 años les faltan ya una media de once piezas dentales y el 7,3% ha perdido la dentadura completa, según los datos del 'Atlas de salud bucodental en España'.
«Por supuesto. La dentición de leche o temporal es fundamental para conservar el espacio para los dientes definitivos y evitar problemas serios de malocluciones. Además, cuidarlos es fundamental por varias razones: evitan infecciones (flemones) y dolor, posibles complicaciones (infecciones renales o patología cardiaca) y, con ello, pérdida de horas de colegio», señala el portavoz del Consejo de Dentistas.
«Diversos estudios han demostrado que las pastas dentales infantiles, al tener muy poco flúor, no son eficaces para prevenir la caries. Por este motivo, se recomienda usar la misma pasta que en adultos, pero disminuyendo la cantidad que se pone en el cepillo: desde los 6 meses hasta los 3 años se recomienda poner una cantidad de pasta del tamaño de un grano de arroz; de los 3 a los 6 años, aumentar al tamaño de un guisante; y, a partir de esa edad, usar tanta como el tamaño de un garbanzo», da la orientación el doctor Castro.
En cuanto a los enjuages bucales, el especialista no los recomienda de forma general –«solamente están indicados en algunos casos los enjuagues de flúor»–. Como norma general, señalan desde el colectivo de dentistas, nunca deben usar enjuagues los menores de 6 o 7 años. Mejor que eso, un correcto cepillado: dos en realidad, «uno de ellos, antes de acostarse».
«La última evidencia científica nos dice que lo ideal, tanto en niños como en adultos, es no enjuagar la boca con agua tras el cepillado. Simplemente hay que escupir y, aunque quede una pequeña cantidad de pasta en los dientes, no pasa nada», ahonda Lucía Galán.
«La mayoría de los alimentos contienen hidratos de carbono y estos son convertidos en ácidos en la boca. Estas bajadas del pH son las que realmente van produciendo continuamente la desmineralización del esmalte. Como tenemos que darle tiempo a nuestra saliva a que pueda volver a remineralizar los tejidos duros del diente y evitar así la aparición de caries, no se recomienda el picoteo entre horas», señala Castro.
«Si tomamos chucherías, lo ideal es limpiarse los dientes inmediatamente. Si no es posible hacerlo así, entonces debemos esperar unos veinte o treinta minutos para cepillarnos, para dar tiempo a que la saliva remineralice los dientes y no cepillarnos en medio de ese proceso porque arrastraríamos el calcio y sería peor. Cepillarse varias horas después de haber ingerido azúcares no sirve absolutamente de nada», alerta el dentista.
Muchos niños tienen las paletas separadas –diastema, se llama–. ¿Es un problema? «Casi siempre se debe a una discrepancia entre el tamaño del maxilar y el de los dientes. Aunque, en ocasiones, esa separación se debe a un frenillo labial excesivamente grueso que separa los dos incisivos y que a veces hay que operar», explica el dentista Óscar Castro Reina. ¿Cuánta separación es 'normal'? «Hasta 2 milímetros puede no ser problemático y facilita la autolimpieza, pero hay que valorar si ocasiona un problema de mordida».
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