Anticonceptivos masculinos que (casi) están aquí

¿Por qué en este momento? Los hombres están mucho más interesados que antes en compartir la responsabilidad de la contracepción con sus parejas. «El 78% está dispuesto a tomar anticonceptivos, un cambio impulsado sobre todo por los Millennials y la Generación Z, que cada vez cuestionan más los roles y responsabilidades de género». Así lo recoge un reciente estudio -'The Future of Male Contraception'- realizado por los Youth Development Labs de la Universidad de Harvard y la firma de bienestar sexual We Vibe.

En este informe se da cuenta de este cambio de mentalidad, que es el primer paso para que la industria farmacéutica se anime a comercializar métodos anticonceptivos masculinos (al margen del preservativo, que es una 'barrera'). Tal y como explican los expertos de siete países que participan en el dosier -se ha encuestado a más de 3.000 personas-, aunque los ensayos clínicos tanto masculinos como femeninos comenzaron en la década de los 60, los primeros se frenaron debido a los efectos secundarios que producía la primera píldora para ellos (la Win 18446), que básicamente reducía la producción de esperma, algo al parecer intolerable de cara a los posibles usuarios. Parece que ha cambiado el panorama, pero... ¿hasta qué punto? Cuidado. El informe también recoge que, «aunque hay hombres muy interesados en tomar anticonceptivos, el 41% afirma que no toleraría ningún efecto secundario, especialmente si afecta a su libido». Ninguno, cero. Y este es el quid de la cuestión, pocos fármacos están libres totalmente de este peaje.

«Aún no se han llegado a comercializar los anticonceptivos masculinos porque se busca un anticonceptivo masculino temporal, reversible y sin efectos secundarios. Y no los encuentran», resume Fernando González-Chamorro, miembro de Fundación para la Investigación del Grupo Urológico del Hospital San Rafael de Madrid. Según explica el doctor, hasta ahora, cuando algún método másculino estaba en periodo de ensayo, «o aparecía algún efecto secundario o no se podían determinar las consecuencias a largo plazo y se dejaba ahí. De todos modos yo el interés no lo veo mucho en mi consulta». Quizá porque los varones han asumido los tres 'métodos' a su alcance: el preservativo, el 'coitus interruptus' («¡con lo que falla!») o la vasectomía («que no afecta ni a la cantidad de eyaculado, ni a las erecciones, ni a las hormonas»). A ellos recurre el 27%.

Ahora bien, parece ser que en breve se abrirá el abanico. Estos son los anticonceptivos masculinos que están en sus últimas etapas de desarrollo o que tienen más visos de éxito.

Este tipo de anticonceptivos parece tener una mejor aceptación... a priori. Funcionan de la siguiente manera: cortando o interfiriendo en la producción o transporte del esperma. Tal y como destaca el estudio, este mismo año se prevé que en India se empiece a vender el RISUG, una inyección no hormonal en los conductos deferentes que detiene la liberación de semen de forma temporal, ya que otra inyección revertiría el proceso. «Se trata de un anticonceptivo a largo plazo», destaca el dosier. Y se dice que su precio será más que asequible. Quizá la pega esté en su misma esencia: parar la liberación de esperma, ya que todavía hoy hay hombres que vinculan la eyaculación y la cantidad de esperma con la potencia sexual.

¿Y a largo plazo? ¿Qué habrá? Para 2032, los investigadores que han realizado el estudio señalan que ya estaría en el mercado el YCT529. Este compuesto (por vía oral y no hormonal) ha reducido el conteo de espermatozoides y fue efectivo al 99% en la prevención del embarazo, sin efectos secundarios observables... en ratones de laboratorio. Así que queda un largo camino aún.

Este tipo de métodos usan hormonas como la testosterona o progesterona para que se impongan a otras encargadas de producir esperma. Y claro, como ocurre con los anticonceptivos femeninos hormonales, sí que pueden conllevar algunas molestias. Uno de los que menos efectos secundarios presentan es el NES/T3, «un gel que puede aplicarse sobre la piel y que reduce eficazmente el número de espermatozoides», indican los expertos del estudio. Se trata de un cóctel de nesterona y testosterona. ¿El problema? Los encuestados preferirían un anticonceptivo oral (61%). Así que veremos cuando se comercialice (primero en Estados Unidos), algo que supuestamente ocurrirá dentro de cinco años.

«Me parece el más atractivo de los métodos», apunta la psicóloga y sexóloga Ana Lombardía, una de las expertas que han participado en el estudio. También están avanzados los ensayos de dos alternativas hormonales orales que eliminan la producción de testosterona, lo que supuestamente pararía la fabricación de esperma. Pero todavía se precisan datos sobre su eficacia a largo plazo. «Los hombres muestran muchas reticencias hacia los efectos secundarios de los anticonceptivos, algo que las mujeres han asumido históricamente, pero luego toman, por ejemplo, Viagra asumiendo los riesgos que conlleva». Y ellas, ¿cómo ven lo de los anticonceptivos masculinos? Genial, ¿no? «Mmmm... Muchas, de momento, no se confiarían», desvela la experta.